Lo conocí una mañana de principios de verano. Nos cruzamos en una librería y fui presa de un flechazo. Los demás libros dejaron de existir y ya sólo quedaba él. Su olor, su nombre, su estilo… No atendía a razones y se me nublaba la vista. Y aunque no suelo ser tan atrevida, no pude dejar pasar la oportunidad, ¿y si era el amor de mi vida? Lo invité a comer. Entramos en un restaurante en el que no había demasiada gente y nos sentamos. Lo que siguió, pasó a un segundo plano cuando empezamos a hablar. No le importó contarme historias familiares, traumas, amores posibles e imposibles, filias y fobias. Me regaló todo eso y de forma tan única y especial que mi enamoramiento fue inevitable. Empezamos a vernos a menudo y, cada vez, su voz, su apasionamiento y su mirada se iban clavando un poco más en mí. Pasamos unos meses preciosos conociéndonos y reconociéndonos, aprendiéndonos. Me obligó a escribir, a contar su historia y así pasamos el mejor verano de nuestras vidas. Pero como nuestros maestros nos habían enseñado, el amor no dura eternamente. Tocaba el adiós.
No siempre ocurre pero los que creemos en la literatura, no podemos quitarnos la esperanza de que, algún día, suceda la magia. Y sucedió. El cartero llamó al timbre de casa preguntando por mí: Ahí estaba, era él de nuevo: había vuelto Andrés Barba.
“Caminar en un mundo de espejos” (Siruela, 2014) es el nuevo libro de Andrés Barba (1975) y viene en forma de estimulantes ensayos sobre variados e interesantes temas: desde la figura de Muhamad Alí hasta la fotografía monstruosa de Diane Arbus pasando por el humor de Sacha Baron Cohen y la literatura de la drogadicción. Temas algunos, en cierta manera controvertidos, que se vuelven claros y transparentes al ser mirados a través de la personal mirada de este autor, sin duda alguna, uno de los mejores de la literatura española actual (dejando a un lado mi profundo amor-obsesión).
A pesar de ser, sobre todo, novelista, y dar lo mejor de sí en la complejísima novela corta –no podéis dejar de leer “Ha dejado de llover” (Anagrama, 2012)-, Barba es todo un maestro en el ámbito del ensayo, en el que se coronó con “La ceremonia del porno” (Anagrama, 2007). En este nuevo libro de apenas un palmo nos (me) vuelve a enamorar con su dominio de la escritura que roza los límites de la perfección. Y no sólo reflexiona sobre temas intemporales y de actualidad, sino que nos invita a conocerlo un poco más a través de sus propias vivencias, ancladas, sobre todo, en la infancia. Polaroids, coches Ford Orion, pintores ciegos y el mar escritos de manera mágica y genuina.
Sé que podéis pensar que el amor ciega, pero con este escritor, el amor sólo ilumina.
Ilustración: Pablo Sandoval
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[…] mucho tu visión con la del escritor Andrés Barba: la incapacidad de comunicación, la soledad en la que se van viendo inmersos los personajes de tu […]