Invadir el espacio para luego desocuparlo. Juanli Carrión se plantea a través de acciones efímeras la relación humano-vida-entorno y cómo esta afecta en la construcción de la memoria y, por extensión, de la identidad propia. La comisaria Marisol Solanova nos trae este mes de octubre al Centro Párraga una muestra de su impactante obra.
Entras a la sala y te encuentras con una gran estructura, una plataforma parecida a las que hay en los parques nacionales, una especie de miradores que te impiden salir del recorrido. Nos subimos. Señoras y señores, ya estamos en una obra de Juanli Carrión. No nos confudamos, toda la instalación es la obra del artista. No se trata sólo de las fotografías.
Subimos por una escalerita para encontrarnos con la primera pieza, Fetterman Masacree. Acto I&II, dos grandes imágenes iluminadas del paisaje histórico americano, el lugar donde William J. Fetterman y los 81 hombres bajo su mando fueron derrotados y asesinados por los indios en 1866. Te subes a la plataforma-mirador, y te colocas los cascos para admirar el nuevo paisaje donde estos soldados americanos murieron. Ahora hay color: cambió el paisaje. A Juanli Carrión le fascina que la ruina de la historia americana sea paisaje con placas conmemorativas. Nada más.
Avanzando por la pasarela entramos en un paso cubierto donde en un hueco de la pared encontramos tres impresiones lenticulares -imágenes que al movimiento cambian-, se trata de Mysterious Incident in Lake Desmet. Acto I. Escenas I, II y III, el mismo paisaje, iluminado de distintas maneras. Carrión, con su estructura de madera desde la que se articula la exposición, no nos deja ver las tres imágenes completas, nuestra percepción está condicionada por un agente externo, en este caso el propio artista, lo que no deja de ser una metáfora de las barreras físicas o psíquicas que limitan nuestra percepción de la realidad.
Continuamos por el camino marcado y llegamos a una caseta, Mysterious Incident in Lake Desment, Intermission, una imagen de una mesa y una silla, una escalera frente la fotografía y unos auriculares. La fotografía, como su propio nombre indica, está tomada en el lago Desment, en el estado de Wyoming, y si nos ponemos los auriculares, escucharemos una composición de distintas voces de cine western leen la placa conmemorativa del lugar.
Siguiendo nuestro recorrido obligado, nos encontramos con Connor Battlefield. Intermission, tres pantallas que no son fotografías aunque lo parezcan. La luz se mueve y parpadea. La imagen: un antiguo campo de batalla donde ahora parques, bancos y zonas de recreo han redefinido el espacio.
Por último, Connor Battlefield. Acto II, la estructura más incómoda de todas. Es aquí donde experimentas cómo Juanli Carrión te obliga a hacer cosas que no quieres, impidiéndote una fluidez natural por el espacio. Un cajón de madera con una escalera que hay que subir para luego bajar si quieres ver esta pieza. Pasas y hay una imagen de un parque con un banco de picnic al fondo iluminada por colores. Al parecer, se trata de una imagen fija, pero si no corres y tienes paciencia verás que no lo es: los colores cambian, al igual que el paisaje y mientras tanto tú consigues descifrar del audio algo parecido a “Han convertido este lugar en algo bonito”.
Es una exposición de visita obligada. Puede que al principio, sin conocer la obra de Carrión, parezca muy confusa. Bonita, pero confusa. Pero cuando vas descubriendo la historia que hay detrás de cada pieza todo va cobrando sentido. Y es que, desde un principio tu visión está condicionada por el contexto, en este caso, el creado por la estructura de madera. Y lo más importante que ya debería de haber mencionado: estas piezas son documentación de una acción sobre el terreno, es decir, vemos video y fotografía y pensamos que ahí empieza y acaba la obra pero, en realidad, tenemos ante nuestros ojos los restos documentales de una intervención de Juanli Carrión en estos espacios. Y esta documentación que no nace como obra de arte per se, es transformada por Juanli Carrión y convertida en otra obra de arte distinta. A mí, sinceramente, me encanta ese juego: ves una instalación. Estupendo. Y luego descubres que eso antes sólo era documentación de otra obra distinta y piensas: ¿no es genial? Ojalá pudiese estar en alguna de sus intervenciones sobre el terreno. Tenéis que ir: aprenderéis mucho y, posiblemente, descubriréis el maravilloso mundo del arte contextual, que dá mucho que pensar.
Fotografías por Pablo Sandoval
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