Señores, he aquí nuestra recompensa, esto es lo que estábamos esperando. Por fin Juego de Tronos se despunta de la excesiva calma que precedía toda esta temporada para brindarnos un capítulo espectacular. Diré más, puede que nos encontremos ante la secuencia de acción mejor rodada de toda la serie. Todo gracias al silencio.
Y a los Caminantes blancos, que también han hecho mucho. Si viese esta serie siendo un niño, estoy seguro de que formarían parte de esa mitología terrorífica que te marca de por vida. Como la escena de “Willow” en la que la reina transforma a todo el mundo en cerdo, o el final de “Fantasía”. Mal rollo.
Y los hemos visto miles de veces y en mil formatos diferentes, porque no dejan de ser muertos vivientes. Pero en Juego de Tronos todo parece ser más amenazador, hasta el invierno. Dile a un Murciano en pleno Agosto “The Winter is coming”, ya verás la ostia que te llevas, por bonico. Pero allí no, allí todo el mundo teme el invierno, los caminantes blancos, los salvajes y los dragones. Un sinvivir vamos, y “Homehard” ha corroborado que habían razones para ello.
Técnicamente ha sido una auténtica lección, desde el inicio hasta el final. Arrancamos con silencio, por supuesto. La nieve descendiendo, los golpes y los gritos tras la valla que de repente cesan. Estoy ahí, con ellos, sintiendo el frío glacial que aumenta conforme los segundos pasan. Jon Snow pone su cara de Jon Snow y eso siempre significa lo peor. E impactan en la madera con sus cráneos y comienza una batalla en la que no puedes apartar la mirada ni un segundo.
Pero los golpes no paran de llegar y, cuando crees que está finalizando, aparecen los jinetes. Esos putos jinetes que imponen más que cualquier dragón. Y Snow se ve obligado a enfrentarse a uno de ellos y el sonido ambiental se ensordece. Pero cuando la espada del Stark, Garra, choca contra la del caminante, en silencio, yo no puedo emocionarme más. ¿Teorías? Muchas, el acero Valyrio. O tal vez la razón sea la persona que la sujetaba… veremos.
Es entonces cuando crees que de verdad ha acabado (muy mal), pero aparecen esos niños, en silencio. Si los caminantes imponían antes, ahora directamente son el enemigo más terroríficos que se pueda imaginar. Los niños se comen viva a la india salvaje o, para los amigos, Anadieleimportaabsolutamentenada y, ahora sí, todo ha acabado porque Snow ha llegado a la barca.
Y me vuelvo a equivocar, porque aún queda lo mejor. Me voy a atrever a decir algo, después de la boda roja, es el mejor final de Juego de Tronos. ¿La razón? De nuevo el silencio. Ver como el rey de los caminantes alza los brazos, desafiando con la mirada a Snow, que lo mira con su cara de Snow, pero en triste; Ver cómo los muertos se levantan con la mirada perdida mientras la barca se alejaba con apenas una cuarta parte de los salvajes vivos; Ver como las esperanzas de sobrevivir ante tal amenaza se esfuman… en silencio, todo en un silencio descorazonador.
Sesenta y seis capítulos. Casi sesenta y seis horas. Unas 470 muertes importantes en lo que llevamos de Juego de tronos. Todo eso ha sido necesario para que, de una vez por todas Jon Snow fuese un personaje emocionante. Pero la espera ha merecido la pena, no nos decepciones ahora sosainas.
2 Comments
Jajajajajaja me destronchono viva! Me los he leído casi todos! So good!!
¡Gracias Raquel! Un placer 🙂