Volví a San Javier tras un año, al festival de jazz que me permitió escribir sobre mis primeros grandes conciertos, los mismos que me han vuelto a traer aquí. Le debo un «gracias». No obstante, al igual que otros jazzeros, este año miré con reticencia el cartel que ya de por sí acostumbra a traer mucho blues y mucho soul. ¿Tony DeSare? ¿Otro revivalista amanerado? ¿Flamencuba? ¿El enésimo intento de fusión latina con uno de los peores nombres que se recuerdan? ¿De veras? Vine porque, como tantas otras veces, la noche veraniega me hace caer del burro y sentir la hostia del directo. Por favor, cuéntame una bella historia, pero que no empiece como ésta.
Hay música que te pide un lugar. Uno concreto. El cuarteto de DeSare clama desesperado por un teatro, un salón abarrotado de humo que no provenga de una máquina. Su manager lo debe de tener muy claro. Uno con humo limpio, cancerígeno por supuesto, lleno de historias. San Javier es capaz de vestirse así.
Tony DeSare no es falocentrista. Todo el que se quiera parecer a Sinatra debe serlo, sin embargo DeSare permite al jazz que le diga a su voz lo que ha de hacer. No es «la voz«, ni creo que busque serlo, pero te la vende, la suya, sin engaños, y la compras. Trabaja bien los graves, aunque se pierde en los agudos a base de falsete. Este proyecto mejora cuanto menos canta, no por calidad, sino porque la cadencia entre instrumentos es tan natural, tan profesional, tan gustosa, tan de alta alcurnia que no quieres que Bing Crosby venga a joderte el espectáculo.
Interpreta temas como New Orleans Tango, de cariz menos revivalista, más padre adoptivo del folclore impropio; I Love You, de título fácil y tipicón, atisba la herencia Disney que el pop americano dejó en la sociedad yankee y en esta banda. Un cuarteto al que le sobraría una docena de vientos de no ser porque no tiene ninguno. Fantástica elección, sobria y acertada que toma sentido cuando tocan un boogie boogie con actitud y toda la presteza que podría exigírseles. Ed Decker (guitarra) más gypsy y más funk que jazz, toca y flipa. Steve Doyle (contrabajo) arma hasta el arco y dispara notas que parecen violas. Mike Klopp (batería) ni se despeina. En definitiva, un cuarteto poderoso y bien dirigido que cuanto más se aleja del cuento de hadas y de Sinatra más divertido y real se vuelve.
Y nos vamos a las salinas. De allí se escaparon unos flamencos que volaron rumbo a centroamérica. Se han traído a los latinos más gitanos de toda Cuba. Introducen su espectáculo con una pieza de flamenco «fantasía» que empieza sin el quejío de la voz, más cerca del flamenco moderno instrumental, hasta que ya avanzados, en pleno recreo, el Kiki (cante) se arranca a llorar. Frío como un témpano, se sabe lejos de su hábitat natural, pero poco a poco el arrojo de la banda es entendido por la audiencia que calienta la sangre del Kiki.
«Y se detiene. Se ha ido despasito para no volver a verme. Y se detiene.» Es difícil calzarle a esta banda el son, ya que la sangre verde riega la mayor parte de las venas que hay sobre el escenario. A pesar de la complejidad de un buen flamenco estamos escuchando un intervalo de dos acordes. Dos. Me fijo en el bombo. Vibra suave precediendo a un golpe seco y fuerte. El Bandolero que acompaña a las congas y el cajón se ha quitado el traje gris. Kiki Ferrer (batería) ahora da todos los golpes fuertes. Al primer acorde, al segundo, y Alain Pérez (bajo y voces) se arranca a cantar. El gitano más gitano de todo el escenario canta como un cubano. «Son son, que te son son, óyelo» El gitano más gitano es cubano, manda narices. Hablan de ese sentimiento único de las culturas, pero todos sabemos que es único de nuestras dos culturas.
A todo esto tiene que salir Antonio Carmona. Los señores de mi espalda le cantan «¡Ay Carmela, ay Carmela!» y con cuanta razón. Carmona fue un experimento, pero ciertamente no funcionó. Hizo las veces de enjuague bucal para señoras nostálgicas, pero sin más. «Eg un tema que noj uhneh a todoh, que uhtedeh saben cual eh, poh eso, ehte.» Tocan No estamos locos. La voz popera de Carmona se ajusta a lo exigido, bien, correcto, pero el espectáculo gana lucidez con los coros de Alain o los del Kiki. Alain está pletórico e improvisa rimas como buen habanero. Si bien es cierto Carmona disfruta y hace las veces de maestro de ceremonias buenrrollista. Josemi (guitarra) está a la par que el resto de la banda en cuanto a solos, es decir, por debajo del festival, pero se encarama a su hija a la pierna y algo por la espalda te achucha. Como las armónicas de Antonio Serrano que te hacen olvidar cualquier otro instrumento de viento.
El bis es Chan Chan. Fiesta, baile y tristeza, perfecta comunión que la gente baila. A pesar de ello entre los abonados hay un hombre tan calvo que no sé si está dormido. En ambos conciertos, frente a mí, sigue sentado un señor de pernera ancha y chaleco pescador. Impasible, mirando a izquierda-derecha sin expresión facial alguna, sin entender qué era aquello que a la gente gustaba. Esta noche fue un riesgo. Francamente, no importan los estilos, se busca buena música. Si no díganselo al señor del chaleco al que le importó tres pares de narices que le tocaran a Sinatra o a Chucho. El resto, gracias a Dios, vimos algo más.
Fotografías y texto por Javier Arnedo
2 Comments
¿ Usted sabe lo que son dos acordes? ¿Entiende de estilos? ¿Sabe analizar lo que oye?. La «sintaxis» de la música que se oyó es bastante más profusa y más profunda que el desaguisado semántico de este texto que no sabe si denosta o alaba…
En primer lugar darle las gracias, Pete, por participar dejándonos un comentario.
Sus preguntas son retóricas así que no hace falta que se las conteste. En cuanto a la música que oí quizá no esté de acuerdo conmigo, y me parece totalmente respetable. Ojalá hubiera dicho en qué no lo está, eso habría alimentado el debate o, simplemente, habría iniciado uno.
Si no sabe si denosta o alaba es que efectivamente lo ha entendido bien. Por lo general lectores como usted quieren que les digan si algo es bueno o malo, sin embargo aquí tiene una descripción de lo que pasó, le toca pues decidir si es lo esperado.
Su léxico es bueno. Cuídelo, no lo malgaste escribiendo por escribir.
Un saludo