Cuántas veces habremos escuchado: “Déjate llevar”, “Disfruta de la vida que son dos días”, “Se como yo, que no me pienso las cosas”, “¿El futuro? Bah”, “Quien no arriesga no gana”. Por la infinidad de ocasiones en las que hemos estado presentes mientras alguien (quizá con un Carpe diem tatuado a fuego en alguna parte de su cuerpo) se dirigía a nosotros con frases como estas, propongo un plan:
El primer paso es pensar qué es arriesgar. Que no es lo mismo hacer puenting sin cuerda (dime que se gana ahí) que arriesgarse a perder dinero en una apuesta entre amigos. Que no es lo mismo comprar comida que nunca has probado y que luego esté malísima que arriesgarte a que la persona que te gusta te rechace al declararte… el miedo a esto último está sobrevalorado hoy en día. La definición del verbo según la DLE (la RAE de toda la vida) es: Poner a riesgo.
Llevo días sin dormir, hay algo en este asunto que me desconcierta. Intento encontrar el por qué de este dicho, dónde se esconde la necesidad de ponerse en peligro para obtener un sí, para ganar. No hablo de no tomar decisiones, para nada, y lejos queda de dar un tono pesimista al asunto. Hablo de por qué tomarlas tiene siempre que suponer un riesgo. Quizá se puede ganar pisando sobre suelo seguro, y si no, mirad como Will Smith en Soy Leyenda no salía de noche a esperar a que hubiese algún superviviente en la ciudad. Will era listo, lo hacía de día cuando no merodeaba ningún mutante por allí, Will no había escuchado nunca esta frase. En El Gran Gatsby, DiCaprio se arriesga a mentir por cubrir a su amada Daisy y ya sabemos cómo acaba la cosa. Y hablando de arriesgarse por amor, no recordemos a Joseph Gordon-Levitt en 500 días juntos.
Aqui se discute sobre abrir puertas y cerrar ventanas, porque arriesgar es ponerse una venda en los ojos sin saber en qué dirección se va y el camino se puede disfrutar mucho más observando el trayecto con todo lo que pueda venir de imprevisto. Tenemos el poder de decidir qué puertas abrir y cuáles de ellas atravesar, decidámonos, apostemos por la valentía como hizo Matt Damon en Destino oculto.
¿Y si fuese ‘quien no decide no gana’?
Puede que eso nos pusiese las cosas más fáciles. Parece que eso da menos vértigo que la palabra arriesgar. Ojalá aquella persona que hizo conocida esta premisa hubiese sido más positiva y no transmitiese tanta incertidumbre en cinco simples palabras. Decidir trata sobre quedarte con una cosa o con otra, sobre realizar una elección propia, sobre hacerte creer por un momento que eliges la opción 1 y no la 2 porque es esa la que de verdad quieres, porque así debe ser, porque así va a ser. De tomar decisiones habla muy bien Las posibles vidas de Mr.Nobody:
“Si mezclas el puré de patata con el tomate verás que ya es para siempre, no puedes volver a separarlos. El humo que sale del cigarro de papá nunca vuelve a entrar. No podemos volver atrás. Por eso es difícil elegir. Tienes que tomar la elección correcta. Mientras no escojas, todo es una posibilidad”.
“Antes era incapaz de hacer una elección porque no sabía qué iba a pasar. Ahora que sabe lo que va a pasar, es incapaz de hacer una elección”.
Quien habla ahora de arriesgarse…
¿Y si alguien hubiese estado ahí para decir que arriesgarse era perder?
1 Comment
Las grandes películas, los éxitos deportivos, las empresas líderes, los grandes proyectos, las familias, el amor, y en definitiva, la vida son posibles gracias, en parte, a personas que dijeron SI a arriesgar.
Quién arriesga lo hace con ilusión, soñando con que el azar, el destino, Dios o esa persona le conceda la felicidad que en esa zona de confort no encuentra.
Para mí: «Quien no arriesga, no vive».
Pdta: Me encantan tus alusiones al cine, cuando te vea te diré unas cuantas! 😉
Un beso!