La industria de los videojuegos es sin duda una de las que más ha crecido durante los últimos años, llegando a alcanzar los 83.600 millones de dólares de cuota mundial y los 1.485 en nuestro país. Detrás de estas cifras se esconde cada vez un número mayor de puestos de trabajo directos e indirectos: desarrolladores, artistas, diseñadores, programadores, distribuidores, gestores de plataformas, revistas y medios, agencias etc. Al mismo tiempo existe toda una comunidad que sigue la actualidad ‘gamer’ con una devoción incuestionable, no limitándose a jugar, sino creando, compartiendo y comentando todo tipo de contenido relacionado. Y es que hace ya tiempo que los videojuegos se hicieron su hueco en el imaginario colectivo tanto como el cine, la música o la literatura. Hueco que en los últimos años se está ampliando tan rápida como merecidamente.
Dentro de ese auge económico y cultural del sector existe una corriente, una clase, un tipo, o quizá una categoría, que está experimentando aún un crecimiento mayor: los videojuegos independientes o indies.
¿Y qué es un videojuego indie? El término ‘indie’ ya nos trajo suficientes quebraderos de cabeza hace unos años en el campo musical, cuando hordas de grupos se subieron al barco de lo ‘indie’ hasta hundirlo en las profundidades del mainstream. Con los videojuegos es diferente, esta etiqueta no define un género o una estética, en todo caso define el aprovechamiento de unas limitaciones para dar rienda suelta a la creatividad. En este sentido no es sino un reflejo más del panorama social actual, en el que la innovación y la búsqueda de nuevos caminos pretenden dar respuesta a la incertidumbre.
Sucede que, si bien antes la tecnología necesaria era una barrera de entrada muy a tener en cuenta, ahora cada vez se encuentra más accesible, y a la vez acompañada del santo grial del ‘Do It Yourself’ en la era digital: Los tutoriales. A esto hay que sumarle toda una generación que merendaba frente a la Nintendo, que llegaba tarde si no podía guardar la partida, y lo más importante: con acceso a estudios y formación en informática.
Podríamos decir que la mayoría de videojuegos indie tienen en común lo siguiente:
- Son llevados a cabo por equipos relativamente pequeños.
- Cuentan con un presupuesto modesto –muchas veces mediante crowdfunding-.
- Su distribución es básicamente digital.
- No están sujetos en su desarrollo a los designios de una gran compañía.
Tal vez estamos acostumbrados a que se trate a los videojuegos como un entretenimiento menor, que no puede compararse a un libro o a una película de Truffaut. De esta manera se le niega una dimensión artística, que aunque fuese por combinar otras artes, se merece. Se obvian demasiadas veces aspectos como su discurso, simbología, o arte visual –este último tradicionalmente simplificado a buenos o malos “gráficos”-. Uno de esos aspectos, y por el que estamos aquí reunidos, es la banda sonora o música del juego.
La banda sonora no sólo complementa nuestra experiencia como usuarios/jugadores, sino que también puede modificarla. Aquí tenemos un ejemplo tal vez un poco tonto pero muy efectivo de cómo la música altera nuestra percepción de otros elementos:
Por lo tanto no es un componente prescindible o ‘extra’ que añadir en la postproducción, sino un mecanismo artístico y técnico que crea discurso y define el juego. ¿O acaso no contribuye la melodía de Super Mario a su identidad? ¿Daría tanto miedo Silent Hill sin su escalofriante banda sonora?
La música en el videojuego indie está cobrando especial importancia debido a dos razones:
- Al no contar con demasiados recursos, la banda sonora se convierte en un elemento idóneo para ambientar el juego. Se tiende a exprimir su potencial en términos de inmersión, entendiendo esta como «la coherencia de la ficción del juego y su aceptación».
- Se está dando a muchos músicos y/o productores una oportunidad creativa que hasta no hace mucho sólo llegaba a unos pocos y de la mano de los gigantes de la industria.
Pero ya está bien de teorizar, como dijo Frank Zappa «hablar de música es como bailar arquitectura», así que he reunido algunos títulos indies cuya música sirve perfectamente como ejemplo y a la vez como recomendación:
En Gods Will Be Watching –juego desarrollado en Valencia por Deconstructeam– encontramos todo un ejemplo de cómo la música puede ser un elemento narrativo dentro de la historia del juego. En este point and click thriller el tiempo no será un elemento más, sino que de su gestión dependerá nuestro éxito o la muerte de nuestro equipo -perro incluído-. El título del juego no es casual, en «Los dioses estarán vigilando» tendremos que lidiar con problemas y decisiones morales que nos perseguirán a lo largo de la trama, como ejecutar a un rehén para dar ejemplo o sacrificar a tu perro para sobrevivir en un planeta desierto. Esto plantea un reto musical muy interesante, que su creador, Pablo Ruíz -a.k.a Fingerspit-, describe mejor que yo en una entrevista a Indieorama: “La música intenta transmitir la situación en la que te encuentras, qué sienten tus personajes; te explica cómo debes sentirte.”
► Escuchar BSO de Gods Will Be Watching
En FEZ jugamos como Gómez, un simpático personaje que nos recuerda a un Kodama y que habita en un universo 2D. Tras tropezar con un hexaedro mágico, Gómez adquiere la habilidad de manejar una dimensión hasta ese momento desconocida en su mundo: la tercera. Así tendremos que aplicar la lógica para resolver un montón de escenarios y puzzles alternando entre el 2D y el 3D. En su Original Soundtrack se reinventa el sonido chiptune de los arcade de toda la vida, añadiendo ambientes y sintetizadores más actuales. La música la la firma Disasterpeace -Rich Vreeland-, uno de los grandes compositores del mundillo y más conocido aún por ser el responsable de la BSO de la película ‘It Follows’.
Braid mezcla plataformas, puzzles y microviajes en el tiempo, todo esto mientras buscamos a nuestra desaparecida princesa de castillo en castillo. Durante la aventura nunca nos veremos ante una pantalla de Game Over, pues la muerte de nuestro personaje será necesaria para aprender cómo resolver cada nivel, ya que con una tecla podremos retroceder -y avanzar- en el tiempo tantas veces que queramos. En la música que ambienta todo el universo de Braid predomina el sonido de cuerda, acompañado de algún que otro piano. Una mezcla de épica y nostalgia que según su creador “Da la sensación de estar bailando solo, de estar adentrándose en otro extraño mundo”. Braid también es conocido por su trasfondo nostálgico y triste, ya que trata temas como el olvido o la culpabilidad.
Limbo es uno de esos juegos que uno cita cuando se encuentra defendiendo que los videojuegos pueden ser obras de arte. Un plataformas 2D ambientado en un escenario tan siniestro como inhóspito, repleto de puzzles, trampas mortales y ofensivos desconocidos que querrán hacernos daño. Existen diversas teorías sobre su trasfondo y polémico final. Otro ejemplo de cómo los videojuegos trancienden la pantalla, siendo objeto de interpretaciones y encerrando significados profundos del mismo modo que lo hacen las películas. Su banda sonora es obra de Martin Stig Andersen, especializado en música acusmática y cuyos sonidos y ambientes nos atrapan sin remedio en el tétrico universo de Limbo.
Si algún día regento un after o me hago DJ, pincharé sin duda la BSO de Hotline Miami. El resultado, con toda probabilidad, será una fiesta legendaria y algo bizarra hasta el amanecer del día siguiente. Una mezcla de electropop de película de los 80 y house gamberro nos acompañan mientras, literalmente, ‘matamos a todo lo que se mueve’ desde una perspectiva cenital. El juego está ambientado a finales de los ochenta, y en parte inspirado por la película Drive, cuyo director, Nicolas Winding Refn, aparece en los créditos finales.
► Escuchar BSO de Hotline Miami 2
Estos son sólo algunos títulos que, en mi opinión, demuestran tanto que la música puede ocupar un papel central en el videojuego, como que dentro del ‘género’ indie se están creando auténticas joyas, pero existen infinidad más -Machinarium, Journey, Child of light, Super Meat Boy…-.
A pesar de que la música esté concebida en base al juego, eso no quita para que se pueda escuchar de forma independiente, al igual que las bandas sonoras del cine. En esta línea, y para terminar, me he tomado la libertad de crear una playlist con una pequeña recopilación de temazos del indie gaming que podéis escuchar aquí.
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