La primera vez que lo escuché fue en un viejo pueblo perdido entre colinas de olivos en Jaén, allí donde las radios gobiernan el horario nocturno, dejando entrever el escaso latir de las calles de pueblo. Su voz, algo mágico; su música, una fusión de sentimientos y de estilos. En aquella ocasión presentaba su segundo disco de estudio, donde por fin, según dijo, “nos bajamos del barco y empezamos a recorrer todas las calles”.
Pero quizá no tengo que empezar hablando de él, no sería justo olvidarme de quien compone lo que Toni canta. A veces resulta que de lo cotidiano de la vida, de los diálogos que nacen cada día, se puede sonsacar una y diez canciones más. Javier Lagunas, poeta, es quien nos cuenta como son “Un beso de esos”, el que nos hace luchar por “Las causas perdidas”, es quien nos hace saber que “Amaneció sin querer”.
Quizá el hecho de que fuese el Teatro Circo, y no otro lugar, el que acogiese el concierto, pudo influir en la magia que se generó aquella noche: buen acústico, buen juego de luces, buenos asientos… Pero como más de uno catalogaría esta música como de “bar”, pues no hay opción. A su hora en punto el telón se abrió y los músicos fueron saliendo, un placer volver a ver la perilla de Javier Toboada junto a su guitarra clásica, la cual hizo lucir una serie de arpegios que hizo brillar cada canción como se merece.
Rasgada, fuertes agudos, melancólica…, así llegó la voz de Toni Zenet al escenario. Nos vino a presentar su último disco, “La menor explicación”, una evolución de su música, un poquito de todo, una gran fusión. Una trompeta de Nueva Orleans, un ritmo latino de Cuba, unos acordes en séptima procedentes de alguna Bossanova perdida por Rio. Esas canciones hablaban de “Ella”, de estar “Contigo”, hablaban de “Estela” y de quién es su dueña. Ese sombrero hacía gala de la cabeza que cubría, esos pases de baile, ese amor en el ambiente. “Ella era mala”, «No lo dudes”, “Sé que estás pensando en mi”…
Cuando llenó la sala Narciso Yepes nos dijo: “somos un grupo humilde, con música humilde y estamos con una discográfica humilde que sólo maneja a 4 bandas más como nosotros, y es así como se deben hacer las cosas en este país”, lección de humildad…
Sin duda, esas canciones que acabaron sonando estaban capitaneadas por el Jazz, un Jazz mezclado, fusionado, quizá hasta con influencia española. Malagueño, con su acento andaluz, su humor abierto y sin medidas, hizo disfrutar al público de una noche inusual. Tocando el ocaso del concierto, se fue con aquél arpegio de guitarra que nos emocionó a todos, sabíamos cuál era y la queríamos oír de sus labios. Una vez más, nos hizo “Soñar contigo”…
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