Variopinta variedad la que tocó el pasado viernes en el Microsonidos. Visitaban la sala 12&Medio los Trajano! y los locales One Body Two Heads y Thee Psychoskys. En la variedad está el gusto dicen por ahí, así que la desigualdad fué la tónica imperante en el sonido de la noche.
El cuarteto murciano Thee Psychoskys fueron los encargados de romper el silencio. Formados a base de retales de otras formaciones, portaban camisetas de rayas todos ellos. Hacen una mezcla de garage rock melódico y de power pop británico y revivalista. El suyo es un clásico ejercicio de restauración y de rescate de sonidos añejos. Un intento difícil de hacer cosas viejunas y conseguir darle personalidad. Prima el inglés sobre el español. Hay alguna versión entre temas propios. Mezclan surf, rock’n’roll sesentero, soul cazallero, rhythm&blues, british invasion e incluso mersey beat. Todo esto en una coctelera de complicada agitación.
Durante su bolo se les notó algo nerviosos, con varios fallos de compás o cantando fuera del micro a veces. Pero lo achaco a la dificultad que requiere esta música y lo alargado de su track list de más de 15 canciones.
Y a continuación empiezan a dar tralla los One Body Two Heads. Casi tocan su primer disco al completo. En realidad tocan pop- rock, pero no es ni una cosa ni lastra. Suenan a banda de estadio. Suenan a superbanda alternativa. A ratos parecen Dinero, a ratos a Placebo cantados por Pucho de Vetusta Morla haciendo rock duro. También rezuman algo de The Killers o RHCP en las raíces rítmicas. Poseen riffs de guitarras de Matt Bellamy de Muse o de Simon Neil de Biffy Clyro.
En directo ganan en energía y contundencia, respecto al disco, y eso que su sonido ya es todo esto. Pero por el contrario todas sus canciones se parecen entre si simplificando su interesante propuesta.
Trajano! no se andan con chiquitas y enseguida van al grano tras el cambio de utensilios. Estos zagales tienen estrella. Unos gallegos viviendo en Madrid que ganan un concurso de bandas del barrio de Malasaña y se van a Nueva York a grabar. Ya quisieran muchos. Empiezan envueltos en oscuridad y humo. Tras ajustarse correas y artilugios, empiezan con un tema instrumental de psicodelia alocada.
Lois empuña una Jaguar color verde esponja con decisión. Selecciona las pisadas a sus pedaleras y bebe agua de fuego en cada intervalo. Canta con la resonancia de una bodega. A veces sus letras son incomprensibles. Como novedad, está la reciente incorporación del teclista, quien con su bigote de galán, el cual se menea y contornea para seguir las melodías. Mientras Álvaro y Carlos, bajista y batería respectivamente, bromean entre si.
Meten la directa y casi sin hablar mezclan su primer EP “Terror En El Planetario”, con su lozano primer disco “Antropología” (Marxophone 2014). Tocan las animadas “Nieves del Kilimanjaro”, “Willow” y “El Ultimo Hombre Del Mundo”, quizá su canción mas famosa. Todos bailamos.
Un colega me dice que son los Joy Division españoles. Qué va, este grupo va mas allá de todo eso. Mediante la base pop de sus temas más conocidos, tejen una red sonora que te hace sacudir la cabeza con ingredientes de shoegaze, noise-pop, psicodelia y post punk de todas las épocas y estilos. Todo ello con gran personalidad y carácter que ya quisieran otros. Los han comparado con los The Horrors más actuales. Y suenan parecidos. También telonearon a Toy y todo se pega. Además de la parte psicodélica, hay new wave y hay raciones de German Coppini.
Las breves “Carrie” y “Mono” representan su sonido a la perfección. Una batería ochentera, un gran contraste de frecuencias entre bajo y guitarra. Removido con el eco de una voz cavernosa pero luminosa a la vez. Vuelven a Antropología para tocar “Sánscrito”, “Elegía” que recuerda a las baladas ruidistas de los Triangulo de Amor Bizarro. Lo mismo ocurre con “Jaguar”.
La mejor parte es el colofón con “155” e “Iker Jiménez” en la que los instrumentos acaban por el suelo, envueltos en la consecuente pelota sonora que crean. Oda ruidista como conclusión.
Y como epíteto éste: nada mejor que despreocuparse al tocar. Hacer lo que a uno le guste sin pensar en parecerse a uno o a otro.
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