Termino esta entrevista y me voy a casa pensando que Elisabet bien podría ser amiga mía. Es dulcísima y no deja de sonreír mientras me habla con fruición de sus chicas. De Valeria, de Silvia, de Lola… Ahora sé que no son sólo personajes que ha creado para escribir novelas, sino amigas suyas que la acompañan día tras días en un camino que la ha llevado a conquistar a varios miles de lectoras que, tengo por seguro, han encontrado en @betacoqueta –el alter ego de Elisabet Benavent en las redes sociales- a una escritora que las comprende y que, literalmente, las ha llevado al papel en El diario de Lola (Aguilar, 2015) , el libro que acaba de presentar y que espera ser terminado por ti, por cualquier chica que se decida a compartir sus más íntimos pensamientos consigo misma, pero también con sus amigas. ¿Con quién si no?
Silvia, Valeria, Elisabet… ¿Quiénes son estas chicas?
Valeria es con la que yo me lanzo a la aventura de escribir un poco más en serio. Todas tenemos mucho de Valeria y Valeria tiene mucho de todas. Es un pelín ingenua, está en ese momento de la vida en el que se tienen que tomar decisiones importantes que van a marcar un poco el futuro y yo creo que todas nos hemos sentido así, en una encrucijada, en un momento determinante en el que sabes que te estás haciendo adulto, que estás dejando atrás las preocupaciones más adolescentes y estás enfrentándote a la vida adulta. Silvia es la amiga loca que todos tenemos, con la que todo el mundo quiere estar. Es muy impulsiva y todos tenemos esa parte que nos empuja a pasárnoslo bien, a ser felices con la vida, a ser especiales, a no esconder nuestras rarezas y excentricidades. Y Elisabet, a día de hoy, estoy aún en su búsqueda. Soy una persona más bien tímida que muchas veces a través de mi alter ego @betacoqueta en las redes sociales y a través de los personajes de los libros, me lanzo a hablar más de esas cosas que nos preocupan y que están dentro de nosotros. He soñado siempre con hacer disfrutar a la gente con las cosas que escribo.
¿Qué tienen en común con cualquier Silvia, con cualquier Valeria, con cualquier Lola del mundo?
Creo que todas compartimos ciertas preocupaciones y ciertas inquietudes y motivaciones. Todas buscamos la estabilidad, la realización personal, profesional, el amor… Tanto los personajes, como las lectoras, como yo, tenemos ese punto en común de chicas de ahora y todas estamos en ese camino de búsqueda.
Escribes novelas de chicas para chicas. ¿Por qué crees que es necesario este género? ¿Hay novelas de chicos para chicos?
No soy muy fan de la distinción de géneros, o por lo menos no tan marcada. Me parece que es necesaria, el ser humano tiende a ordenarlo todo, cierta catalogación es normal pero me parece que a veces, las etiquetas de los géneros alejan ciertos libros de ciertos lectores que, a lo mejor, si cayera en sus manos sin prejuicios, disfrutarían. El chiclit, que es la etiqueta que se utiliza para la literatura que yo escribo, determina bastante bien lo que es el género. Las protagonistas suelen ser mujeres, habla de esa mujer al final de la veintena y principios de la treintena que está buscando su realización profesional a veces con más glamour y otras veces con menos. Todo ello no implica que no pueda tener lectores masculinos y que no pasen un buen rato. Creo que es más añadirle prejuicios que otra cosa.
Independientemente de que puedan leerlo chicos o no, por ejemplo, en El diario de Lola, sí que haces referencia explícita a las lectoras
Sí, porque El diario de Lola es otro concepto. Está a medio camino entre la ficción y la no ficción. Es una respuesta a una petición que se recibió a través de las redes sociales de lectoras que se habían enganchado a Valeria y que decían que se habían sentido muy identificadas y que les gustaría tener ese diario o esa agenda roja que acompaña siempre a Lola. Fue un homenaje para ellas, para hacerlas sentir dentro de ese mundo Valeria, hacerlas partícipes y que compartieran un rinconcito con las chicas. El noventa y cinco por ciento de las personas que han contactado conmigo son mujeres, igual que se generaliza el masculino cuando hay muchos lectores aunque haya alguna lectora, este es el mismo proceso pero a la inversa.
¿Por qué crees que las chicas necesitan este tipo de literatura?
Verse identificado con los personajes principales de un libro te hace sentir mucho más acompañada. Pensar que esto que me preocupa no es raro, que nos pasa a todas… Además, la saga Valeria tiene un punto como Sexo en Nueva York o este tipo de novelas, es aspiracional también. Las chicas quieren acercarse por el reflejo, por el espejo que supone. Quiénes somos, quiénes queremos ser.
El diario de Lola, que no llega a ser una novela al uso, tiene un espacio para que la propia lectora escriba el libro. ¿Con qué intención lo creaste? ¿Pretendías ayudar a las chicas? En cierto modo, tiene un componente de motivación, de ayuda…
En la editorial lo planteamos, además de como un homenaje a todas las lectoras, como un espacio de reflexión: ese momentito del día sólo para ti, para poner por escrito lo que ha pasado o las cosas que te hacen feliz. Es algo en lo que no nos paramos demasiado a pensar y pienso que en el momento en el que te paras a redactar algo, ordenas muchas ideas que, de otra manera, pasas por alto. Una especie de rincón al que acudes después de un día de locos para encontrar un mimo para una misma. Compartir confidencias y sentir que no estás sola.
Ya no sólo literatura como entretenimiento, sino como bálsamo
Nunca he tenido el propósito de hacer reflexionar, me parece muy grande para mí. Me quedo con entretener, que me parece algo muy importante porque también necesitamos a lo largo del día algo que nos sirva de oasis para desconectar. Sí es verdad que mucha gente que me escribía, me decía que Valeria le había hecho pensar, que había hecho cambios en su vida… Nos dimos cuenta entonces de que Valeria era una especie de lugar común donde se encontraba mucha gente diferente. El mensaje que tienen estos libros no es moralino, es más bien como decir “yo soy el centro de mi vida y mi felicidad no depende de otras personas sino de mí misma”.
¿Crees que las redes sociales han potenciado la necesidad de escribir diariamente, de contarle al mundo y a nosotros mismos lo que nos ocurre constantemente?
Decía un profesor mío de la universidad que desde que el mundo es mundo, el ser humano ha buscado referenciarse a través del arte. Ese momento de escribir siempre ha estado ahí, lo que ha cambiado ha sido el medio. Creo que las redes han empujado mucho en dirección a la libre opinión y la expresión de todos estos pensamientos que nos acechan. También hay otra cosa aquí que puede ser un arma de doble filo: el anonimato, que da mucha libertad para emitir juicios, a veces, demasiada.
¿Elisabet escribe un diario?
Tengo redes sociales, que siempre dejan bastante de ti en cada mensaje que escribes y dejo mucho de mí en cada libro. Cuento lo que me pasa a través de mis personajes y por eso no tengo mucha necesidad de escribir un diario secreto, porque tengo la herramienta de utilizar a mis personajes para esconder todas estas cosas en sus diálogos. Mi diario son mis libros
Veintidós mil seguidores en Twitter, más de treinta mil en Facebook y además súper ventas. ¿Qué fue primero? ¿El huevo o la gallina?
Cuando empecé con @betacoqueta tenía doscientos seguidores en Twitter. Creo que se ha ido retroalimentando. El boca a boca ha hecho mucho por los libros a través de las redes sociales, así que es un círculo. Es cierto que las redes sociales hoy en día, para un escritor novel que se lanza a la aventura, suponen una ayuda enorme porque son tu propio plan de comunicación. Tampoco es para usarlas como marketing porque creas una familia y se va un poco de ti en cada mensaje. Pero son una herramienta muy poderosa.
Actualmente, ¿estar en las redes es necesario para estar en las estanterías de una librería?
Dicen mis padres que es de bien nacido ser agradecido. Soy una autora que nació en las redes. Me encontró la editorial tras autopublicarme en Amazon y se pusieron en contacto conmigo a través de Twitter, así que ha sido todo gracias a las redes sociales. Creas una familia a la que no siempre conoces pero que nunca deja de acompañarte. Además de que es una herramienta de trabajo, es una toma de contacto con la realidad, porque recibes mensajes buenos y malos, es el feedback de los lectores en tiempo real. Es un termómetro de la situación y un contacto con el mundo exterior porque estás en tu casa con el ordenador y no ves nada más. Te sientes acompañado en este proceso que a veces es muy solitario.
Es muy difícil decir que en España que te dedicas en cuerpo y alma a escribir. ¿Es un camino sólo para los autores súper ventas?
Es complicado y aún así tienes que moverte porque no sólo son los libros, yo también colaboro con la revista Cuore… El mercado editorial ha pasado una mala época, como todo lo demás y aunque ahora esté resurgiendo, es difícil vivir sólo de los libros. Yo pensé que jamás iba a conseguirlo, nunca me lo planteé como meta. No sabría decirte si es posible o no, porque yo lo he conseguido, pero en estas cosas sabes dónde estás hoy pero no dónde estarás mañana. Hay un momento para arriesgarse. Yo estoy viviendo el momento.
¿Hay una moda pasajera en esto de la novela romántica y erótica?
Literatura romántica ha habido siempre, quizá ahora tiene más visibilidad. Lo que pasa es que antes sí que había más prejuicios y llevabas forrados los libros. Pero el amor es un tema universal para tratarlo en la literatura. Creo que hay espacio para el género romántico durante mucho. Los subgéneros que van saliendo como el chiclit o el erótico quizá si son modas que pasan o se quedan más tiempo… lo importante es evolucionar, no quedarte en el mismo sitio repitiendo el mismo mensaje una y otra vez.
Has escrito varias sagas, ¿qué te aporta el vivir durante varias novelas con los mismos personajes?
Enajenación mental transitoria. Llega un momento muy marciano en el que los personajes empiezan a formar parte de tu vida. El otro día estaba llorando porque echaba mucho de menos a los personajes de la última novela y me decía mi marido, “¡no son reales!”. Tú te sientes muy acompañada pero hay una cosa que los demás no entienden mucho y es que para ti, son casi reales, los sientes tuyos y lo pasas mal cuando ellos lo pasan mal y te ríes cuando ellos se ríen. Es un poco loco. Empatizamos mucho con ellos y como dejamos mucho de nosotros, pasan a formar parte de ti y vienen para quedarse.
¿Cuáles son los ingredientes que siempre van a estar en tu literatura?
Lo hago un poco instintivo, escribo por vomitonas. Siempre van a encontrar, si no una carcajada, porque hacer reír es difícil, sí una sonrisa. Me gusta contar las cosas con mucha naturalidad, que esta demodé, hay que volverla a poner de moda porque significa que la persona que proyectamos y la que somos se acerca mucho. Cuanto menos diferencia haya entre una y otra, más felices vamos a ser y más cómodos vamos a estar. Yo abogo por contar las cosas con naturalidad, por personajes que no son perfectos, que tienen sus propios pecados y quiero pensar que dibujo mujeres que a través de las páginas se hacen más fuertes.
¿En qué andas metida ahora?
Estoy con revisiones finales de mi próximo proyecto, que sale el 21 de enero. Se trata de dos libros, el primero de ellos se llama Martina con vistas al mar, que está ambientado en el mundo de la alta cocina, que me emociona un montón porque he pasado mucho tiempo viviendo con estos personajes y tengo muchas ganas de compartirlos. Vuelve a ser una novela coral donde hay una voz principal que es la de Martina, pero también están sus dos mejores amigas que también tienen sus historias. Es un libro distendido que va a sacar sonrisas, aunque la segunda parte será más intensa porque soy una drama queen y siempre he pensado que sin drama no hay conflicto y sin conflicto no hay historia.
¿Al final todo gira en torno al amor?
Sí. Y si no lo es, debería ser uno de los motores principales de nuestra vida. Tampoco hay que dejar la felicidad sólo en manos del amor externo. Nuestra felicidad no puede depender de una tercera persona. Al final es amor por tu familia, amor por ti mismo, por los animales, por las cosas que te gustan… amor al fin y al cabo.
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