Lo que es obvio, es que hay artistas que pueden tirar por si solos de todo un grupo y de todo un concierto. Ellos mismos dirigen grupos de más componentes y todos hacen lo que propone el líder. El conductor manda. Esto es lo que pasa con O’funkillo. Y Su bajista, Pepe Bao lo demostró una vez más. Esta vez en la Sala Rem el pasado jueves.
Los teloneros fueron el grupo murciano Jamones con Tacones. Que suenan con pericia y experiencia, pero aún no tienen disco grabado. Solo canciones sueltas. Los Jamones son buen rollo. El ambiente se carga de positividad cuando tocan. Te sacan las malas sensaciones.
Su sonido es personal. Pero para que os hagáis una idea, empleare el clásico símil del parto mezclado. Es como si Green Valley tuvieran un hijo con El Niño De La Hipoteca, que además rapea. Los médicos de este alumbramiento son Manu Chao, una banda de gypsy jazz y La Pegatina haciendo ska. Puro jolgorio. En resumen, los Con Tacones tienen identidad propia. Tienen denominación de origen única. Son pata negra, vaya. Por cierto, “La Culpa es de Bob Dylan”.
Pero la sorpresa que aguardaba tras los teloneros era que el carismático cantante de los O’funkillo, Andreas Lutz, había tenido un accidente. Otro zagal, delgaducho y con gorra lo remplaza. Es el cantante de Estirpe. Se ayuda a veces de una tableta para las letras. Hay reacciones de todo tipo, de indignación unos pocos, y de bienvenida otros cuántos. Pero cuando empiezan los clásicos, pocos se acuerdan del cantante original, ya que el sustituto incluso imita su voz. Porque el bolo, fue eso, una sucesión de grandes temas de la banda. Tan solo un par de canciones nuevas.
La formación esta en continuo cambio. Muchas veces falta alguien. Pero siempre cumplen como músicos con experiencia que son. Me flipa que entre los solos, el guitarrista –con la típica falda escocesa de los guitarras de O’funkillo- se pone su siete cuerdas a la espalda y agarra el saxo, para continuar con las improvisaciones funk que organizan a modo de solos.
Pepe Bao empieza temprano con su espectáculo y hace una canción con una baqueta. Miguel, tras su final de cortos, me comenta que se parece a Hulk Hogan. Por el pañuelo que suele lucir como seña de identidad. Pero en versión cañí, le replico. Hablamos de uno de los mejores músicos del país. Solo Bao sabe hacer funk, rock y flamenco en un mismo acorde. Y eso es ser un privilegiado. En sus bajos siempre deja alguna pegatina celta, para recordar sus orígenes gallegos
De vez en cuando, a mitad de las jam, el bajista manda bajar la fuerza a los otros cuatro componentes para que el público coree los estribillos. Es el quien dirige el cotarro. La gente abajo, se lo pasa en grande. Una zagala se divierte tapándole el móvil a uno que intenta grabar el virtuosismo. Bao a lo suyo. Le dan un bambo. Toca con el bambo. Le dan un tercio. Toca con el tercio. Me acerco y le dejo una tarjeta del tranvía que me encontré hace un año. Toca con la tarjeta. Me la devuelve casi empezada a hacerse virutas. Se marcan un corrido mexicano.
La característica fundamental de todos los conciertos de los sevillanos es que empiezan a un nivel, pero cada tres canciones todos le dan una miajica a la rosca de su ampli, y claro, acaban tocando muy muy fuerte. A la salida de un show de los O’funkillo siempre te pitan los oídos. El desmadre continua con mas solos interminables. Un zagal se tira y no lo coge nadie. Un par de zagalicas se suben a bailar. Sube uno a cantar que no se sabe ninguna letra. Sube otro que empieza a rapear suciamente. Versionan, como hacen siempre, a los RATM. Acaban a las 3 de la madrugada. Genuino y único “funk rock andalú embrutessío”.
Puedes leer esto, puedes disfrutar los cinco discos, pero lo que de verdad debes hacer es venirte a un concierto la próxima vez que vengan. Pepe Bao se encargará de hacerte de un concierto normal, una experiencia en forma de show. Para que luego digan los herejes que al bajista nunca se le escucha nada…
Fotografías por May Carrión, puedes ver aquí todo el álbum
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