Escuchando Battle Born viene a la cabeza Angles, el cuarto disco de The Strokes. Las similitudes entre ambos LP´s no son explícitas, no suenan parecido ni por asomo. Más bien es la sensación que queda una vez acaba la escucha, la condescendencia que sigue a la decepción. Condescendencia porque en ambos casos se trata de un trabajo que intenta recuperar las notas más gloriosas de la banda (Hot Fuss en el caso de The Killers y Is this it en The Strokes) y cuyos singles inflaron el hype que ya de por sí tienen ambos combos (Runaways y Under Cover of Darkness, respectivamente). Estos adelantos nos dejaban con ganas de más, satisfechos porque al fin la banda había recuperado la fórmula mágica. Pero nada más lejos de la realidad. Angles es un disco con 3 o 4 canciones buenas, pero el resto es relleno, nada que ver con el debut de los neoyorkinos.
¿Y qué es Battle Born? Pues un disco confuso que alterna algunos momentos de gran calidad con cortes realmente innecesarios. Con Fresh and Bone Brandon Flowers intenta recuperar la atmósfera más creíble de su banda y por momentos lo consigue. Runaways, el single, es sin duda el mejor corte del álbum pero anticipó un protagonismo de las guitarras que no se ve en absoluto reflejado en el resto del trabajo. Conforme avanza el disco, da la sensación de que Flowers siente que en realidad no está dando la talla y, a la sexta canción, Deadline and Commitmens comienza a sonar repetitivo. Los únicos momentos que superan el aprobado son Heart of a girl y Be Still . Ambos cortados por el mismo patrón: baladas con tintes épicos donde Flowers se siente como pez en el agua hablando de conflictos mundanos, en los que todos nos vemos reflejados. Quizá The Killers no debieron salir de ahí, quizá esa sea la esencia de su añorado debut: una banda que habla sobre lo que le pasa y que disfruta -y hace disfrutar- con ello. Quizá jugar a ser Bruce Springsteen en Sam´s Town no fue una buena idea. Battle Born es un batiburrillo de influencias que poco tienen en común, hay ecos de Duran Duran y de The Smiths, pero es esa clase de disco en el que un gran número de influencias son lo opuesto a una virtud.
Hasta 5 productores han metido mano a este trabajo: Steve Lillywhite, Damian Taylor, Brendan O´Brien, Stuart Price y Daniel Lanois. Por lo tanto, que el disco no suene cohesionado no es nada raro, es lo normal. Es otra muestra de las dudas que asolan a Flowers, otra contradicción: para emular lo más sencillo, desnudo y directo de la banda no se puede contratar a 5 productores con sus 5 egos. El resultado es un trabajo artificial, recargado, de plástico, tan de Las Vegas como ellos mismos.
Pero, ¿hasta qué punto es acertado hablar de la vuelta a un sonido identitario si The Killers solo han sonado así en su primer álbum? ¿A qué suenan realmente The Killers? Con 4 discos en su trayectoria es hora de que decidan cual de los cuatro caminos -o tres y medio si entendemos Battle Born como un semi Hot Fuss– quieren seguir. Solo a Radiohead, Muse y The Strokes les pasa lo que a The Killers, forman parte del selecto grupo en el que cualquier novedad, venga en forma de noticia escabrosa, vídeo, reedición, adelanto o álbum supone un fenómeno social. Hasta que les dure.
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