Que importante es ofrecer algo diferente en casi todos los aspectos de la vida. En la música sobretodo. El formato dúo es un claro ejemplo de eso. No es fácil ser dos en una banda. Suele ser difícil, y puede salir un directo fantástico o un bodrio. Me estaba acordando del horrible concierto que dieron en el Arenal de 2012 los The Ting Tings con mucho playback y sin una gota de sangre. Por eso me daba miedo ver como otro tandem, en este caso Fuckaine, se defendían en directo.
Y es que los protagonistas de la noche del miércoles 18 de abril en el Microsonidos iba a ser precisamente el grupo madrileño Fuckaine. Compuesto por una dupla. Tabata y Fran. Teloneados por grupos locales.
Abren la velada los Grinder. Son murcianos y bastante entrados en carnes. Traen consigo toda una cohorte de compañeros y amistades varias. Los cuales no paran de empinar el codo y platicar a gran volumen. Pero centrándonos en su propuesta, hacen rock de toda la vida. Facilones, suenan sin error alguno. Demasiado pulcro. Sin ningún elemento diferenciador. En la onda comercial de La Guardia o Los Secretos, pero con mas rock’n’roll. Sus letras en español están llenas de refranes. Pero cuando parecía que no iban a hacer nada original, de repente una canción genial. Una pieza de kraut-rock guitarrero de varios minutos geniales. Solo por esta canción, casi la única en inglés, mereció la pena verles.
Y rápidamente, bajan cuatro músicos de la planta de arriba: Fuckaine. Tábata Pardo al bajo y voces. Fran Meneses guitarra y voces. Jota Armijos en la batería y el teclista Jesús. Ambos cantantes usan Danelectro estilo viejuno lo cual da carácter y es un sello de diferenciación del sonido. La puesta en escena visual eran simplemente unas cuantas bombillas enfocadas de cara al público, que impedían verles las caras. Solo tienen un LP y un EP, pero los tocan casi enteros. Su “Totally Contagius” es uno de los discos más infravalorados del 2014 y que más desapercibidos han pasado.
Lo primero reseñable es que el dúo es algo tímido y apenas Fran dice algún gracias. No hace falta, ellos hablan con sus instrumentos. Dan saltitos en ciertas partes de las canciones. Se agachan a mimar sus extensas pedaleras. Y cantan a coro el 99% de las estrofas. El batería se parte el pecho y saca un plus. Es un taladro. Tanto con la parte de pads eléctricos, como en la parte clásica da el máximo de energía que toda formación querría. Un espectáculo. Mientras que el teclista se mantiene en un segundo plano entre cajas de ritmos, sonidos y melodías alienígenas.
Sonidos de pista de baile como Electric Six. Grunge sinfónico. Post punk de gran calibre. Psicodelia cavernosa. Pero también melodías de menear cintura como la de “Kahuna” o “Aitork”.
Suenan como si los Two Doors Cinema Club les gustara irse de rave todo el día. Pero mucho mas auténticos y descarados, obviamente. Los Klaxons se quedan en pelotas y babeando con estos cuatro. No intentes estudiar con ellos, no hacen música reflexiva. No te pongas a jugar al ajedrez con ellos, póntelos con el Monopoly o con la oca. Aunque mejor ve a un concierto suyo con un par de bebidas energéticas. En directo, el volumen convierte sus bolos en experiencias gimnasticas, cual clase de aerobic. No te dejan pensar y te atrapan con su ritmo continuo.
Suenan como un cañón. Más sucios que en grabación. Las voces son todas a coro. Las letras enterradas por kilos de falsetes, reverb, autotune y fuzz. Imposible entender nada. No hace falta. Muy danzarines. Los pies se van de marcha en cuanto comienzan la pegadiza “Horray”. Son tan divertidos, que son carne de banda sonora de algún Fifa. Macaco, El Gincho o Polock ya han formado parte de estas listas. Y Fuckaine deberían.
El gran fallo es la duración. Corta. Quizá soy yo que quiero más. El bolo se acaba en cuanto intentas absorber tantísima información. El tratar de buscarles un parecido o una etiqueta es en vano. Fuckaine suenan ellos mismos. Tienen personalidad a raudales. Demasiada para la gente sin ambición sonora.
Tras el torbellino, The Purple Elephants tocaron unas cuantas canciones en acústico por unos impedimentos familiares que propiciaron que, claro está, no sonaran tan poderosos como de costumbre. Pero no pasa nada, están empezando y tocan mucho por la ciudad, así que ya habrá tiempo de disfrutarlos muchas mas veces.
La idea es salir de casa en busca de la originalidad. Y hay quien tiene carácter y hay quien no lo tiene. Hay quien sabe demostrar esto en directo y hay quien no. Por suerte, el miércoles hubo originalidad. Y a capazos llenos.
Fotografías: Romu López.
No Comments