Cómo la fotografía puede transformar la educación
Como fotógrafo, ingeniero forestal, antropólogo y artista visual que utiliza la fotografía para reflejar su preocupación por la naturaleza y los problemas medioambientales, David de Flores, director de la Escuela de Fotografía La Cámara Roja, nos ha dedicado unos minutos para hablar de un tema que también es esencial para la educación.
Se trata, ni más ni menos, de la utilización del gran potencial de una cámara de fotos como herramienta creativa y pedagógica en las aulas.
En el artículo de hoy, David nos desarrolla cómo la fotografía puede transformar la educación para concienciar al mundo de esta herramienta creativa. ¿Te lo vas a perder?.
La fotografía: una herramienta para el autoconocimiento
La educación de los más pequeños consiste en otorgarles las herramientas y medios que faciliten su desarrollo en el mundo que tienen por descubrir, pero, además, es clave para que los niños aprendan a conocerse y a saber quiénes quieren ser en ese mundo.
En ese descubrimiento externo e interno, la cámara de fotos también puede ayudar a los niños a reconocerse. Delante de una cámara, los niños empiezan a construir su identidad y se muestran a los demás en un proceso que refuerza la confianza en uno mismo.
De hecho, la cámara se convierte en un espejo que les devuelve la mirada, un espejo en el que reflejarse y que complementa esa ventana de la que hablábamos antes, desde la que los niños podrían empezar a observar el mundo y a conocerlo de una forma activa, responsable y creativa.
¡Y no solo eso! Hay una serie de aspectos que demuestran este poder de la fotografía en la educación. Sigue leyendo porque te lo cuento todo.
1. La fotografía es una ventana al conocimiento
Sin entrar en cuestiones prácticas y técnicas de lo que los niños pueden aprender con la fotografía, la cámara de fotos puede ser, entre un montón de cosas, una ventana desde la que mirar el mundo. Una ventana para observar lo que pasa a su alrededor.
En definitiva, una ventana al conocimiento que ayudaría a los profesores en su educación y que acompañaría a los niños a explorar el mundo que se abre ante ellos. Es a partir de esa ventana, desde la que las niñas y niños, pueden fijar su mirada en los detalles que, sin la definición de una cámara, pasarían inadvertidos. Por poner
unos ejemplos sencillos, pueden ver las partes de una flor sin necesidad de un microscopio.
2. Una cámara de fotos da lugar a una mayor responsabilidad
La cámara de fotos puede ayudar a que nuestros hijos sean más responsables, más cuidadosos y más participativos en las actividades del aula.
Por ejemplo, imaginaos si, cada día, se nombrara a uno de los alumnos como fotógrafo o fotógrafa del día y ese niño o niña fuera la encargada de hacer las fotos en las actividades del día.
Al final del día, todos los alumnos podrían ver todas las fotos en esa pizarra electrónica y, entre todos, elegir las 10 mejores fotos del día. Estas fotos, bajo la supervisión del profesorado, podrían formar parte del conjunto de imágenes que se envían a las mamás y papás como resumen de la actividad.
Me aventuro a pensar que para la niña que le tocara ser fotógrafa en ese día, sería un día muy, pero que muy especial, además de ser una experiencia motivadora, creativa e integradora para los niños.
3. La fotografía revela la creatividad de los más pequeños
Otra cuestión que la cámara puede ayudar a revelarnos es la singularidad de cada niño, porque todos tienen algo muy especial. En mis clases de fotografía con pequeños, suelo poner un ejercicio muy simple: todos deben fotografiar la misma cosa, por ejemplo, una misma flor, un mismo árbol o un lugar determinado.
El resultado es habitual y revelador: no hay dos fotos iguales, porque, aunque todos fotografíen el mismo elemento, cada uno lo hace con su propia forma de ver el mundo.
Y es a partir de algo tan simple como fotografiar una flor, donde se manifiesta la creatividad y se observa la singularidad de cada uno de nosotros, lo que puede ser un indicio más que ayude al profesorado a dar cuenta de la particularidad de cada uno, punto de partida desde donde potenciar las habilidades y reforzar las carencias de cada niño y niña.
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