Un sábado cualquiera del año 1953, 11 de la noche, ahí van Dean y Marylou en su flamante Cadillac Eldorado dirección a ninguna parte, no saben si les quedará mucho camino, tampoco parece importarles demasiado, pues la carretera es su jodida vida. La oscuridad les rodea, la tenue luz que emiten los faros de su carro les sirve de guía y como banda sonora, una voz íntima, que les atrapa, que se desnuda con cada tema pasando de la crudeza a la ternura con un estilo que bien podría encajar con Patsy Cline o Julie London.
De repente, tras la vaguada, dos potentes luces aparecen de la nada apuntando hacia ellos, ¿será otro maldito coche que va con las largas puestas?. Conforme se va aproximando el brillo se hace mayor, tanto que les obliga a entornar los párpados como acto reflejo. Al abrirlos de nuevo, gritan sorprendidos, se miran y unen sus manos con fuerza. El Cadillac había desaparecido, ahora estaban sentados tras una mesa en lo que parecía una sala de conciertos llamada “La Puerta Falsa”, en el escenario una preciosa chica y su Fender Ron Emory hacían de epicentro de las miradas. Dean medio aturdido, cogió el papel que estaba sobre su mesa y leyó: <<Virginia Labuat en concierto, sábado 23 de noviembre 2013. La Puerta Falsa, Murcia>>. Sin dudarlo, echó mano a su bolsillo para coger la estilográfica y escribir, cual entendido en la materia, una crónica de lo que estaba escuchando:
“The biggest love” fue el primer tema escogido por Virginia Labuat para romper el hielo de la fría noche murciana y enamorar a los todas las personas presentes en el concierto. Un dulce scat, como si de la gran Ella Fitzgerald se tratase, fue el encargado de seguir ambientado la sala con “Get the check”, que se desliza sobre la temática de esas primeras citas desastrosas que todos hemos tenido.
La noche ya estaba sumida en una atmósfera especial que siguió en aumentó cuando apareció en el escenario un músico llamado Michael Martin, para hacer una sublime combinación junto a Virginia, tras el piano de cola y con el medio tiempo de “I wonder”. EL bagage musical de Michael también quedó más que demostrado con el tema “Wet crystal», compuesto por él mismo e interpretado en perfecta armonía con Virginia.
Fueron diversas las canciones escogidas de su segundo disco “Dulce Hogar” y de la edición especial de rarezas de éste, como “Why?”, “Under my skin”, “I call your name” o “Amanecer”, cantada en castellano. También hay que destacar la brillante versión que hizo del éxito “I’m like a bird” de Nelly Furtado o el homenaje personal a una de sus principales influencias musicales, The Beatles, con el tema “From me to you” junto a mítico “Imagine” de John Lennon. Michael Martin también se marcó al piano un cover del clásico “Feeling good”, versionado por artistas de la talla de John Coltrane y Nina Simone, que puso los pelos de punta al público y emocionó incluso a la propia Virginia, que lo disfrutó sentada entre el público.
Tampoco faltaron canciones pertenecientes a su último disco titulado “Night & Day”, que vio la luz unos meses atrás, como la balada country “Out of the blue”, la canción que da nombre al disco y el primer single de éste, “Dream man” en el que destacan tintes que van desde el rockabilly al legendario sonido Motown. Nos regaló una preciosa declaración de amor con “Eighteen”, tema del que había estrenado videoclip un día antes del concierto. Con la íntima “Let me talk” desnudó su alma por completo en el escenario, una canción con gran carga personal.
Como colofón final estaban reservados a conciencia dos grandes éxitos de su anterior larga duración, “Circus” y “The time is now”, con los que el público vibró en cada nota y los pies se movían como con vida propia al ritmo de la música. La despedida fue muy calurosa por parte de todos los asistentes, que habían ido aumentando en número e intensidad a lo largo del concierto, atraídos por la voz única y aterciopelada de la artista de Jaén.
Después del concierto, Marylou y yo tuvimos la oportunidad de hablar con Virginia Labuat, le contamos nuestra increíble historia y se quedó más que sorprendida. Queríamos seguir escuchando esa dulce voz que nos había teletransportado desde nuestro viejo coche hasta esa acogedora sala, por suerte su música estaba en vinilo, así que pillamos uno y nos fuimos con las orejas contentas a buscar nuestro Cadillac, porque The time is now!
Firmado: Dean Moriarty.
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