Es de noche, estás cansado de un duro día y aceptas la ardua tarea de enfrentarte a la parrilla televisiva cara a cara. Pasas canales y desistes de ver películas que ya han puesto infinidad de veces con ingente publicidad (una vez intenté ver El Señor de los Anillos y por el camino acabe celebrando dos cumpleaños), por lo que acabas viendo algún programa de telerrealidad o de pseudoperiodistas.
El morbo vende. La violencia y la sangre, también. En el fondo, admitámoslo, no nos diferenciamos tanto de los antiguos romanos, en nuestro coliseo particular que es el sofá; aunque en realidad no nos demos cuenta de que los verdaderos esclavos somos nosotros, afortunadamente, algunos consiguen liberarse de las “cadenas” a tiempo.
Ante este panorama en el que confluyen la noticia instantánea, el morbo del espectador y la batalla por conquistar a una audiencia supeditada a lo visual, Dan Gilroy, guionista de películas como El Legado de Bourne o Acero Puro vio la oportunidad perfecta de crear su opera prima, una suerte de crítica voraz a los medios de comunicación que no veía desde el primer capítulo de Black Mirror.
Lou Bloom (Jake Gyllenhaal), un pobre y perdedor ladrón (también psicótico, sociópata y antisocial, por si se me pasa), encarna a la perfección el sueño americano y la ambición inherente al ser humano, todo ello cámara en mano, como un intrépido reportero que deja a los del programa En Tierra Hostil en paños menores, materializando asesinatos y accidentes que solo son vistos como cheques y peldaños de una escalera para ascender a lo más alto. ¿Cuál es su lema? “No puedes ganar la lotería sin dinero para comprarla”.
Óscar para Jake Gyllenhaal ya, dicho esto, prosigo.
Cogemos lo anteriormente citado con la crítica voraz a los medios y le añadimos a la receta el estilo visual neo-noir de Drive y algunos toques del cine negro de Scorsese como Taxi Driver, y tenemos Nightcrawler, una de las propuestas cinematográficas más interesantes y arriesgadas del año.
Películas como Annabelle o Babadook te habrán podido provocar cierta congoja, pero Nightcrawler es la experiencia más terrorífica del año, la más terroríficamente real. Una visión pesimista de los medios mordaz y brillante, fruto de un realizador que ha sorprendido con su primer film. Un director que asusta, y no por lo que muestra, sino por la forma de contarlo; que demuestra su artesanía confeccionando un antihéroe psicológicamente muy complejo con el que, por momentos, el espectador consigue empatizar. En los tiempos en los que nos encontramos de profunda crisis creativa y de continuo reciclaje de ideas, es de agradecer que aparezca savia nueva en la industria; creadores prodigiosos que hagan que una vez terminada la proyección te levantes de la butaca con el cerebro funcionando y con regusto a cine clásico e imperecedero.
Ante este panorama apago la tele y me pongo una serie, mientras algunos esperan la nueva edición del Gran Hermano o Saw 24 (con Jack Bauer salvando a los protagonistas). Ya que no podemos cambiar la realidad mediática, por lo menos habrá que tomársela con humor.
No Comments