Edward Hopper (1882-1967) amaba las películas de cine negro. Se cuenta que cuando el artista no podía pintar iba al cine a soñar en la soledad que garantiza una butaca en la oscuridad. Esta pasión ejerció una notable influencia en su obra llevándolo a simbolizar los clichés del cine americano y de la cultura popular. Habitaciones de hotel, dinners, gasolineras, personajes con maleta siempre dispuestos a cambiar de domicilio-la mitología del viaje en carretera-son algunos de los elementos que inspiraron a cineastas como Alfred Hitchcock, Wim Wenders o David Lynch. Y es que cuadros como “House by the railroad” recuerdan a la casa de “Psicósis”, al burdel donde creció Don Drapper de “Mad Men” o a la mansión de “La Familia Addams”.
Hopper es el pintor de la vida moderna norteamericana, pero no el de la América triunfalista de las estampas navideñas y los anuncios de Coca-Cola de Norman Rockwell o la publicidad de la época; sino de la nostalgia del ideal de la middle class donde reinan la soledad, el silencio y la extrañeza. Ahora trece de sus obras cobran vida en la película Shirley: Visiones de una realidad (2013) donde se narra el paisaje emocional de una mujer cuya vida nos transporta a los momentos históricos más relevantes de la historia americana del siglo XX. Shirley es una mujer fuerte e independiente que no tolera las injusticias sociales ni acepta el rol tradicional de esposa y madre. La protagonista es una actriz con profundas convicciones político sociales que quiere influir en la realidad que la rodea renegando de la pasividad doméstica impuestas a las mujeres de su tiempo.
Shirley es todas las mujeres que retrató Hopper. Él también ponía nombre e inventaba las historias de sus personajes, porque su obra siempre son posibilidades a lo que pueda ocurrir. Shirley es la que lee un horario de trenes como si fuera una carta de amor. La que observa cómo la luz del amanecer lo inunda todo y espera hasta que la oscuridad reine en las oficinas, pero sobre todo, Shirley es la que vive entre ventanas. A la que observamos como un voyeur deseoso de contagiarse de esos trece escenarios preciosistas que a todos nos resultan tan familiares, porque aunque no estés metido en la hoppermanía sus cuadros se han parodiado hasta en “Los Simpsons”.
Se ha dicho que este film es un experimento pictórico más que cinematográfico, propio de una sala de museo más que de cine, sólo recomendable-soportable para amantes del arte y de Hopper. Pero si eres de los que desafían a Theodor Adorno y todavía crees en la necesidad de la belleza, como todos aquellos que piden casarse delante de “Nighthawks” en el Art Institute de Chicago (true fact), deberías acercarte a la filmoteca. El mejor plan arty para un martes por la noche.
Filmoteca de Murcia, 14 de octubre 2014
20:00 – Conferencia «Hopper, la Modernidad y lo Cinematográfico» a cargo de Miguel Ángel Hernández*
*(Conferencia suspendida debido a una indisposición de última hora por parte del ponente)
21:00 – «Shirley: Visiones de una realidad»
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