Una fórmula para hacer cosas es ponerle cariño y corazón. Otra es ser muy bueno en lo que haces. También puedes estrujarte los sesos para sacar lo mejor de ti para comunicar algo. Al fin y al cabo, la música es para expresar cosas. Aunque la mayoría de la actual trasmite poco o nada. Si no trasmites sensaciones, pensamientos o emociones con tus temas te conviertes en un fiambre , en un títere, en un producto industrial. Pasas a ser comida basura.
Pues The Coup son las antípodas de la incoherencia musical y, a su vez, son la vanguardia de la música combativa contemporánea. Son un grupo del este de la bahía de San Francisco, de Oakland en California. Mezclan soul, blues-rock, y funk, junto a las letras de rap de su carismático líder: Boots Riley. Tienen 6 álbums, un sinfín de colaboraciones y 23 años de recorrido. Por criticar descarada y descarnadamente el sistema económico capitalista, la política americana, la explotación laboral, la guerra y a la acción policial, siempre literariamente , con humor y esperanza, se les etiqueta de comunistas.
Por suerte, Murcia fue una de las ciudades por las que pasó la gira europea de estos estadounidenses. La noche era muy mala, ya que un martes a las 22:30 la gente responde diferente que en fin de semana.
Salen y a Riley le acompañan 4 virtuosos músicos y la poderosa voz de Silk-E. Así que cuando Boots arenga al público pidiendo aplausos y poniendo la mano en al oreja para que hagamos ruido. No para de decir «Somos The Coup, Somos de Oakland, California», unas 20 veces. Para que lo tengamos claro.
Empiezan con «Everythang». Rap cortante, algunas bases de funk y otras de reagge y rock. En la tercera hace gestos para que los de las primeras filas se aproximen al escenario. No empieza hasta que lo consigue. Menudo maestro de ceremonias. Me habían dicho que estaba afónico. Nada mas lejos de la realidad.
Entre tema y tema se produce un extraño momento. Boots Riley que el lunes había dado una conferencia.en la universidad habla y le pasa el micro a gente que sabe ingles, para traducir el discurso del cantante. Habla del poder establecido, de combatirlo. La clave para él es que la revolución no se quede en facebook y salga a la calle.
Según nos contaba, intenta escribir emulando a los Clash o a Dylan. También que una canción de esclavos africanos, versionada por Cat Stevens o el propio Bob Dylan, la han trasformado hasta crear un tema titulado «5 Millions Ways To Kill a Ceo». En ocasiones parecen unos Rage Against The Machine mezclados con una Big Band. Recuerdan a los gloriosos y potentes Maggot Brain. E incluso acaban con unos segundos de «Give it Away» de Red Hot Chilli Peppers. La voz se parece a la de Busta Rhymes pero con mensaje y cosas que decir. No es rimar por rimar.
Tantas cosas que decir que los altavoces no dan a basto. El contraste de soul y rap de las voces con el rock y el funk de los músicos a todo volumen, es demasiado para una sala acostumbrada al hombre blanco Europeo.
Por culpa de su pelazo afro, Boots no para de transpirar, coge su americana y se va a refrescar. Deja a Silk-E al mando y da una lección de vozarrón. Es Whitney Houston, con la elegancia de Billy Holiday, la clase de Artheta Franklin, pero mezcladas con los movimientos de Beyoncé, en un metro cincuenta de mujer.
Vuelve Riley y juntos tocan «The Guillotine». La sala en ese momento ya esta mas caliente que la freidora de una hamburguesería en hora punta. Boots suele introducir algunos a capelas, que cuesta entender, por estar acostumbrados al acento británico. El soberbio guitarrista….. castiga con bendings infinitos su stratocaster.
Son seis animales desbocados. Pasan por momentos las bases son mas de blues y otras mas de heavy. En un tema acaban todos, menos Silk-E, por los suelos o de rodillas.
Las traducciones entre tema y tema se hacen pesadas, pero lo que tiene que decir siempre merece la pena. Por ejemplo cuando habla de transformación espiritual. Cada solo que se marca cada uno es mejor al del anterior. El teclista improvisa unos rapeos. Solo de bajo, otro del guitarra otro del batería y Silk-E baila en medio. Todo ello con la dirección de Roots que no para de animar y aprovecha para presentar. Hacen un parón de apenas segundos y retoman el viaje con los bises. Acaban un calderon que hace temblar las cervezas que algunos han dejado en el suelo.
Al salir no se si estoy mas emocionado que impresionado. Sobretodo estoy abrumado de tanta información y tanto estilo. Sin duda esto se debe a que no estamos acostumbrados a estos directos. Los conciertos de los festivales de jazz son geniales, vale. Pero el show de los vigorosos The Coup fue algo mas que notas y sonidos. Fue una retransmisión de energía. Un acontecimiento con mayúsculas.
Son una de esas cosas que uno nunca espera una noche de martes después de la jornada laboral. Insisto, no estamos habituados a semejante torbellino de negritud, pero también de actitud. De la que suelen carecer muchas bandas blancas, que imperan en nuestra escena musical impuesta.
Por eso aprovecho para reivindicar a los The Coup, a su música y a su mensaje: Reir, amar, follar, beber y revolución. Sus conciertos son como bailar poseído por James Brown, estrujarte las neuronas como en los libros de Chomsky y escupir al sistema como Sid Vicius. Música para bailar en conciertos y mover el esqueleto y para escuchar en casa y estudiar las ácidas letras de el inconmensurable Boots Riley.
Keep it black men.
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