Da igual desde dónde la mires. Puede ser desde esa ventanilla de avión por la que distingues la huerta, la costa blanca por la luz del sol. O quizás desde un telescopio espacial que cartografía el sistema nervioso de los ríos y los parques naturales . De repente, la altura consigue que lo olvides. Pequeña mota de polvo: desde lo alto, luces bien.
Los problemas empiezan en tierra, entre ruinas árabes y cortes ingleses, tomando cañas a 0,80. Qué extraño escuchar en Murcia cómo se critica el acento de un protagonista de una película nominada a los Goya (¿sentimiento de infravaloración? ¿O simple ignorancia, marcada por una educación basada en el acento de Antenta 3?) Qué fácil es criticar lo que no se conoce («Magical Girl», lenta e indescifrable) o criticar que una película se haya atrevido…a ser una superproducción (ya quisiéramos que todos los policíacos tuvieran las complejidades de «El Niño«) Y no hablemos de quién dice ver cine español….Usando Torrent en vez de dar un par de pasitos y dejarte caer por la filmoteca. Nuestra filmoteca.
En España nos tiramos las piedras contra nosotros mismos.Odiamos al vecino porque tiene un coche nuevo. Porque quizás tiene un contacto que tú no tienes. Porque quizás, sólo quizás, le va mejor que a ti. El bien de la mayoría no se entiende (curiosamente, en un país que pretende, si echamos un vistazo a Twitter, en ser lo opuesto).
Discutir sobre lo apropiado o no de las nominaciones de «Magical Girl», «Loreak», «El Niño», «Relatos Salvajes» o «La Isla Mínima» es casi ofensivo. Las nominadas al Goya este año (un 2014 irrepetible) están ahí, cara a cara. Cinco propuestas totalmente diferentes, con modelos de producción acordes a su manera (totalmente comprensible y respetable) de entender el cine, tanto como negocio, arte, declaración de principios o como revisión del pasado para entender de qué palo cojea nuestro presente.
Mientras hablamos de los Oscar donde las películas «prototipo» salen diseñadas para el éxito, aquí nos encontramos con una industria que (admitámoslo) aún no es industria, pariendo especímenes que jamás se pensó que podrían nacer (preguntémosle a Carlos Vermut sobre sus orígenes como dibujante o su ahora valorada «Diamond Flash«. Preguntarle a los directores de «Loreak» cuánto debió de luchar por no llamar a su película, simplemente, «Flores»). Llegamos a un punto clave: las películas españolas nominadas al Goya han sido posibles, en mayor medida, pese a ser españolas.
A veces dan ganas de pensar que España (y el cine español) debería verse sólo desde lejos. Que los únicos que valoran lo que somos (y lo que tenemos) son las culturas extranjeras que nos conocen desde la cartografía espacial.
Pero yo creo que hay más. Creo que en las mil lecturas de la historia recogida en la biografía «Mi Último Suspiro»; la mañana en que un tosco estudiante de comunicación llamado Luis quedó a la salida de la academia para partirle la cara a un «desgraciado» por llamar a su amigo » puto maricón»(Más tarde Buñuel le preguntó a Lorca si de verdad lo era; su respuesta, breve y concisa, nunca le importó).
Manipulada en lo colectivo, movida en lo personal por el arrebato y el instinto. Pequeña mota de polvo, qué rarica eres, pero qué bien luces desde lo alto. Y a nivel del mar.
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¡Grande! Solo tenemos que fijarnos en Almodóvar. Aquí recibe palizas, en el extranjero lo derriten a elogios…