Con la reciente noticia del anuncio de su gira mundial “Debí Tirar Más Fotos World Tour”, que llevará a Bad Bunny a estadios de todo el mundo y a tres grandes conciertos en España, cuesta imaginar que hace apenas unos años el artista puertorriqueño actuaba en salas mucho más pequeñas.
Uno de esos conciertos tuvo lugar en Murcia el 18 de abril de 2017, durante las Fiestas de Primavera de Murcia, el día del Bando de la Huerta, en la Discoteca Nocturno de la zona de Atalayas.
Aquel martes por la noche, el público murciano tuvo la oportunidad de ver a un emergente Bad Bunny por apenas 18 euros en entrada anticipada, o 40 euros en zona VIP. Por entonces, el artista urbano aún no había publicado su primer álbum de estudio, X 100PRE, que llegaría en diciembre de 2018, pero ya sonaban con fuerza temas como Soy Peor, que le dieron visibilidad en la escena trap latina.
El contraste con su próxima gira es abismal: Bad Bunny actuará en estadios como el Estadi Olímpic Lluís Companys de Barcelona (22 de mayo) y el Riyadh Air Metropolitano de Madrid (30 y 31 de mayo), con entradas generales que oscilan entre 73 y 143 euros, y packs VIP que llegan hasta los 543 euros, sin contar los gastos de distribución.
En menos de una década, Benito Antonio Martínez Ocasio —nombre real del artista— ha pasado de llenar discotecas en fiestas locales a agotar entradas en los recintos más grandes del mundo. Un fenómeno global que empezó, también, con noches como aquella de abril en Murcia.
Hoy, Bad Bunny no es solo una estrella del reguetón y el trap latino, sino una de las figuras más influyentes de la música global. Ha sido cabeza de cartel en festivales como Coachella, ha aparecido en la portada de Rolling Stone y ha colaborado con artistas de la talla de Drake, Rosalía o The Weeknd. Su impacto va más allá de lo musical: es un icono de estilo, activista y referente cultural que ha desafiado las normas del género y ha puesto el español en lo más alto de las listas internacionales.
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