Me duele el cuello de tanto balancear la cabeza en el Dock Festival. Ya en la fiesta de presentación que se celebró el viernes (cuya entrada era gratuita) la selección de bandas estuvo a la altura y nos sumergió por un recorrido de riffs, solos y virtuosismo; con una acústica y un sonido envidiable, además. La fiesta comenzó con dos bandas murcianas: Sarabia y la tribu del Groove y Carlos Vudú y el clan jukebox. Ambos grupos practicaban un estilo que bebía mucho del rock de los 60 y primeros 70. Llamó la atención el talento del guitarra solista del clan jukebox, que no tendría más de 18 años y dominaba la guitarra blues con una soltura insultante para su edad.
Pero, a pesar de la buena impresión que dejaron ambas bandas, cuando se subieron al escenario The Steepwater band quedó claro que el talento y el “duende” blues-rockero es algo que viene mucho más determinado en los genes yanquis. Los de Chicago, que eran cabeza de cartel del día siguiente, se marcaron un set-list de covers de clásicos del género para la ocasión, y lo hicieron de puta madre. Los encargados de cerrar la fiesta fueron Santi Campillo & la Electric Band, sin Pepe Bao (que solo apareció en el cartel). La banda se marcó un repertorio cargado de clásicos del rock duro: “Whola lotta love” de Led Zeppelin, “Voodo chile” de Hendrix, “Higway to hell” de AC/DC, “Rocking in the free world” de Neil Young… Fueron ejecutadas con la justicia que se merecen y aderezadas por las muestras de virtuosismo de Santi Campillo y Steve Emery.
Al día siguiente el festival propiamente dicho comenzaba a las seis de la tarde. Lo que en verano y aquí en Murcia significa cocerse al sol. Por sentido común tuvimos que perdernos a Empty Bottles y apurar unos litros frescos en la sombra de los árboles del parque. Aun así, escuchando desde el banco, pudimos disfrutar de la calidad de la banda que en su sonido recuerda a bandas sureñas como The Black Crowes o The Allman Brothers.
A las siete ya había bajado un poco el sol y entramos a ver a los Tiki Phantoms. Los catalanes tocan un rock and roll instrumental muy influenciado por la música surf. Vestidos con traje y con máscaras de calavera, el grupo no desentonaría en la Teta Enroscada (el bar de Abierto hasta el amanecer). Hubo un momento en el que el guitarra y el bajista bajaron a tocar entre el público y pusieron a una gran parte a bailar la “tikiconga”.
A nuestro pesar, tuvimos que perdernos a Smoking Bird para cenar algo y poder llegar recompuestos a ver a The Delta Saints. Los de Tennesee facturaron uno de los conciertos con más fuerza del festival. Vestidos como auténticos bluesmen de los cuarenta y descalzos como si acabaran de venir de refrescarse los pies en el delta, ofrecieron un combo de poderosas canciones que combinaban el blues, el funky, el soul y el rock con sabiduría y precisión de cirujano. Un grupo joven que promete convertirse en clásico.
Los siguientes en tomar el escenario fueron ELDORADO. La banda toca un hard rock que bebe de los clásicos como Led Zepellin y Black Sabbath pero que también recuerda a grupos más recientes como Audioslave o Wolfmother. Fueron los más cañeros del festival e hicieron moverse al público.
Sobre las diez volvieron a subirse al escenario The Steepwater band, esta vez para tocar temas propios. Estuvieron mejor aún que la noche anterior. La poderosa voz de Jeff Massey y sus duelos de guitarra con Eric Saylors pusieron los pelos de punta a un público que cada vez estaba más convencido de haber asistido a uno de los mejores conciertos del verano en la región.
Esta impresión terminó de confirmarse con los míticos Ten Years After. Curiosamente fue el último concierto y el primero en tener problemas de sonido; primero con el teclado de Chick Churchill y después alguno puntual con la guitarra de Joe Gooch. Aun así, los británicos ofrecieron un dignísimo concierto en el que sus seguidores llegaron a la catarsis cuando sonaron clásicos como “Love you like a man” o “I´m going home”. Leo Lyons demostró por qué está considerado uno de los mejores bajistas de su generación (además de ser uno de los más carismáticos), y los nostálgicos de Alvin Lee (primer guitarra de la banda) se dieron cuenta de que Joe Gooch es también un “guitar hero” por derecho propio; cuyo estilo es una mezcla explosiva entre BB King, Slash y Tom Morello.
La primera edición del Dock festival fue, en definitiva, una reivindicación de la mejor música y una oferta cultural que promete plantarle cara al festival de Jazz de San Javier. Esperemos que haya segunda.
Daniel Sánchez Parra
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