“Me hace muy feliz saber que si una se esfuerza y hace las cosas de corazón tiene la gente que quiere a su lado”
Colocar las entrañas a la altura de la garganta. Y el corazón del revés, quizá su lugar más natural cuando se trata de convertir el espejo en canciones. Ser fantasma y certeza; delirio y control; manojo de nervios y una nueva cicatriz en la lista de espera; herida y sanación; nostalgia y grito; maleta a punto de estallar y estación con relojes adelantados. Hacer del impulso un vértigo aceptado, transitar las calles de una ciudad repleta de reflejos, sacar el mapa arrugado de la memoria de los bolsillos y transformar la valentía en un escudo diáfano repleto de inspiración, sensibilidad y belleza.
‘Sinapsis’, el segundo disco de Maialen Gurbindo bajo el nombre artístico de Chica Sobresalto tras un debut (‘Sobresalto’) que conviene reivindicar como notable presagio de lo que ha terminado siendo un estallido cegador, convierte en (preciosa) música cada paso de un camino repleto de superación, esfuerzo, pasión desbordada y desbordante, giros inesperados en forma de concurso televisivo, naturalidad, honestidad y, sobre todo, compromiso absoluto y devoción total por el arte de escribir canciones.
Bajo una estupenda producción de los infalibles Santos & Fluren, la navarra ha dado forma a un disco en el que cada palabra importa, cada nota tiene un sentido, cada melodía late desde lo imprevisible y cada letra emociona desde el incendio. De esta forma, Maialen consigue generar el equilibrio imposible de ser profundamente ella misma y, al mismo tiempo, sonar profundamente universal. Con ‘Sinapsis’ asistimos hipnotizados al aterrizaje de una superheroína eléctrica con una misión muy clara: crear refugios en forma de canciones desde la autenticidad y la belleza. Y ante eso, sobran defensas. Charlamos con ella.
¿A qué sonaba la primera canción que compuso Mailen?
Fue sin querer. Tenía catorce años y, un día que no me podía dormir, saqué la guitarra, que no la tocaba desde que tenía ocho e iba a la escuela de música y, de pronto, me puse a mirar los acordes en Google para sacarlos. Lo que pasa es que me aburrí tanto que empecé a cantar por encima. Entonces, cuando vinieron las de mi cuadrilla a casa, les enseñé lo que había hecho y una de ellas me dijo que eso era una canción. ¡Hasta una de ellas lloró y todo! Me pareció un juego tan divertido que decidí hacer más (risas).
¿Y con qué canción se produjo la transformación en Chica Sobresalto?
Creo que ‘Mis desastres y tus botas’, que está en mi primer disco, ‘Sobresalto’. Es un tema que, de repente, la utilicé para sacar mis fantasmas, que es algo que hasta entonces no había hecho. Fue un cambio porque me di cuenta de que podía ser mejor persona si hacía canciones y expulsaba esas sombras.
En el mundo del cine, la televisión y el teatro, se suele preguntar a menudo cuanto hay del personaje que se interpreta en cada obra. En ese sentido, ¿cuánto hay de Maialen en Chica Sobresalto? ¿En qué aspectos creces y en cuales disminuyes cuando te enfundas en ese maravilloso traje?
No lo sé exactamente. Es como si fuera una parte de mí que me gusta, que se atreve a decir lo que igual Maialen no. Es una de las muchas partes de Maialen. Cuando fui a terapia le expliqué esto a la psicóloga y me dijo que no tenía dos personalidades sino muchas. Una vergonzosa, otra extrovertida…pero es todo yo.
En relación a esto que hablamos, ¿hasta qué punto facilita la música esa conversación entre todas las Maialen?
Es muy guay. Aunque realmente no creo que componer sea una terapia como tal, si que es una forma de introspección muy chula porque a veces salen cosas ahí de las que tú no te habías dado ni cuenta. Me parece muy interesante porque creo que hacer canciones no arregla nada dentro de ti pero te ayuda a saber las cosas en las que tienes que trabajar.
La primera vez, en términos de lanzamientos discográficos, que descubrimos este proyecto fue con el muy reivindicable ‘Sobresalto’ en 2017. ¿Qué recuerdos tienes de aquella etapa inicial?
Hay una cosa que me suele decir mi amigo y manager que creo que es super verdad y representa muy bien aquella etapa: “Lo hizo porque no sabía que era imposible”. Yo decidí que iba a hacer ese disco y en realidad no sabía lo que eso significaba a nivel de muchas cosas. Luego es verdad que me había quedado un poco atrás porque, joder, teniendo las limitaciones que tenía en ese momento habría sido mucho más inteligente por mi parte ponerme a sacar singles o hacer alguna cosa un poco más sencillita, pero como mi forma de consumir música ha sido siempre así, lo vi como la única opción. Si tengo canciones, claro, tengo que hacer un disco con su edición física y demás. Pero, vamos, de verdad que lo hice porque no tenía ni idea de que sería tan complicado. Igual si lo llego a saber me hubiera echado atrás (risas).
Debo confesarte que es ‘Sobresalto’ es un trabajo que me gusta mucho, sobre todo canciones como ‘Nave nodriza’, ‘Mejor que nadie’ o ‘Navegantes’. En tu caso, ¿cómo te llevas con él?
¡Me llevo muy bien! Cuento en ‘Selección natural’ que, después de mi paso por Operación Triunfo y demás, me doy cuenta de que me sobresaturaron las emociones y empiezo a notarme como una persona más fría o menos inocente. Entonces, conectar con ese disco es hacerlo con ese hacer sin saber. Creo que es necesario para mí volver a ‘Sobresalto’ para recordar porque me dedico a la música. Por ejemplo, ‘Perdona mi cuerpo’ es una letra que tengo presente todos los días de mi vida.
¿De qué forma influyó, si es que lo hizo, aquella primera grabación con el proceso de ‘Sinapsis’ en el estudio?
Es parecido en el sentido de que hice ‘Sobresalto’ en la manera en la que yo quería hacerlo y luego soñaba con hacer ‘Sinapsis’ en la manera en la que lo he hecho. Creo que tus sueños evolucionan conforme lo haces tú, entonces, en el momento que entré en el estudio de Santos & Fluren, también me dio un vuelco el corazón. Recuerdo que con el primer disco yo me levantaba super temprano para preparar comida para los músicos, nos íbamos hasta el estudio que estaba a hora y media, yo llevaba muy poco tiempo conduciendo… Fue precioso. Y luego en ‘Sinapsis’ teníamos muchos más recursos y pude hacer realidad mi ilusión de trabajar con la gente que hizo el disco que me cambió la vida que fue ‘1999’ de Love of Lesbian. Entonces, sí, estoy todo el rato emocionada, tío, y es la manera en la que me quiero seguir sintiendo.
Antes de entrar a hablar un poco de cada tema, tenemos que destacar la labor de Santos & Fluren, enormes productores que han sido parte clave de algunos de los discos de pop/rock más importantes de la historia reciente de nuestro país. ¿Cómo fue el trabajo con ellos?
El primer día estaba muy nerviosa. Además, cuando contactamos con ellos, les echaba un poco para atrás producir el disco porque no me conocían, venía de Operación Triunfo y es verdad que hay muchos prejuicios con los triunfitos y triunfitas. Entonces, me planté yo sola en su estudio con mi guitarra, por si querían que le tocara las canciones y demostrarles así mi forma de componer con el alma y, sobre todo, que no quería trabajar con ellos porque sí, sino porque creía que podíamos conectar de verdad y me flipaba lo que hacían. Entonces, en ese momento, pedí ayuda a Chica Sobresalto y le dije que le echara jeta y le demostrara que no se iban a arrepentir si decidían producir el disco. Y por suerte, fue muy bonito y se creo esa conexión enseguida.
¿Cuál fue el mejor y el peor momento que viviste durante la grabación de ‘Sinapsis’?
El más complicado fue con ‘Adrenalina’ porque no le encontrábamos el punto. Le dábamos muchas vueltas y no había forma. Eso agobia mucho porque llegas a pensar que nunca va a salir. Y el más bonito fue cuando escuchamos ‘Fusión del núcleo’ terminada por primera vez. Fue increíble, me emocioné muchísimo el sentir que una canción que surgió en la cuarentena y estando yo en la puta mierda tenía el sonido de discos que admiro tantísimo. Era el sueño de mi vida.
Entrando de lleno en las canciones, el inicio con ‘Somatropina’ es radiante. Esos coros iniciales te sumergen por completo en el universo del disco. Además, es curioso como una de las melodías más luminosas del disco viste a frases tan tremendas como ‘que para hacerme pequeña me valgo yo sola’. ¿Esa dualidad es buscada o surgió de modo natural?
Surgió de una manera muy natural al principio, pero luego nos esforzamos en acentuarlo más. Me define bastante como persona porque soy capaz de ser muy dura si la situación lo requiere y al mismo tiempo ser muy suave. Es de mis favoritas del disco porque realmente estoy mandando a la mierda a mí, a personas en especial y un poco a la manera en la que creo que funciona ahora mismo la sociedad utilizando unos ‘oh oh oh’ muy dulces (risas).
‘Melatonina’, el tema que le sigue, es una preciosidad. La clave, sino me equivoco, era aportar belleza a la despedida que tuviste con tu abuelo antes de su fallecimiento, ¿no?
Es curioso porque yo siempre le enseño mis canciones a una de mis amigas y ella siempre tiene una visión más sencillas de las cosas. Entonces, cuando le toqué ‘Melatonina’ me dijo que creía que era la única que entendía. Y ahí me di cuenta de que, sin querer, me estaba esforzando mucho en escribir una canción a mi abuelo que él entendiera. No hay frases con doble sentido ni nada extraño, es todo lo que yo le querría haber dicho a mi abuelo, quizá por esa sensación que se me quedó de que no me llegó a conocer del todo por un abismo generacional o por lo desastre que soy. Me parecía importante que él entendiera la canción del todo. Quería que le gustara y le pareciera bonita.
A continuación, nos presentas en ‘Dopamina’ a la Mujer Eléctrica, tu amiga Marina, quien, sino me equivoco, te cambió la vida en un momento clave. Es una canción con mucho de gratitud. ¿Crees que tendemos a infravalorar demasiado el acto de dar las gracias?
Creo fielmente en la idea de que las cosas bonitas hay que decirlas siempre. También tengo la sensación de que muchas veces se nos olvida un poco y es normal porque vivimos muy deprisa. A nivel personal, creo que tengo la suerte de que, cada vez que necesito hacer algún tipo de crecimiento personal, aparece la persona que me lo va a dar. En aquel momento, yo estaba un poco adormilada y rendida y apareció ella en forma de remolino que, en vez de darte una palmadita en la espalda, te pega una colleja en la cabeza. Eso hizo conmigo y se lo agradezco muchísimo. Además, la canción salió sola. Yo quería hablar de su vida y al final me salió hablar de lo que había aportado ella a la mía. ¡Y le encantó! De hecho, se ha tatuado la palabra ‘Dopamina’ en el brazo que es muy bonito.
‘Endorfina’ es una canción repleta de sexualidad y sensualidad, otros dos elementos con una presencia destacada dentro de ‘Sinapsis’. Como letrista, ¿te gusta acercarte a estos temas de alguna forma distinta al resto?
La verdad es que no. Lo que me ocurre con el sexo es que, no se si por la forma en la que enfoco o por el modo en el que me lo han inculcado, siempre es un poco tabú. Sobre todo el placer en general y el femenino en particular. Entonces, hago ese esfuerzo de hablar de ello sin obstáculos. Y en ‘Endorfina’ me parece guay que se habla de una relación tranquila, en la que te sientes en casa, y al mismo tiempo, de correrse. Me parece una dicotomía chula, me gustan los extremos.
‘Selección natural’ me parece La Canción del disco. Uno de esos temas que te abraza y pasa por encima con la misma contundencia. Además, creo que es muy curiosa en términos de estructura. ¿Cómo nace ese desenlace de canción tan conmovedor?
Hasta el momento, ‘Selección natural ‘ es la canción de mi vida. Creo que es el mayor exponente de crecimiento personal y de aprendizaje que he hecho de hace cinco años a ahora. Esa sensación de victimismo y sentirte siempre la última, del desengaño con la vida, de que la selección natural no es algo exclusivo de los animales sino que lo hacemos nosotros todo el tiempo, en la política, en la sociedad…Me sentía muy desengañada con esta sensación y me hacía coger un personaje de víctima, de animalito al que se comen. Y con la segunda parte de la canción, que compuse con muchos años de diferencia, hay un momento muy honesto en el que me doy cuenta de que no vivo fuera de este sistema sino que pertenezco a él y, por lo tanto, también contribuyo. Al mismo tiempo, me acabo dando cuenta de que no soy un bicho malo por pensar en mí sino que, a veces, es necesario hacerlo para sobrevivir y para ser tú misma el cambio que quieres ver fuera. No sé, creo que podría estar horas hablando de esta canción, le veo muchísimas lecturas. Sigo aprendiendo cosas de ella. Me ha salvado la vida un montón de veces.
Tras ese impacto emocional, ‘Adrenalina’ sirve en cierto modo como respiro pop dentro del álbum con colaboración estelar de Zahara y un estribillo ganador. ¿Sentías que era necesario darle ese pequeño freno a la intensidad de ‘Sinapsis’? ¿Hasta qué punto es importante para ti el orden de los temas, la coherencia interna del disco?
Has dado en el clavo. Me comí muchísimo la cabeza con el orden de las canciones, escuchándolo de mil maneras y nada, no me convencía ninguna de las opciones. Entonces, me di cuenta de que tenía que dividir el disco en dos partes. ‘Selección natural’ era un final, pero yo no lo sentía como el desenlace del disco, entonces, como está claro que es una catarsis emocional muy fuerte, quería que la siguiente canción sirviera de cierta manera como un nuevo inicio de ‘Sinapsis’. Puse ‘Adrenalina’ ahí para que después de una tormenta tan tocha hubiera como una especie de nuevo renacer del disco.
Con una frase tan aparentemente sencilla como ‘Yo solo quiero ser lo que se mueve’, ‘Serotonina’ hace que todos aquellos que hemos pasado por situaciones complicadas relacionadas con la salud mental conectemos directamente con ella. ¿Cómo surgió esta canción?
El super inicio de ‘Serotonina’ es que yo tenía una relación muy mala con el espejo de mi habitación. Entonces, un día decidí comprar unas bombillitas de bolitas de las que están tan de moda y las puse alrededor de él para recordarme cada día que puedo ser lo que yo quiera, que la serotonina no me controla a mí, sino que soy yo quien la controla a ella. Y un día, estaba echando la siesta y escribí la primera frase de la canción (risas).
‘Fusión del núcleo’ fue el primer tema que escuchamos en el disco, algo coherente teniendo en cuenta que representa a grandes rasgos varios de los conceptos que aparecen a lo largo del disco. ¿Tuviste claro desde el principio que sería el single?
No. De hecho, no quería meterla en el disco (risas). ¡No tenía nombre de hormona ni de neurotransmisor! Y tengo la cabeza dura como el asfalto, entonces decía que ni de coña. ‘Fusión del núcleo’ la compuse durante la cuarentena sin querer porque estaba rayadísima. Acaba a de salir de Operación Triunfo, había cogido un tren el 6 de enero y cuando vuelvo hay una eclosión zombie , todo es rarísimo y hay un montón de gente en Twitter insultándome y otro montón de gente diciéndome que soy la reina del mambo. Entonces, claro, yo que no tengo ni idea ni de por donde me pega el viento, he dejado mi trabajo, no tengo pasta y estoy viviendo en casa de una amiga mía, tenía un drama que no podía. Y fui mi amiga la que me dijo que tirara a componer, que ya viviría de algo y que quizá podría escribir para otros artistas. Y eso hice, ponerme a hacer una canción para alguien que no fuera yo hasta que salió ‘Fusión del núcleo’. Después, cuando se la enseñé a mi amiga, me dijo que el tema era increíble pero que no era para otra peña, sino para mí (risas). Luego, se la pasé a Santos y Fluren simplemente por enseñársela y me dijeron que tenía que estar en el disco y que tenía que ser el puto single (risas). Fue después cuando me di cuenta de que era gracioso porque las canciones eran previas pero es una fusión del núcleo la que desencadena el resto de hormonas y neurotransmisores, ¡pero no tengo ese mérito, de verdad! Es la suerte de que me pasen estas cosas. Entonces, la sacamos como primer anticipo y pasó algo mágico, creo que la gente se sintió muy identificada con ella. No lo voy a olvidar nunca.
El cierre llega con ‘Progesterona’, una canción en la que hablas sobre la endometriosis. Teniendo en cuenta la importancia que tiene para ti el orden de los temas, ¿por qué debía ser este el cierre?
Por respeto. Quería darle un lugar privilegiado a esta canción porque es mía, pero siento que es de mi prima Laura y yo he sido una especie de canal. Todo lo que dice el tema me lo dijo en su casa, donde le hice una especie de entrevista sobre el tema, y, aunque ella es muy bruta y lo explicó todo con muchas palabrotas, yo le di un toque más calmado (risas). En un principio yo la veía como single pero, como al final no lo fue, pensé que sería bonito que cerrara el disco de forma ‘oficial’.
Y así llegamos al tema secreto de ‘Sinapsis’, la maravillosa ‘Inconstantes vitales’, una debilidad personal. La pregunta está clara: ¿Por qué ese papel escondido dentro de ‘Sinapsis’?
‘Inconstantes vitales’ es todo lo que estaba ocurriendo dentro de mí mientras estábamos grabando este disco y viviendo este proceso. Esta canción empieza cuando cojo el tren de vuelta a casa, después de que me echaran de Operación Triunfo, y viera la clase de composición en la Academia que dio Zahara, que es la única en la que no estaba y la que más me apetecía (risas). En ella contaba una técnica que me pareció brutal y empecé a hacer en ese mismo momento basada en escribir de forma inconsciente en un archivo que tenías que abrir pero nunca leer. Y eso hice, abrí una nota que llamé ‘Puta mierda’ y empecé a escribir ahí todo el verano hasta que llegó un punto que lo leí y empecé a cribar y construir. Yo sabía que la canción tenía que ir dentro pero no era de la familia del resto de canciones, era imposible, porque era muy posterior, entonces me pareció chulo esconderla. Además, era una referencia a esta forma de consumir música que he aprendido en mi casa y, sobre todo, dar un premio a la gente que sigue comprando los discos en físico.
Hemos hablado de la implicación emocional de estos temas, así que supongo que interpretarlos en directo conlleva un esfuerzo y una entrega salvaje. ¿Cómo son esos momentos posteriores al concierto en el que llegas al hotel, cierras la puerta y aterriza el silencio?
Me muero. De hecho, cuando salimos necesito siempre encerrarme un rato y no lo hago en plan diva, ni mucho menos, sino porque he hecho un viaje emocional tan bestia que incluso me saturo a mí misma. Acabo hecha una mierda, así que disfruto mucho de la tranquilidad de después de una cenita con la banda y unas cervezas.
Para terminar, ‘Sinapsis’ es un disco que nos ha contado cosas preciosas a muchas personas, así que, a nivel personal, ¿qué es lo más bonito que te ha transmitido este disco?
Darme cuenta de que existe otra forma de hacer las cosas. Que una cantautora con mi perfil no pintaba nada en Operación Triunfo y allí que me fui, llegando prácticamente a la final sin tener ni idea de inglés ni saber bailar, y haciendo después otra vez lo que me salió de la punta del clítoris. Seguí con mi banda y con mis amistades de siempre haciendo lo que yo quería y produciendo con la peña que me ha emocionado a lo largo de toda mi vida. Me hace muy feliz saber que si una se esfuerza y hace las cosas de corazón tiene la gente que quiere a su lado. Soy muy feliz haciendo lo que me da la gana. Además, si el día de mañana las cosas no me salen bien, pues yo me monto una guardería canina y se que mi gente estará ahí para tocar en los garitos otra vez o en el lugar que sea. Eso es lo más bonito que me puede pasar en la vida. Y la parte más positiva de ser cabezona (risas).
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Gracias C´mon! por la extensa,profunda y auténtica entrevista a la sra Mailen Gurbindo Chica Sobresalto. El género de la entrevista gana capas de oro con sus textos. Y la artista se lo merecía, en una auténtica joya.