Nada más apagarse las todas las luces del Teatro Circo, lo primero que regala esta producción de la compañía Noviembre es una reveladora escena, casi idéntica a la final. Y tras un nuevo apagón, sigue la función. “Otelo, el moro de Venecia” comienza con un victorioso protagonista, en éxito profesional y amoroso, pues le han ascendido en rango del ejército y se acaba de casar con Desdémona, una joven e inocente bella noble de la que está enamorado perdidamente… Pero el moro no va a ser el único protagonista. Yago, supuesto amigo y confidente de Otelo, se convertirá en una víbora llena de odio contagioso que convertirá este en una bestia violenta y feroz y todo a su alrededor en puro rencor. Este antagonista sumamente malévolo robará todo el protagonismo a su víctima y dará una vuelta más de tuerca a la obra shakesperiana.
Eduardo Vasco ha optado por dirigir una de las obras que conforman el poderoso tridente presidencial de las tragedias del bardo, junto a Hamlet y Macbeth (digo tridente, porque no sé si podría meter ahí Romeo y Julieta). Y no, Otelo no es una idea original de Shakespeare (probablemente ninguna de sus obras proviene de originalmente del que fue su supuesto gran ingenio), sino de la obra de un escritor italiano del siglo XVI llamado Cintio, que además fue discípulo del gran Bocaccio (sí, es ese que escribió el Decamerón).
Y hablando de tridentes, Otelo es la tercera obra de William Shakespeare que la compañía representa sobre las tablas y, según palabras textuales de Eduardo Vasco, “supone mucho más que la consolidación de Noviembre como equipo de trabajo y dice mucho de nuestra pasión por la dramaturgia”.
Y sobre Otelo afirma “contiene una belleza extraordinariamente contemporánea y sorprendente como pocas”
No me olvido, por supuesto, del elenco. Una interpretación muy, muy buena e impecable la de Daniel Albadalejo, quien le daba vida a Otelo. Una voz clara y aterciopelada, aunque potente es su máximo instrumento para el cambio del hombre perfecto a la bestia que conlleva la complejidad de este personaje. A pesar de un pequeño y un tanto desafortunado fallo técnico con el micro en una de las escenas de mayor carga dramática, su actuación del moro de Venecia hubiese sido más que perfecta. Eso sí, ante esa situación hizo como el profesional que es: seguir adelante como si lo estuviésemos oyendo perfectamente. “Sí, sí, era aquel que salía en Camera Café, muy alto y un poco serio y el rey de Portugal en Isabel; ¡además es de Murcia!” le contaba una mujer a otra antes de empezar la función. Efectivamente, Albadalejo es cartagenero, y podemos verlo en numerosas series de televisión, pero sobre todo en obras de teatro.
Otelo tiene un antagonista y ese es Yago. Arturo Querejeta se pone en su piel y se vuelve asquerosamente retorcido que consigue ganarse exitosamente el odio del público. Es un poco inevitable compararlo con Kenneth Branagh (Othello, 1997) pero por supuesto, da la talla como el malvado Yago.
El resto del reparto también tiene grandes actuaciones(José Ramón Iglesias, Fernando Sendino, Paco Rojas…) y creo que destacaría las de los personajes femeninos, relegados a un segundo plano quizá, pero realmente esenciales en la obra: Isabel Rodes, hace un magnifico papel de Emilia, cuyo monólogo sobre la situación e igualdad de la mujer y el hombre recuerda un poco al de judío Shylock (El Mercader de Venecia); y Desdémona… ya conocía la obra, pero con Cristina Adua no imaginaba una Desdémona tan, tan dulce.
El equilibrio de las escenas, el trabajo de los actores, la escenografía (que se puede pensar que es escasa, aunque en realidad es la justa) es un trabajo a mencionar, pero también el del vestuario, que ha sido diseñado por Lorenzo Caprile. Los actores se cambiaban un mínimo de dos veces de trajes de época muy elaborados, y algunos preciosos.
Unas cuantas horas antes, de encontrarme viendo este conseguido trabajo de la compañía Noviembre, escuchaba en la Cadena SER a Daniel Albadalejo que decía que lo bueno que tiene Shakespeare, a pesar de ser un dramaturgo del siglo XVII, es uno de los autores más actuales de la literatura universal debido a que sus obras, tragedias y comedias, muestran los tributos y debilidades universales del ser humano desde la codicia y el remordimiento de Macbeth, la duda en Hamlet, el amor en Romeo y Julieta, e incluso xenofobia y los celos, como pasa con el mismo Otelo. Por esta razón las obras del Bardo seguirán cautivándonos a todos, tanto a público como profesionales que beban de su influencia para sus propias obras.
Ya no puedo decir que me sorprende ver el Teatro Circo prácticamente con todas las butacas ocupadas o el hall abarrotado, porque ya parece algo usual desde el año pasado debido a la buenísima programación que llevan. Así que se puede decir lo han vuelto a hacer. Con la acogida del estreno de la obra que dirige Eduardo Vasco con el grupo teatral Noviembre, Otelo consiguió colgar el cartel de localidades agotadas en el Teatro Circo de Murcia.
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