El cine kinki está de moda, y en el rap no iba a ser menos. Durante muchos años hemos tenido que criar ratas en la cultura del hip hop, y muchos han tenido que criar ratas para sobrevivir en las calles. El Coleta y Jarfaiter, con media generación de diferencia entre ellos, han mamado de la España de los 80 todas las penurias que les ha puesto delante la vida. Bajo ese paraguas se han dedicado a crear y crecer hasta traer su música al sureste de España.
Antes de que comenzase el primer concierto de El Coleta en Murcia, sonó largo y tendido gran parte de la banda sonora de la recientemente fallecida Gata Cattana. El Coleta no se olvidó de ella tampoco durante su actuación y mando un recuerdo «pa’ la Gata, que era muy flamenca la tía». Seguramente, esa vena que El Coleta compartía con Ana, tan flamenca, kinki e incluso costumbrista, es lo que más enganchó al público.
Y es que te puede gustar más o menos su estilo, su flow, su ritmo vocal, pero es imposible no contagiarse de realidad con el chaval de la coleta. Rámses Gallego, su seudónimo con el que se autoproduce, no engaña a nadie. Desde el momento uno defiende cada una de las características de su personaje, aunque el personaje quizá ya se ha comido a la persona. Muchos hits, mucho rap pa pegar tirones y dar el palo, todo con sampleos de la música más tradicional española. Seguramente, El Coleta es lo más parecido a un G que puede existir en nuestro país, y es exactamente eso lo que transmite.
Bastantes fieles que se sabían todas las letras y se pegaban a la primera fila, aunque parte de la sala desconectó un poco hasta la llegada de Jarfaiter. Pocas gorras de rap y muchas cadenas variaban la vestimenta típica del público de la sala 12&Medio, aunque cuando ambos raperos se juntaron en el escenario para El Piko 3, se pudo apreciar como el público más rapero disfrutaba con El Coleta mientras que los más punkys parecían estar por Jarfaiter.
Jarfaiter, que ya tenía al público caliente, no tardó en salir bien rodeado por su crew. Además, sumó inesperadamente a su inseparable Denom, con quién compartió la misma tarima hace menos de un año. Más kinkis, menos G. Anticapitalistas, obreros sufridos, ‘los chavales que no tenían nada’ e hicieron ‘rap desde abajo’. Vivir al margen, política de parque, mucho grito, mucho dejarse la voz en el micro.
No hace falta que Jarfaiter entone, su público no busca eso en sus canciones. El centenar largo de fans que estaban en la sala se las sabían todas. Jarfaiter se lo pasó genial, se le veía en la cara, disfruta liándola parda. Porque el resto del concierto fue una liada. Conforme Jarfaiter y su crew se venían arriba, toda la sala subió pulsaciones.
Será muy difícil ver a El Coleta y Jarfaiter en la radio o prensa generalista, está claro, pero hay que reconocerles, como mínimo, que este rap kinki que llevan por bandera representa a mucha más gente que lo que han hecho siempre los más puretas del género: porque aquí no puede existir gangsta rap.
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