Hace unos meses estuvimos hablando de las grandes películas españolas de terror y suspense de finales de los 90 y principios de los 2000. Títulos que asentaron la marca España en el cine de género, que demostraron que en nuestro país hay un talento innato para inquietar al respetable sin tomarlo por idiota y que demostraron que podíamos mirar cara a cara al cine extranjero sin avergonzarnos lo más mínimo aunando calidad, buenas críticas y éxitos de taquilla.
Es una realidad que el cine de género en nuestro país goza de buena salud aún en la actualidad, en parte, gracias a los autores que estuvimos analizando. Pero como en todo en la vida, existe una cara luminosa y una cara oscura. Y por cada éxito y título de calidad, existe una película que falla estrepitosamente y despierta risas cómplices en el peor de los casos. Porque somos buenos dando miedo, pero también lo somos patinando en nuestros propósitos de vez en cuando y dando pie a producir títulos que rozan el estatus de culto. Y esto no es algo propio de los últimos 20 años: se lo debemos al gran Jesús Franco, el primer autor posmodernista del cine español que dignificó el cine malo y generó una subcultura popular que sigue viva a día de hoy. Con una filmografía de más de 200 títulos dirigidos entre los años 50 y principios del s. XXI, Jesús Franco fue el padre del cine de culto patrio.
Así que vamos a analizar algunas de las películas más representativas de ese género que casi podría titularse “cine fallido que merece la pena ver aunque sea por las risas”. Películas de terror y suspense del cambio de milenio que no funcionaron como se esperaba de ellas. Filmes que, en algunos casos, dan la vuelta y se convierten en verdaderos clásicos “trash” y títulos de culto. Ojalá todos acaben siendo cintas reverenciadas como lo son las de Jesús Franco. Una película podrá ser mala o fallida, pero tendrá siempre, por lo menos, 5 minutos de buen cine en ella. Y aunque provoque el efecto contrario a lo buscado, habrá merecido la pena la experiencia si os dejáis llevar. Porque no hay que condenar la mediocridad, hay que celebrarla como parte de nuestra idiosincrasia y del proceso de aprendizaje.
EL ARTE DE MORIR (2000) – EL AZEZINO INVIZIBLE
Tal y como escribían nuestros amigos del blog “Sufridores en casa”, El arte de morir es la película que supo aunar Al salir de clase con El sexto sentido. Era muy difícil salir victoriosa de tal difícil empresa, principalmente por un guión sin coherencia interna. Y efectivamente así fue. El arte de morir fue un fracaso de crítica aunque no funcionó mal en taquilla, recaudando 300 millones de las antiguas pesetas.
Protagonizada por un sobreactuado reparto salido de la televisión, con nombres como Elsa Pataki, Lucía Jiménez, Gustavo Salmerón, Sergio Peris-Mencheta, María Esteve y actores con cierto nombre como Fele Martínez (quien seguía amortizando su Goya por Tesis) y la veteranía de Emilio Gutiérrez Caba (uno de esos actores que dignifica el oficio), la película nos cuenta la historia de un grupo de amigos que, gastan una “broma” a uno de sus colegas en la que acabó muriendo por accidente de uno de ellos. El grupo hace un pacto de silencio, guardando el cadáver en una finca cercana hasta que, cuatro años después, se reabre la investigación por la desaparición del chico y comenzarán a sucederse las muertes del grupo de amigos, desembocando en un rocambolesco final que provoca la carcajada.
Álvaro Fernández Armero (responsable de esa joya titulada Nada en la nevera) trató de combinar los ridículos estilismos de principios del s.XX con un reparto imposible, mezclándolo con ideas sacadas de Sé lo que hicisteis el último verano y el slasher más cutre en un intento de repetir el éxito de taquilla que supuso Scream. Vigila quien llama unos años antes. Cinta que subvirtió las reglas del género y lo llevó un paso más allá. Todo lo contrario que El arte de morir, que no dejaba de ser un conglomerado de ideas sacadas de aquí y de allá (algunas bastante interesantes, todo sea dicho) sin cohesión y con una pobre ejecución y una dirección de actores que rozaba por momentos lo esperpéntico. Y Para muestra la celebrada escena en la que una entregada María Esteve grita: “¡Azezino!” al descubrir que su amigo ha muerto (minuto 00:54).
DAGON: LA SECTA DEL MAR (2001) – LOVECRAFT GALLEGO
H.P. Lovecraft es uno de los autores de terror más imaginativos y evocadores, cuyos relatos han dado lugar a muchas y variadas adaptaciones. Uno de sus primeros relatos se tituló Dagón. Escrito en 1917 y publicado en 1919, la historia se centraba en un soldado de la Gran Guerra que escapa del ejército alemán en un bote a la deriva y acaba en un desierto de putrefacción, lodo y fauna muerta y descubriendo a un inmenso monstruo de proporciones titánicas del que consigue huir.
Tomando como referencia elementos del relato Lovecraftiano, la Fantastic Factory (productora de terror de Filmax de principios del siglo XXI) alumbró esta película en la que una pareja de novios y dos amigos que están de celebración en un barco, chocan con un arrecife en la costa de Galicia. Al ir al pueblo a pedir ayuda descubre que los habitantes rinden culto a un monstruo marino llamado Dagón.
Dirigida por Stuart Gordon, responsable de esa cinta de culto titulada Re-Animator, Dagon: La secta del mal es una película que fue vapuleada por la crítica y el público pero que tiene cierto encanto y sobre todo, oficio en algunos pasajes. También contiene algunas escenas que provocan risa involuntaria y un montaje atropellado por momentos y cuya escasez narrativa en el misterio que rodea al pueblo, lo convierten en uno de sus puntos flacos. Protagonizada por el gran Paco Rabal, la televisiva Raquel Meroño, una joven Macarena Gómez y actores americanos, el filme funcionó mejor fuera de España que en nuestro país. Y es que, si uno se para a analizar la película, es Lovecraft en estado puro. Para bien y para mal.
SCHOOL KILLER (2001) – ¿QUIÉN VIGILA A LOS VIGILANTES?
Si antes nombrábamos a Jesús Franco como referente del cine “trash” y de culto, no podemos olvidar a su cara más visible y reconocible: Jacinto Molina, más conocido por los aficionados al cine como Paul Naschy. Actor, director, productor, guionista y levantador de pesas profesional. Comenzando su carrera en el cine como extra en el título bíblico Rey de Reyes, Naschy acabó centrándose en el cine de terror, dando vida en múltiples ocasiones al hombre lobo. Jacinto Molina, que falleció en 2009, fue condecorado con la Medalla de Oro al Mérito de las Bella Artes por toda su carrera. Porque algunos ni siquiera sabrán quién es, pero son esos profesionales anónimos o poco conocidos que no dejan de trabajar los que dignifican un oficio; y Jacinto Molina es uno de sus mayores representantes.
En 2001, Jacinto protagonizó el thriller School Killer, dirigido por Carlos Gil, que se centraba en un grupo de alumnos de un instituto abandonado que deciden montar una fiesta y que se verán sorprendidos por un vigilante nocturno cuya diversión es atormentar a los jóvenes que se adentran en sus dominios. Ni qué decir tiene que Naschy da vida al aterrador vigilante nocturno que tratará de torturar a unos jóvenes interpretados por Carlos Fuentes, Carmen Morales, Zoe Berriatúa y Manuela Velasco, entre otros.
La película, con claras influencias de títulos como Prom Night o incluso El tren del terror, cuya narrativa en dos épocas benefician un relato que peca de todos los clichés del género y una sobreexposición a las escenas sexuales que lastran unas intenciones que no son malas del todo, pero que acaba abusando de todos los convencionalismos de este tipo de productos. Sin embargo, llegó a comercializarse en el extranjero, aunque acabó pasando sin pena ni gloria. Un título rescatable, aunque sea para ver con amigos y dejarse llevar por la diversión.
TUNO NEGRO (2001) – CLAVELITOS
La joya de la corona. La piedra filosofal de nuestra lista. Un slasher de manual cuyo principal defecto es, a su vez, su principal virtud: tratar de copiar descaradamente sus referentes comerciales hollywoodienses, adaptándolos a nuestra idiosincrasia y a nuestras costumbres. Una película con un tuno asesino (probablemente hasta arriba de calimocho) es, por definición, una película que merece la pena. Igual no es un buen slasher, pero, al no tomarse en serio a sí misma, acaba convirtiéndose en una comedia involuntaria. Y lo que es mejor, en una gran comedia involuntaria.
La trama gira en torno a un asesino que se infiltra en la universidad de Salamanca y mata a sus víctimas disfrazado de tuno (Ovación). Dichas víctimas resultan ser los alumnos con peores notas de toda la universidad. Un argumento que no está exento de alguna buena idea y de un sentido del humor algo perverso que acaban dotando a la propuesta de un encanto extraño que acaba apoderándose de la función. Si eres mal estudiante, no habrá septiembre para ti.
Escrita y dirigida por Pedro L. Barbero y Vicente J. Martín, Tuno Negro decidió no tomarse en serio a sí misma, optando por parodiar el género al que trataban de homenajear. Así, en el reparto encontramos a actores como Maribel Verdú, Silke, Jorge Sanz o Fele Martínez dando vida a universitarios. Además el uso de internet y las tecnologías utilizadas como un Deus ex machina a capricho acaba convirtiéndose en un recurso que no podemos más que celebrar. Aunque nada comparable a ese giro final en el que se nos revela, a través del rostro de un Eusebio Poncela que no daba crédito, la identidad del asesino y que por mera lógica, es imposible que encaje en todo lo que ha sucedido en sus 110 minutos previos. En serio, haceos un favor y ved Tuno Negro, el cine no solo existe para exquisiteces. No os arrepentiréis.
MAS DE MIL CAMARAS VELAN POR TU SEGURIDAD (2003) – CIRCUITO CERRADO
Tras dirigir en 1998 la interesante Memorias de un ángel caído, David Alonso dirigió y escribió a ocho manos (cuatro guionistas, que se dice pronto) una de las películas más kamikazes de la historia. Una cinta que pretende ser una crítica a Gran Hermano y una denuncia de la pérdida de intimidad y vigilancia. Un tema que, 15 años después, sigue igual de vigente.
La historia se centra en un grupo de jóvenes que acceden a participar en un juego por la red, esto conlleva una serie de pruebas extrañas que son recogidas por cámaras de vigilancia de circuito cerrado que emiten por la red 24 horas. Pese a que la ejecución de la cinta sea totalmente fallida y resulte una sucesión de escenas inquietantes con claras influencias fincherianas; la propuesta no deja de ser un soplo estimulante de aire fresco en lo que se plantea, pese a que lo haga con una estructura bizarra y anticlimática. Aún así, el suspense llega a ser frenético en algunos pasajes y algunas escenas como la del zoológico consiguen la suficiente dosis de suspense como para aguantar por ellas mismas.
Con un reparto televisivo encabezado por Antonio Hortelano, Laura Manzanedo (todas las películas de este artículo tienen un protagonista que aparecía en Al salir de clase), Fernando Andina, Mónica Estarreado, Lorenzo Armenteros, Eva Marciel y Aurora Carbonell, Más de mil cámaras velan por tu seguridad, se convierte en un digno entretenimiento capaz de la mayor de las frustraciones y, a la vez, del absoluto placer de dejarse llevar.
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