Todo empieza como un juego de niños. Un “yo quiero ser escritor”. Un “yo quiero ser cantante”. Un “yo quiero ser científico”. Todo empieza como un juego de niños que visualizamos dentro de un mundo de niños. Un mundo que, en nuestra defensa diré, no tenemos la culpa de haber construido. Así nos lo han mostrado y así lo hemos conformado en nuestra cabeza. Un mundo falso, sí. Pero eso no lo sabíamos, y ahí empezaron nuestros problemas.
Nuestra es la elección de meternos hasta las entrañas en aquello que amamos. Luego podemos intentar describirlo con las palabras oportunas y fallar en el intento, como cuando intentas hablar de «por qué es el amor de tu vida o por qué no lo es o por qué lo es y no lo es a la vez». Mía es la elección de elegir como lugar preferido la butaca de un cine cualquiera en una sala cualquiera. Mía es la elección de sobrevolar el mundo a través de los mundos que interpretaron otros ojos y que es mil veces mejor que este.
Hemos soñado demasiadas veces con alcanzar ese sueño tan infantil, aquel que desafía al mundo real que tanto asco da. Un sueño que, si lo piensas, no es tan imposible en el mundo que visualizabas de niño. Pero no vivimos en ese mundo. El nuestro está lleno de aristas que no veías antes. Y si no vuelves rápido al mundo real, se torna peligroso.
Y eso me pone triste. Y duele.
He ido al cine con cinco personas, para que os enteréis de algo. Hemos quedado antes para cenar en «El estómago alegre«. Alguien ha dicho “Acho, no llegamos al pase, que lo sepáis”. Y entonces nos han puesto una tabla de quesos que hemos empezado a coger con las manos, como salvajes, engullendo sin masticar como las serpientes, sin pan, mientras todos nos miraban extrañados. Sólo queda un poquito de paté en la tabla y la camarera nos acaba de traer el pan. Se ha quedado mirando tres segundos a la mesa, ha estado callada dos segundos mirándonos a nosotros y a nuestras bocas llenas de queso, ha estirado el brazo hasta el centro de la mesa con cierto temor, temblando, y ha dicho:
_ Vu…vu…vuestro pan.
Y nos hemos llevado todas las rebanadas, escaleras abajo, dándo bocados mientras corríamos y tropezábamos con las sillas y nos invitaban a no volver más si no queríamos ir a la cárcel por haber cometido el delito de ser tontos del culo.
Total, que llegamos a la sala a ver “La la land” y os explico antes por si no ha sido suficiente. Iba con cinco personas, recordad:
«I»
I está obsesionada con la moda y con el cine y con el cine como moda y la nostalgia de la moda en el cine de moda de nostalgia. Algo así. Es filósofa. Es filósofa pero tiene sueños. Se ha ido a Suecia porque en España el mundo real es aún más triste que el mundo real de Suecia donde aún queda un recóndito hueco para el mundo infantil que conformó en su cabeza hace tiempo. Pero antes de irse se encargó de enamorar a Mike. Mike es que se enamora mucho. Es lo que tiene amar el cine.
«Mike»
Mike se enamora de I y justo ahí se va a Suecia a perseguir su sueño (“caguenlahostia”, piensa Mike). Mike es de Murcia pero se tuvo que ir a Madrid a perseguir el suyo porque él quiere ser cortometrajista. Dentro del mundo real tuvo que soportar toda una carrera de teleco y ahora lo es pero odia el mundo real así que lucha día a día para salir de él e irse al mundo que soñó cuando era un crío y grababa con su cámara de mierda cortos muy cutres pero muy graciosos. No es muy buen actor pero es un guionista que… OH…OH!!
«Light»
Tiene un nombre que ilumina y quiere ser una psicóloga famosa. En el mundo real ser eso es difícil porque no hay muchas personas que crean en la psicología como forma de entender mejor la mente y ser un poco más feliz al pensar “¡eh, me entiendo!”. Como es difícil ella sueña y sueña y sueña y eso la hace querer tener una casa gigante que haya pagado de su bolsillo como mujer independiente y feminista y toda la hostia. Y sabe perfectamente que un lugar donde se vende ropa y se toma té a la vez se llama “Showroom y solamente Showroom, Ángel”. Está enamorada de Lover.
«Lover»
Lover se llama así pero en español. Es una persona que vive más que ninguno de nosotros en el mundo real y eso lo hace pragmático y seguro de sí mismo. También tiene sueños. «Pero valen dinero, joder«, exclama Lover. Y por eso él es más feliz que yo y que MA y que Mike y que I. Pero también es el que menos ha disfrutado con «La la land». No sé si hay una relación o no, pero normalmente habla y pienso “tiene razón, el cabrón”. Hablar con él es un bálsamo. Creedme. Está enamorado de MA.
«A»
A es la protagonista del 80% de mis escritos de mierda. Son menos de mierda porque ella existe, por cierto. Es una escritora que está obligada a escribir. Quiero decir, no puede dejar de escribir porque cuando lo hace se siente mal y triste y decepcionada consigo misma. Escribir para ella es como tener un perrico: es muy bonico y lo quieres mucho y está guay pero cuando llueve hay que sacarlo y te mojas y es un rollazo y lo miras en medio de la lluvia y él te mira a ti con cara de “jajajajjaa, eres un pringao” y tú le dices “mea ya, coño” y él te sigue mirando y pasa de tu cara. Pero luego lo quieres mucho otra vez. Pues la escritura es así. LOS SUEÑOS SON ASÍ, SOCIOS.
«Yo»
Yo he dicho antes de entrar “no te digo yo que no me vaya a gustar, pero es un musical y no me gustan los musicales”. Esta frase es un tópico en sí mismo y de hecho lo raro ya es decir “buah, me flipan los musicales”. Pero peor es el que pretende ser más listo que nadie porque no le gusta lo que a la mayoría. Un aplauso para ese tío. En la cara. Así que he dicho eso, “no te digo yo que no me vaya a gustar…. Pero…” pero me ha encantado. Bueno no, me ha traspasado. Me ha acongojado.
Me ha reducido a cenizas. Me ha hecho pequeño. Me ha golpeado tan fuerte que me ha dejado ko. La música no era un inconveniente, era un motivo más para que el estómago me temblara cada dos por tres. Emma Stone siente muchas cosas y, cuando lo hace, unas arrugitas aparecen en su boca y me impide creer que alguien pueda resistirse. Gosling me hace dudar de mi sexualidad. Cuando Stone sale del teatro, dolida, se me cierra la garganta. En el muelle, la noche se ilumina tras un silbido que dice algo como «¿estás brillando solo para mí?». La cámara de Damien Sazelle se mueve de una forma increíble, pero como un impulso. Como un latido. Como algo que no has previsto demasiado tiempo, sino que has escupido sin pensar. Como un grito o un bramido. Es algo moderno dentro de algo clásico dentro de una realidad actual que huele a antigua.
La ciudad de las estrellas es menos fría fuera del plató que dentro, donde hay que guardar silencio porque se rueda. Y cuando gritan “¡Corten!”, se puede volver a hablar. Fuera del plató, en el mundo real que existe dentro del mundo de La la land, se puede cantar y bailar claqué sin claquetas y sin previo aviso.
Cuando entro al cine y los sentimientos se manifiestan en forma física, recuerdo el por qué de muchas cosas. También cuando somatizo la emoción de esa vida que no eligieron dos amantes, pero que en su mundo irreal habría sido maravillosa. Cuando se sacrifican los sueños por amor y nos damos cuenta de que el amor también era un sueño. Cuando admito que nunca aprenderé que no hay solución posible para lo que no tiene solución. Cuando os miro vosotros cinco, pienso que ojalá nunca os hundáis. Y por dos horas salimos a flote con muchas más fuerza de la que nos permitiría Arquímedes.
Pues claro que lloré. Pero no lloré con su final. Lloré con una frase muy particular en un momento muy particular. Lloré con Emma Stone frente a la cámara con el foco sobre su rostro.
“Brindo por los soñadores. Brindo por los desastres que provocamos”
Abrazo el desastre que supone no querer vivir en un mundo en el que se ha de guardar silencio para rodar. Abrazo y acepto el desastre de no aceptar que esto es así y se acabó. Yo estoy aquí para cambiarlo, y lo voy a hacer. Y me tiraré al río en el intento y me ahogaré. Pero brindando.
Brindo por I, por Mike, por Light, por Lover y por A. Por Suecia, por Madrid y por Murcia.
Brindo por los desastres que provocáis.
4 Comments
Joder, cada día te superas, ahora necesito ver esa película maldito!
Me vas a hacer ir a ver la peli :), como ya ha plasmado #Sefi, te superas con cada entrega.
Pues no que me has hecho llorar?……y con La la land pese a que me encantó, no llore…..jolin y ahora me gusta más todavía!
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