Quedan cuatro minutos para las diez y media y se apagan las luces en el Estadio Sánchez Cánovas de Molina de Segura. Estamos en la décima edición del ya mítico Bside Festival y el concierto de Fangoria está a punto de empezar.
Un ajustado vestido rojo deja ver a la protagonista indiscutible del concierto: Alaska. Junto a ella cuatro bailarines, también con ajustadísima vestimenta, llenan el escenario haciendo de la coreografía un arma de atracción desbordante. No sé qué me das es la canción inaugural, una de las más conocidas y aplaudidas por el público. Empiezan fuerte, pisan con ganas y se ponen a volar. Antes o después es la siguiente canción, tras la que Alaska se dirige al público “Queríamos estar aquí desde hace ya diez años, hoy el festival es todo nuestro, estamos solos”. Siguen el espectáculo –porque no se puede usar otra palabra cuando se habla de los conciertos de Fangoria– retorciendo palabras de amor y dando muestras de que Para volver a empezar, Menos es más.
El público disfruta, aunque si lo comparamos con el que llenó el concierto de la banda en el Festival SOS 4.8 de este mismo año –mucho más abundante, por cierto-, parece que le falta vidilla. La siguiente canción no ayuda a animar a este público que está calentando, pues se trata de Lo tuyo no es normal, una canción algo más lenta. El empujón que les falta llega cuando Alaska y sus bailarines se cambian de ropa tras bambalinas, dejando atrás los colores que inundaban el escenario –tanto en sus vestimentas, como en la decoración- para optar por el siempre acertado negro. Todo, de nuevo, ajustado, haciendo de la perfecta curva la protagonista.
Un robot no cree en Dios es la elegida para empezar esta oscura segunda parte y le sigue uno de los míticos temas de Alaska y Nacho Canut: Absolutamente con la que los bailes son ya inevitables, así como los vítores cuando Alaska juega con la letra de la canción y le pone una vela a Sara Montiel. Con Perlas ensangrentadas siguen subiendo las endorfinas pero va quedando más que patente que el sonido del festival no está a la altura de las circunstancias.
Llega el turno entonces de la actuación en solitario del Ballet New Fantasía, el cuarteto de bailarines que amenizan con su baile la voz de Alaska. La inolvidable Ritmo de la noche de Mystic compartiendo notas con Bailando, de la época pegamoide no dejan que nadie se mantenga quieto en el estadio. Al final, todo el mundo se ha animado: hay saltos sí, pero no sobresaltos.
Hombres, Criticar por criticar y Cuatro colores –con una de las mejores puestas en escena de todo el concierto: la oscuridad lo inunda todo- siguen tras el fantástico intermedio dejando paso a la última parte del concierto, que inyecta más energía que las precedentes con canciones como Dramas y comedias, A quién le importa y Desfachatez, sin duda las más reconocidas, para dar con un fin apoteósico marcado por la inevitable vigencia del pasado: Ni tú ni nadie, nadie, puede cambiarme…
Fotografías por Mario Cayuela. Más fotos en nuestro Facebook.
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