Domingo 15 de noviembre. Tras aparcar con relativa dificultad en los alrededores del Víctor Villegas (no sólo las Jornadas Gastronómicas están llenas de gente, si no que un espectáculo de Monster Trucks también invade el “parking”) nos dirigimos hacia la abarrotada puerta. Comprar las entradas es sencillo, la cola no tiene nada que ver con la cola para entrar. Eso ya nos deja bastante claro que, como en cualquier evento murciano de este tipo, el amiguismo va a brillar también en este evento y veremos a cientos de amiguetes tarjeta especial al cuello poniéndose hasta los ojos.
Tras cambiar nuestro dinero por “gastrix”, la moneda del evento, nos dirigimos a nuestro primer paseo por la planta baja. La primera impresión que me causa es algo decepcionante, me esperaba alta cocina y espectaculares muestras de gastronomía, un ambiente pijo y que oliese a que no podía pagarlo. Lo que veo es una ingente multitud de murcianos agolpándose entre puestos repletos de embutidos (con una pinta deliciosa, eso sí) y bebiendo una copa de vino tras otra. Casi como en cualquier evento en Murcia. Recorremos casi la mitad de la planta baja sin que nada nos llame especialmente la atención, excepto el cañero de Estrella Levante en el que paramos a por una cañita. Finalmente decidimos probar el arroz meloso con pato y foie del Mini by Tiquismiquis, aunque yo estoy deseando subir a la primera planta a probar el Tiquismiquis tal cual.
Una de nosotros, vegetariana, se decide por el guacamole de Aliminter. Curiosamente otro colega y yo hemos estado metiendo productos en Magento para Aliminter en nuestra empresa, así que bromeamos al respecto. El arroz meloso está bastante bueno pero el foie no aparece por ningún lado, ni en el plato ni en el paladar y es… es como el arroz con pollo de mi abuela pero con pato y peor hecho. El guacamole tiene mejor presentación que el arroz pero es muchísimo para los tres mini-nachitos que le han puesto a la copa y tras unas cuantas cucharadas a palo seco lo tira. No sin que antes lo probemos todos, claro. Está muy bueno también, y es fuerte, lo cual me sorprende y me agrada.
Proseguimos el paseo babeando en algunos puestos a nuestro paso y lo siguiente que pruebo es el pisto con huevo escalfado del Consejo de Agricultura Eco. A mi compañera le encanta pero para mí la verdura está un poco cruda y sabe muy muy potente, como antiguo carnívoro y reciente omnívoro supongo que las hortalizas ecológicas saben demasiado a hortalizas para mí. Subimos tras babear en otros cuantos puestos, como el de Caprichos del Paladar o El Secreto. Veo cosas bizarras también, como un cerdo hecho de salchichón que tiene los ojitos y todo y, aparte del evidente asco, da bastante grima. O los señores con tarjetas VIP que van de puesto en puesto cogiendo dos o tres cosas a la vez con la misma mano y llevándolas a la mesa. También llevan tiquets de invitaciones a cerveza. Les maldigo mentalmente por pura envidia. Uno se nos cuela porque el chef lo llama con la mano.
Cuando subimos voy recto y como una bala a buscar el Tiquismiquis pero tengo que pararme en Verna a babear mirando las tres tapitas de conejo diferentes que ofrecen. Decepción cuando llegamos al Tiquismiquis y al Canalla. Una pinta riquísima pero ¿un mini-maki por dos euros? No dudo de la calidad del atún picante pero no es para los menosdequinientoseuristas. El Canalla tiene algo llamado gamba nosecuantos con blablabla sobre leche de tigre. Entre risas nos imaginamos ordeñar a un tigre, pese a que nos aclaramos todos mutuamente que sabemos que es “la salsa esa del ceviche”. Por si acaso. La gamba tiene el tamaño de la uña de mi pulgar y yo ya he comprobado que, como el tópico dicta, la “alta cocina” no es para gente con hambre. Como el estómago ruge enseguida visualizamos nuestro objetivo.
La planta está llena de gente que vuelve de un puesto en el que dan un platazo servido en cazuelita de barro que luce repleto. Es el gazpacho manchego de Los Chipos. Al llegar allí, la chica que nos los ofrece nos informa de que la tapa es 2×1, cuando acabemos el contenido de la cazuelita en el fondo quedará una torta con la que debemos acudir (cazuelita incluida, claro) para que nos pongan una anchoa y un poco de miel por encima. Toma ya. Nunca he probado el gazpacho manchego y tenía ganas. Buscamos una mesita apartada tras la visita obligada a por caña y nos ponemos a ello. Joder, ya sé por qué lo comían los pastores. Tres minutos antes de ponerme a comer creía que hoy no iba a poder saciarme entre tanto minimalismo y tanta pollada, ahora estoy, de repente, hasta las trancas de comida.
Mi colega también lo está, nos lanzamos miradas mientras vamos devorando con nuestra cucharita de madera. Miradas que dicen: “Que duro”. No sin esfuerzo conseguimos terminarlo bajo la promesa de que tenemos otra tapita. Vamos al puesto y nos ponen, literalmente, una anchoa en mitad de la torta que ha quedado en el plato, un chorrito de miel y hale, a correr. Sorprendentemente, aunque la torta está mojada en la salsa del gazpacho, está delicioso también. Comentamos lo tremendamente saciante que ha sido. En el stand de Fripozo vemos algo que llama nuestra atención, una tosta con foie y crujiente de queso con manzana con reducción al PX. Riquísimo también. En el puesto de Fripozo también hay un arroz y marisco con pulpo a feira con una pinta exquisita. Manda narices que en unas jornadas gastronómicas las tapas con mejor pinta sean las de El Pozo.
Tras un descanso para el cigarrito de rigor y rodeados de gente cada vez más borracha de vino nos dirigimos a la planta baja a por el postre. El destino está claro, J.A. Serrano, que se llevó el reconocimiento de Mejor Maestro Artesano de Pastelería de España del año 2011. Todo tiene una pinta cojonuda. Pedimos tarta de queso y mini hamburguesa de chocolate. Vemos que la tarta de queso está triunfando entre el resto de asistentes. No es de extrañar, está increíble. La hamburguesa de chocolate tampoco está nada mal y la presentación está muy currada. Una señora nos regala una invitación para una cerveza al vernos compartir una caña. De nuevo envidio a todos los que se pasean con su tarjeta al cuello. Abandonamos satisfechos el recinto con ganas de ser más ricos.
No Comments