Gente haciendo cola en taquilla y lamentándose ante el contundente mensaje de «entradas agotadas», en una tarde, la del pasado domingo 4 de octubre, donde se inauguraba la nueva temporada de espectáculos de El Batel por todo lo alto, con una apuesta clara y firme por la comedia a la que la gente respondió de una manera magnífica. Este hecho supone una llamada de atención para los organizadores y responsables de hacer realidad y traer el evento a Cartagena, pues la gente no es que la necesite, es que ansía la comedia como una manera de evadirse de la realidad; a pesar de que, como dice Ernesto Sevilla en su monólogo final, los problemas nos sigan esperando a la salida.
Una vez dentro comenzó la actuación, con una sala llena esperando la aparición de esos dos genios del humor que son Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes, que siendo fieles a si mismos, como siempre y durante todo el espectáculo, realizaron una presentación marca de la casa con el humor más surrealista y absurdo posible. La obra, Viejóvenes, arrancó con un vídeo de presentación en el que pudimos ver multitud de cameos como el de Carlos Areces, que junto con su banda, Ojete Calor, nos descubrió de dónde viene el título de la obra. A continuación comenzó el espectáculo con un monólogo de Joaquín Reyes; un entrante de lujo para dar paso al plato fuerte de la obra, los sketches, todos ellos elaborados, surrealistas, brillantemente absurdos y marcados por un tremendo cinismo y una crítica social muy ácida. Es decir 100% Muchachada Nui. La obra, a pesar de su duración cercana a las dos horas, no bajó el ritmo en ningún momento, en lo que fue una carcajada continua. Todo ello fue posible debido a la idea de intercalar los sketches en directo con sketches grabados previamente que eran proyectados mientras se cambiaba el escenario y sus protagonistas de disfraz.
El broche de oro lo pusieron Ernesto Sevilla, con su genial monólogo final, y las actuaciones músicales (muy atentos los fans). Quizás se echó de menos una mayor interacción con el público, aunque una mujer incluso subió a cantar con ellos una canción muy especial. En definitiva, una tarde de domingo inolvidable y con muchísimas risas, en un espectáculo chichinabesco que sirvió al público cartagenero como un bálsamo para salir de la rutina y reírse de la sociedad; y de si mismos, que es más importante.
Fotografías: Auditorio El Batel
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