Ocurrió allá por 2010, “Celda 211” se hacía con nada más y nada menos que 16 nominaciones,¡16! Muchas personas (entre las que me incluyo) consideraron que la película de Daniel Monzón no merecía una acogida tan abrumadora, otras incidieron en que la comercialidad es lo que da dinero y eso se ha de incentivar; Otros tantos, sin embargo, simplemente se preguntaron “¿Qué demonios son los Goyas?¿Y a quién le importan?”
Todo el mundo tenía parte de razón, el problema es que todos los años nos encontramos algún despropósito entre nuestros premios más prestigiosos. Y canta bastante, la verdad sea dicha. Volvamos a 2010, que fue cuando “El baile de la victoria”, ese despropósito de Fernando Trueba, se llevó nueve nominaciones. Que la crítica le da una paliza, a la academia le da igual; que el público español la rechaza, a la academia le da más igual todavía.
Todo esto me provoca una gran curiosidad por conocer el proceso de selección, que supongo que será algo así:
–Creo que El baile de la victoria no está gustando mucho…
–Vale, pues métele cuatro nominaciones y tirando
–Pero es que la crítica está que trina
–¿Qué me dices? ¡Pues que sean siete!
-Por cierto, ninguno del jurado la ha visto, pero es de Fernando Trueba
-¡Joder, eso se dice antes! Que sean nueve y además que le den la candidatura para que nos represente en los Óscar.
Y así llevamos varios años ya, con una relación amor-odio para con nuestro cine que tira para atrás. Y este 2015 no ha sido una excepción, porque las dos favoritas, “La isla mínima” y “El niño”, están nominadas, y lo peor de ambas, Jesús Castro, también. No tengo nada en contra del chaval, pero es que su falta de gesticulación es alarmante. Para muestra un botón:
Aquí tenemos a Jesús Castro conduciendo, con su vida en peligro, al extremo, muy nervioso vamos.
Aquí aparece más serio, analítico, explorando las posibilidades de la situación. O seduciendo al espectador, no estoy muy seguro.
Esta es interesante: es la cara de Jesús Castro amenazando de muerte a un policía tras teletransportarse cual ninja, totalmente sibilino.
Y la mejor sin duda: Jesús Castro justo después de haber recibido un bofetón en la cara por parte de otro policía bastante chustero, por… bueno, por listo.
¿Vosotros sois capaces de encontrar las diferencias en su rostro? Porque yo no. Pues nada, una nominación para el chaval. Lo peor no es que Jesús Castro opte a ser el mejor actor revelación de nuestro país sin ni siquiera ser actor, lo peor es que muchos otros que lo merecen de verdad están ahora mismo viviendo con sus padres a la espera de una oportunidad para ganarse la vida. Así nos va.
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