Sala 12&Medio, última hora del día 14 de enero. Wöyza acaba de salir al escenario y los pocos que estamos en la sala sonreímos: toca concierto privado. Hay casi más artistas murcianos entre el público que propio público, algo debe indicar, ya sea para bien de Wöyza o para mal del público local.
Segundos después, el torrente de voz que posé la gallega y pone en juego cada vez que entona nos sacude por dentro. Apenas lleva dos líneas cantadas y ya se ha ganado a cada una de las personas que la miran boquiabiertas desde abajo. Otra voz espectacular, aunque mucho más ‘suave’, la acompaña y hace los coros. Su dueña se llama Raquel LaBelle y gracias a la dualidad de ambas voces y cómo estas envuelven y adornan las palabras de Wöyza, apenas sientes cómo se clava cada frase se clava en tu pecho, como si fuese un cuchillo caliente cortando mantequilla. Los nervios a flor de piel, las miradas perdidas y las emociones desbordardándose.
Desde la primera canción, Wöyza te invita a sentarte en su alma a charlar con ella, con sus demonios y ángeles, porque Pelea es mucho más que una lista de canciones, es una vida completa. Historias que ponen las letras, emoción que da el soul, vida que desprende la maravillosa y potentísima voz de Wöyza. Y rap, sí, claro. Porque el Hip Hop Soul con el que se identifica Wöyza tiene muchísimo de rap en los ritmos y las estructuras, más aún en directo. Ahí aparecía Dj Mil, quién se encargó de la parte instrumental del bolo.
Fue una hora y pico de reloj el tiempo que pasamos a solas con Wöyza, que ante el calor y familiaridad del respetable no pudo quedarse en el escenario y en repetidas ocasiones bajó y se fundió con el público. Por supuesto, sin dejar de cantar, bailar y emocionar mientras nos resumía su vida a base de canciones que llegaban hasta el alma. Dio un repaso entero a Pelea, dejó pequeños recuerdos en forma de canciones escritas en otra década y, por supuesto, nos entregó un trocito de su alma a cada uno de los que asistimos asombrados a su show.
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