No soy un gran aficionado a los videojuegos ni mucho menos un gamer neurótico. En mi defensa diré que le he dado infinitas oportunidades a supuestas obras maestras del medio, pero nunca termino de sentir la imperiosa necesidad de retomar la partida. Quizás sea porque sus dilatadas tramas acaban por impacientarme, o porque busco excesiva madurez y complejidad narrativa, pero siempre opto por apagar la máquina para refugiarme en el cine y las series, donde habitan los universos de ficción que verdaderamente me apasionan. De entre todos los videojuegos, varios relatos han conseguido cautivarme especialmente. Como olvidarme de Red Dead Redemption, del forajido John Marston y su epopeya en el salvaje oeste, tan cinematográfica, peligrosa y visceral como la mejor de las obras del poeta de la violencia, Sam Peckinpah; o de L.A. Noire y su homenaje al cine negro, en el que resuenan ecos de El crepúsculo de los dioses y L.A. Confidential. Pero, como amante de la historia, mi favorito siempre será Assassins Creed 2.
En su adaptación al cine, el director Justin Kurzel (Macbeth) abraza la base argumental pero se esfuerza por imprimirle al relato una marcada personalidad cinematográfica que le distancia, para lo bueno y para lo malo, del videojuego homónimo. El núcleo de la historia es el mismo, pero cambiando el escenario renacentista italiano por la España de la Inquisición: la lucha de los asesinos contra los templarios para evitar que estos últimos se hagan con el control del fruto del Edén, un artefacto capaz de acabar con el libre albedrío de los humanos y erradicar la violencia en el mundo. Para lograr encontrar el fruto, los templarios secuestran a Callum Lynch (Michael Fassbender), un descendiente del asesino español Aguilar de Nerja que, a través de la máquina de realidad virtual Animus, les ayudará a localizar el objeto. Lo que el director australiano olvida es que el fruto del Edén en el videojuego funciona como MacGuffin para desarrollar una serie de subtramas en el pasado sobre las luchas de poder de la familia Borgia y la corrupción eclesiástica en la Italia del Renacimiento. En su lugar, Kurzel sitúa la mayor parte de la acción en el exterior del Animus y se empeña en reflexionar sobre cuestiones como el juego a ser Dios por parte de los templarios, la forma de actuar de los asesinos (la película muestra los claroscuros de ambas entidades y no cae en excesivos maniqueísmos) o la memoria genética, intentando dotar al film de una gravedad que choca contra las propias limitaciones del guion.
Los viajes a la España de la Inquisición, aunque llamativos en los visual (el plano secuencia de la primera incursión en el Animus, junto con la dirección de fotografía atmosférica, oscura y sucia, es toda una declaración de intenciones), se sienten forzados y dan la sensación de que son un mero pretexto argumental para introducir las setpieces de acción (algunas son puro Assassins Creed, como la persecución a caballo o la secuencia de parkour). Ese desaprovechamiento de las posibilidades argumentales del pasado, repercute en el personaje de Aguilar, con un arco dramático y evolución inexistentes, y en la escasa enjundia del Torquemada de Javier Gutiérrez; pero también tiene su reflejo en el presente con la doctora Sophia Rikkin (Marion Cotillard), personaje que cae en la indefinición y la ambivalencia moral en un tercer acto anticlimático para olvidar.
Tomb Raider, Hitman, Doom, Warcraft, las secuelas de Resident Evil… Assassins Creed lo ha tenido fácil para ser una de las mejores adaptaciones de un videojuego. Un producto entretenido que peca de parecerse más a un interesante piloto de una serie televisiva que a una verdadera película. Con una inversión de 125 millones de dólares, apenas ha recaudado 200, por lo que a menos que Fassbender, Kurzel y su equipo se guarden una hoja oculta en la manga, solo podemos decir: Requiescat in pace. Definitivamente, no es la salvación que ansiaba el subgénero, pero si la película sirve para que alguien descubra los placeres del videojuego, bienvenida sea.
3 Comments
That’s not just the best anrews. It’s the bestest answer!
Apple semblerait-il ,est en perte de vitesse…..le petit poucet(HTC) sous Android monte en puissance avec comme google comme meilleur allie actuellement….le iPhone a perdu de sa crédibilité face même aux pro-apple….leurs délais d’attente comme le iphone 5 se fait attendre….les delais de sortie sont toujours repousses…ils se grillent tous seuls….mais si Google s’en mêle ce qui etait prévisible,ça risque de. faire un procès voir plusieurs contre-attaques qui perdures…..affaire à suivre de très prêt….
Et oui…nos rêves de jeunes enfants restent souvent des rêves à l’âge adulte…ps : dans le même genre que tetris, le démineur est le jeu le plus utilisé, (et de loin), …par ma copine sur notre pc !