La infinita cola de espectadores que a las 20.45 horas aún esperaba a las puertas del Parque Fofó para entrar al recinto hacía presagiar que el inicio del concierto de Manuel Carrasco, fijado a las 21.00 horas, se retrasaría varios minutos, como así fue. Sus seguidores murcianos le tenían ganas. Hacía mucho tiempo que el artista andaluz no pisaba la Región y nadie quería perdérselo.
Con pantalón negro, chaleco gris y una camisa de color blanco salió enérgico al escenario, mostrándose tal y como él es, sencillo, sin dobleces, pero con muchos mensajes que enviar. El primero, cómo no, estuvo dirigido a su público, a los que desde el principio han creído en él y lo siguen allá donde va, a quienes agradeció el enorme cariño que le transmiten desde que empezara su carrera musical allá por el año 2003 con la promesa de hacerles pasar una noche inolvidable.
Los mensajes que siguieron a este fueron mucho más conmovedores y definitivos, pues iban llegando a través de su música, de las letras de sus canciones, que nos hablan, mayoritariamente, de cómo se debe amar a quien se quiere, de cómo se puede superar un desamor y de lo importante que es perseguir los sueños. Tales mensajes vinieron de la mano de sus hermosos temas “Pequeña sonrisa sonora”, “Sabrás” o “No dejes de soñar”, entre otros, aunque el mayor aplauso lo recibió su reivindicación a la libertad de la mujer y su repulsa contra el machismo, tras el cual entonó muy emocionado “Que nadie”.
Pero en la velada también hubo tiempo para bailar el viento, título de su último álbum. En más de una ocasión Manuel Carrasco hizo despegar los pies de sus fans del suelo gracias al toque rockero que su banda le dio a canciones como “Tambores de guerra”, “Aprieta”, “Sígueme” o “Ya no”. Y él también saltó, por supuesto, demostrando así el arte y el salero que le corre por las venas.
La noche estuvo plagada de sorpresas porque no solo tuvimos la suerte de oírle interpretar sus nuevas y viejas canciones, sino que también pudimos escucharle cantar una copla especial para él por traerle recuerdos de sus raíces (“Yo te vi pasar”), acompañado solo por su guitarra, y además nos sorprendió con el recitado de unos simpáticos versos dedicados a Murcia que, según dijo, se había inventado pocas horas antes, concretamente a la hora de la comida.
Desde luego, su promesa de conseguir que esa noche fuera inolvidable se cumplió con creces. Atrás quedaron dos soberbias horas de concierto y por delante cinco meses de eterna espera hasta que volvamos a verle en septiembre en la Plaza de Toros de Murcia. Manuel y músicos, ¡os esperamos con los brazos abiertos!
Fotografías de Pablo SG. Podéis ver la galería completa aquí
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