Talco convierten la Garaje en un invernadero

Ésta es una crónica triste. Lo es por haber tenido que cubrir un concierto que prometía ambiente cálido, cargado e intenso teniendo que llevar una gasa tapando un boquete de recien operado de fístula. Los Talco, como buena banda de ska-punk, son unas de esas bandas que prefieres no ver simplemente meneando la pierna a la vera de su puesto de merchand (aislado de donde se centra la verdadera acción del concierto). Condiciones personales aparte, que para el caso no importan, la noche en el garaje fue una auténtica fiesta.

El concierto comenzó con las actuaciones de Mez-k y El Falo de Vigo. Las dos bandas casaban estilísticamente con el cabeza de cartel, y dieron dos conciertos contundentes en los que hicieron bailar y sembraron la semilla de lo que llegaría a convertirse la noche.

Pasadas las doce subieron al escenario Talco y desde ese momento hasta las casi dos horas después aquello fue un auténtico desfase. Con la sala prácticamente petada, los italianos ofrecieron un repertorio que, si bien puede pecar de homogéneo, es pegadizo e indudablemente efectivo para convencer a la audiencia de que está en un concierto de punk y debe actuar en consecuencia . El centro de la sala era una vorágine de la que no paraba de entrar y salir gente que parecía venir de recoger pimientos un día de julío; pero es que realmente la sala era un auténtico invernadero.

La banda es mucho más eléctrica y sigue mucho más la filosofía del punk en directo. Las canciones suenan más potentes con las dos guitarras destilando distorsión y los dos vientos atacando con precisión y aportando fuerza; aunque cueste distinguir una de otra. Aun así, canciones como «Bella Ciao», «La torre», o «L´ odore della morte» fueron recibidas con la fuerza que el público manifiesta cuando distingue empezar. un clásico. Un concierto potente en el que la banda no dio apenas tregua y demostró que lo más atractivo de su propuesta es la energía que despiden y que logran transmitir.

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