Muchas veces nos hemos preguntado de dónde sacará las pelas la luna para salir todas las noches; muchas veces hemos jurado que los domingos cambiaríamos de vida; cuántas veces hemos buscado en la basura unos labios que nos digan “esta noche quédate”… Cuando la literatura tenga que decidir que nuevos autores llenarán sus páginas, espero que Sabina, Robe y Rulo Gutiérrez aporten sus versos, sus letras y sus metáforas.
Hay una delgada y fina línea entre necesitar una sala de conciertos, y un espacio abierto con escenario a considerable altura. Esto, claro está, no se tuvo en cuenta, pero los negocios musicales van por su lado y yo me centraré en contar porque Rulo se mereció todo el calor que se llevó aquella noche de viernes en la Sala Stereo. Puntual, algo raro, salió la Contrabanda con el gran e inigualable Fito a la cabeza, con sus Les Paul y acompañando con guitarra y voz al jefe. La velada prometía, sonido envolvente, todo preparado con esmero, invitados especiales que se pasaban por Murcia a presentar su último disco, Especies en extinción. Disco que suena a las sobras del anterior, experimento en nuevas fronteras en lo que al tema de música se refiere, algo de lo que sale bien parado, pero las letras pierden y bastante, cuesta encontrar alguna metáfora que tatuarse en la piel. Poco más de dos horas de Rock&Roll nos ofrecieron, desde el Rock Urbano de La Fuga, antigua banda de Rulo y Fito la cual se merece una historia aparte, hasta el rock descafeinado de su música en solitario junto a la Contrabanda.
Empezaron fuerte, A punto de colapsar, una cañera canción rockera acompañada de ese ritmo irregular de distorsión limpia característico del rock urbano. No sé, himno al amor despellejado, callejero, sucio… El Prota, impresionante juego de guitarras guiando a unos versos que dejan de creer en las vidas mezcladas.
Mi cenicienta, con un slide de guitarra y ritmo reagge que derrite en la intro, es una canción que se crece cada vez que suena, poesía de bares, bandera del rock lírico: Tú eres mi Cenicienta, que nunca tiene prisa, una bala perdida hecha a mi medida. Cuando me siento herido, me subes a un tejado, y allí, la vida es menos puta si estás a mi lado. Como ya dijo él, su canción preferida del último disco presenta una intro sacada del abismo más profundo, un palm mute de guitarra y un acompañamiento de bajo increíble, buscando siempre el rumor de las olas del mar, Buscando el mar. La quinta canción de Señales de humo nos lleva a todas esas facetas, a todos esos lugares, consecuencia de un amor que falta, Como Venecia sin agua. Una de las cuatro canciones elegidas para recordar a aquella gran banda que fue La Fuga con Rulo, fue Majareta: amores de barra, resacas infernales, pérdidas de cabeza.
Una de las pocas canciones con contenido social, Divididos, se convirtió en su primer single del último trabajo, una canción sin mucha zarpa. Como a veces lo hice yo, intro que suena funk-rock y letra con carácter guerrero, y Tranqui por mi camino, hicieron llegar al ecuador del concierto. Se podría decir que Rulo tiene esa etiqueta de rockero que con una botella de Whisky se pone a componer (o destrozar) una canción en una habitación de hotel, así nació Mi pequeña cicatriz, un “blues” al que le han metido mucho la mano y al final sólo destaca su estribillo donde se vuelve a marcar un magnífico juego de guitarras. A solas, arpegio de Telecaster que le da cierta vida. Rulo nos concedió un pequeño regalito, una canción que no había tocado hasta ahora, un potente Rock&Roll con fuerte distorsión y ritmo marcado con las guitarras, A la baja.
Por verte sonreír, he vuelto yo a perder. Canción nacida del alma, tres acordes y una letra escrita en algún rincón de la mente, perfecta, una de las mejores canciones de la música de este país, un whisky estrellado contra la pared. A continuación salieron las Strato a lucir un poco de Rock&Roll descafeinado típico de Rulo, Fauna Rara y El mejor veneno les hizo animar la fiesta un poco, llegando incluso Fito a comenzar las primeras estrofas de una de ellas.
¿Quién canta para ti, desde que no estoy?, ¿Con quién bebes tequila, cuando no te sientes bien? Balada rockera, cuidada y con fragancia de melancolía; acompañamiento de acústica, mientras la eléctrica apuñala. Botellas por el suelo nos sirven de consuelo y tras la cortina el sol. Su trabajo más cuidado, la elegancia misma. Aquellas heridas que la vida produce y tardan en cerrarse, aquellas Heridas del Rock&Roll.
Para aquellas solitarias flores, que se sientan perdidas, sin alegría, que ven la ciudad pasar ante ellas apagada y gris. La Flor, una canción dividida, pelea de guitarras, en mi opinión, la mejor canción de Especies en extinción. Con Por morder tus labios Rulo se marcó un acústico solito en el escenario sacando a lucir su poesía convertida en canción. No sé vivir sin ti, no sé vivir contigo.
Las cuatro últimas canciones supusieron el clímax del concierto, repartido, dos La Fuga y dos Rulo. Como siempre dice, con mis canciones p´aquí, con mis canciones p´allá y vivo más de noche que de día. Esencia de Rulo, mezclada con el misticismo del rock, la noche y la bebida. Buscando en la basura, aquella canción que le hizo grande, que resume todo lo que es él, absurdo, inútil, confuso, simplemente Rulo.
Su canción talismán, aquella donde las guitarras se enzarzan entre ellas, el bajo marca el ritmo de la noche y la letra recorre los rincones secretos de Rulo. Yo para ver las estrellas, nunca miro al suelo. Aquella tatuada en su acústica, No quiero ningún gramo que no sea de tu cuerpo. La cabecita loca de Rulo.
Hasta el final, hasta Al infinito tocando Rock&Roll del bueno, recordando porque este país tiene buena música, porque del Norte nacen las mejores canciones. Todo el concierto fue un continuo subidón de energía, bien medido. La Contrabanda y Rulo en perfecta sintonía, dejando corto el concierto, pero intenso. Amor, bares y Rock&Roll, así es él, así son sus letras. Desde Reinosa, Rulo y la Contrabanda…
Crónica por Alberto Sánchez de la Peña
Fotografías por Sergio Mercader García
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