En 2009 tuvo lugar un fenómeno mundial: Avatar. Los cines colgaban el cartel de completo pase tras pase, los espectadores salían emocionados y Sam Worthington sonreía desde su casa sin saber que su carrera estaba perdida. James Cameron convirtió el hype en ciencia y pudo vivir para contarlo con una recaudación de casi tres billones de dólares, dos Globos de Oro y tres Oscars, pero para poder crear ese exacerbado proyecto de marketing, el director adornó su historia con contacto extraterrestre, clonación para crear réplicas alienígenas o viajes espaciales. Un marco que presentó un gran protagonista: la ciencia.
Como en la mayoría de los filmes de ciencia ficción, la concordancia científica no parecía unas inquietudes principales de Cameron. Tampoco le importó a George Lucas el hecho de que el sonido y el fuego no pueden propagarse en el espacio para rodar La guerra de las galaxias, ni Robert Zemeckis pensó mucho en como solucionar las paradojas espacio/temporales de Martin McFly en Regreso al futuro. Pero tal y como dijo Arthur C. Clarke en Perfiles del futuro: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Los cineastas aprovechan esto para dar rienda suelta a la creatividad y convertir en posible (y visualmente atractivo) algo que las leyes de la física nos dicen que es imposible. Aún así, existe un gran marco de títulos que han ido más allá y se han planteado presentar verosimilitud a las salas de cine.
La mujer en la Luna (Die frou in mond, Fritz Lang, 1928)
Es interesante descubrir cómo al final de la década de los 20 el cine no sonoro se inquietaba con la concordancia científica. Ese es el caso de La mujer en la Luna, el último trabajo mudo del cineasta alemán Firt Lang que compite en maestría con otros títulos suyos como M, el vampiro de Düsseldorf (1931) o Metrópolis (1927).
La película trata sobre un viaje espacial que se sustenta en las sospechas de que se puede encontrar más oro en la luna que en cualquier montaña de la Tierra. Pese a su premisa de un alunizaje para encontrar oro en la superficie del satélite, esta película cuenta con un gran asesoramiento científico de Herman Oberth y Willy Ley.
Su aportación sirvió para dar credibilidad al proceso del viaje espacial, ya que ambos aconsejaron la utilización de combustible líquido para cohetes, la ingravidez fuera de la atmósfera terrestre y la separación de la nave en dos piezas a la hora de ejecutar su lanzamiento. La verosimilitud de estos aspectos llegó a provocar la posterior prohibición del filme para que los aliados no conocieran los avances de la Alemania nazi, donde Oberth y Ley investigaban las bombas-cohetes V1 y V2.
Viaje cósmico: una novela fantástica (Kosmicheskiy reys: Fantasticheskaya novella, Vasili Zhuravlyov, 1936)
La Rusia soviética también quiso subirse al carro de la ciencia ficción. Con el cine como herramienta para atraer a un público joven, el Komsomol (organización juvenil del Partido Comunista de la Unión Soviética de Stalin) promovió la creación de títulos entre los que destaca Viaje Cósmico: una novela fantástica.
La película se creó con la necesidad de mantener todo el rigor científico de un viaje a la Luna, por lo que la colaboración del matemático Konstantin Tsiolkovsky como asesor fue uno de los pilares, estableciendo seis condiciones que debían plasmarse en la cinta: en primer lugar planteó que el lanzamiento del cohete fuese a través de una rampa para asegurar la propulsión, en lugar de verticalmente. Le sigue el acondicionamiento del despegue para los astronautas, ya que debían hacerlo con agua en sus cabinas para disminuir la presión. También veía necesario que las estrellas se viesen con una especie de parpadeo tras dejar la atmósfera terrestre. La ingravidez espacial era otra cosa importantísima para el filme, para que los astronautas pudieran dar grandes saltos. La última condición es que, el aterrizaje de la nave debía ser en paracaídas.
Esta cinta es considerada la gran película de ciencia ficción de anticipación, con un realismo que pretendía superar a La mujer en la Luna. Pese a los esfuerzos, se trata de una película mucho menos conocida que las cintas de Fritz Lang debido a que no se difundió fuera de las fronteras rusas y su descubrimiento es reciente.
Con destino a la Luna (Destination Moon, Irving Pichel 1950)
Los expertos describen Con destino a la Luna como el primer filme que narra con rigor científico un viaje espacial. Su premisa se basa en un proyecto para crear un cohete propulsado por energía atómica y cómo éste puede peligrar ante una potencia extranjera que puede sabotearlo. Al igual que le pasó a James Cameron, se estrenó con grades expectativas de calidad al ser producida por George Pal (una de las grandes figuras que invirtieron en la ciencia ficción de Hollywood de los 50 y 60), guionizada por el novelista Robert Heinlein y asesorada por el ya citado Herman Oberth junto a Alezandre Annanoff, presidente del Movimiento Internacional de Astronáutica.
Todas las teorías planteadas por en el filme son totalmente coherentes, desde el diseño de los trajes a cómo debe construirse un motor atómico con evaporación de agua para llevar a cabo sus movimientos.
2001: Una odisea en el espacio (2001: A Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968)
No podía faltar el referente de referentes del cine de anticipación: 2001: una odisea en el espacio. Siguiendo con la práctica de las cintas anteriormente mencionadas, el guion de 2001 se escribió con la ayuda del divulgador Arthur C. Clarke. La película comienza con la figura de una fuerza extraterrestre, presentada como un monolito rectangular negro, que avanza a lo largo de la historia para otorgar al hombre la capacidad de evolucionar a una nueva especie. Stanley Kubrick proporcionó un estudio teológico a la vez que desarrolló de forma coherente los viajes espaciales, la colonización planetaria y los avances tecnológicos que hoy son una realidad.
Contact (Contact, Robert Zemeckis, 1997)
El filme, dirigido por Robert Zemeckis, narra como la astrónoma Ellie Arroway (Jodie Foster) capta una señal extraterrestre procedente de una estrella a 26 años luz del planeta terrestre. En esa señal descifran un mensaje de bienvenida y unas directrices para construir una máquina. La película se desarrolla entre los problemas que encuentra la científica para poder construirla por parte de los gobiernos que no desean invertir tanto capital en un proyecto así y de los religiosos que ven en ese mensaje el fin del mundo.
Basada en una novela del divulgador Carl Sagan, es considerada como una obra racional bajo los supuestos hipotéticos de un contacto con extraterrestres. Pero más allá de las posibilidades de comunicación con otra civilización, Sagan trató de adaptarse lo máximo posible a la verosimilitud científica y consultó al físico Kip Thorne sobre las posibilidades de los viajes de relatividad. Sobra decir que no lo consiguió: Jodie Foster realiza un viaje de segundos en la Tierra, mientras que en su cámara de a bordo se pueden ver 21 horas de nieve. Nada realista teniendo en cuenta los cálculos, pero explica de forma muy sencilla lo que es la relatividad.
Horizonte final (Event Horizon, Paul W.S. Anderson, 1997)
El caso de Horizonte final es interesante en la doble vertiente: científica y que en el cine de los 90 podía salir Sam Neill en ropa interior y sin ninguna intención de ir al gimnasio. La cinta, creada por Paul W.S. Anderson se estrenó en 1997, con una sinopsis relata cómo una embarcación de rescate va en busca de una nave reaparecida misteriosamente en la órbita de Neptuno. En determinado momento de la película, el doctor William Weird (Neill) explica al resto de la tripulación que la desaparición del navío Horizonte final se debió a que viajaron a través de un agujero de gusano y que no volvieron a saber nada de ella. Pese a que comenta que la capacidad de crear este tipo de pasadizo temporal es cosa del hombre, también enseña cómo la curvatura del espacio se pliega hasta el punto de crear un pasadizo utilizando un folio (poster pornográfico) doblado. Al curvar el papel puede apreciarse una estructura cóncava, que el actor utiliza para abrir dos orificios en los puntos opuestos y utilizar un bolígrafo como unión, ejemplificando sencillamente el funcionamiento de un agujero de gusano.
Donnie Drako (Donnie Darko, Rcihard Kelly, 2001)
En 2001 se estrenó Donnie Darko, siguiendo con las leyes relativistas donde la creación de un agujero de gusano se formaría como consecuencia de un camino de unión entre dos puntos distintos en la curvatura del espacio-tiempo. Bajo la dirección de Richard Kelly, el filme que se convirtió en un referente de culto que narra la historia de un inteligente adolescente esquizofrénico que descubre un agujero de gusano que transporta a una dimensión paralela a la suya. La cinta desarrolla con simbolismos la diferencia entre el bien y el mal, pero también realiza una demostración bastante coherente de lo que podría ser un agujero de gusano conectándolo con una enfermedad mental.
Gravity (Gravity, Alfonso Cuarón, 2013)
Como diría Sandra Bullock en Gravity: “El que no arriesga no gana”. Alfonso Cuarón arriesgó mucho en 2013 con una de las películas de ciencia ficción más realistas del momento que mezcló divulgación realista con un guión bastante lamentable. La película se desarrolla en un marco en el que dos satélites colisionan, generando basura espacial e impidiendo el acceso a una órbita baja, un fenómeno poco probable llamado Síndrome de Kessler. Pese a que posee un gran número de incongruencias, elementos como el sonido en el espacio, las vistas del planeta Tierra han sido muy aplaudidas.
Interstellar (Interstellar, Christopher Nollan, 2014)
La joya de la corona de la divulgación científica en el cine llega con Interstellar de Christopher Nolan. Para poder rozar la excelencia del rigor científico, el físico Kip Thorne también trabajó como asesor en esta cinta.
En el filme podemos ver cómo la Tierra se encuentra en una situación insostenible mientras una misteriosa plaga asola todo el planeta, afectando a los cultivos y generando un aire irrespirable. Esta situación modifica la evolución social y la forma de vida ha cambiado hasta situar a la humanidad en una realidad casi feudal, donde sólo hay cabida para trabajar la tierra.
Interpretada por Matthew McConaughey, Hanne Hathaway, Jessica Chastain y Michael Caine, explora la verosimilitud de un agujero negro representado como una esfera para adaptarlo a nuestra visión en tres dimensiones, el uso de la asistencia gravitatoria para viajar por el espacio, la explicación de lo que sería una quinta dimensión o el viaje en un agujero de gusano.
Pero no solo representa visualmente elementos científicos, su gran valor divulgativo puede residir en componentes más sencillos. En este marco se puede destacar cuando Cooper (McConaughey) le explica a su hija como poder realizar un estudio científico de un fenómeno y así eliminar la posibilidad de que tenga un fantasma en su habitación, también cabe destacar el momento del filme en el que se explica la singularidad de un agujero negro ejemplificándolo como si fuese la perla de una ostra.
Marte (The Martian, Riddley Scott, 2015)
El último ejemplo de cinta con rigor científico lo tenemos en Marte, una película en la que un grupo de astronautas deja tirado a Matt Damon en Marte (un abandono que puede ser el sueño de muchos) y cómo este sobrevive con escasos recursos. Se trata de una de los filmes que más se asemejan a la realidad de la cotidianidad de una exploración aeroespacial. La rutina diaria que refleja la cinta es tan fidedigna que Neil deGrasse Tyson alabó el trabajo de Ridley Scott y el astronauta Pedro Duque reconoció verse reflejado en varias secuencias de la misma.
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