Corría el año 2008 cuando la productora Marvel estreno su primera película, Iron Man. Se trataba de una productora recién nacida, modesta y sin experiencia, pero con unos planes de futuro muy claros. Por aquel entonces el cine de superhéroes había dejado de ser algo exclusivamente de «frikis» para formar parte de la cultura popular, gracias a directores como Cristopher Nolan, Bryan Singer o Sam Raimi. Los cómic vieron como sus ventas aumentaban, pues a los habituales treintañeros que habían crecido con las historias del trepamuros y del Caballero Oscuro se sumaba una nutrida clientela joven, atraída por las aventuras vistas en la pantalla grande y a la que era normal ver con camisetas de Spider-Man o Batman. Los superhéroes estaban de moda y el raro era el que decía no ver esas películas.
Como buen fan de Marvel he asistido a todos los estrenos desde el primer Spider-Man de Raimi, así que a mis tiernos 13 años (como pasa el tiempo), cuando estaba sentado en la butaca viendo Iron Man y la habitual escena post créditos, en la que Nick Furia le dice a Tony Stark que si cree que es el único superhéroe del mundo, ya sabía que algo muy gordo se estaba fraguando. Para cuando llego 2012, Marvel ya se había asentado en Hollywood y era una máquina de hacer billetes a pleno rendimiento, pero fue en el esperado estreno de Vengadores (Joss Whedon, 2012) donde se puso verdaderamente a prueba el potencial de la compañía y donde se llevaron aplausos de crítica y público, en una cinta que era el sueño húmedo hecho realidad de los fans del cómic.
Después de haber visto una primera parte de Vengadores sorprendente, que redefinió por completo el concepto de blockbuster, y una Fase 2 que ganaba en calidad con películas como Capitán América: El Soldado de Invierno (con Marvel coqueteando excelentemente con el thriller y el espionaje) y Guardianes de la Galaxia (para muchos la mejor space opera desde Star Wars), las expectativas eran altísimas en 2015. Pero las ha cumplido y Whedon lo ha vuelto a hacer.
¿Te gusto el plano secuencia de la batalla final de Vengadores pasando de un superhéroe a otro? Pues aquí lo tienes más largo, más épico, mejor filmado y en el primer minuto de película. ¿Por qué? Soy Joss Whedon y puedo.
Con esta declaración de intenciones arranca la película y como las buenas montañas rusas no te suelta hasta el final, en lo que es una acción continua (debe de haber como unas 5 set pieces de acción sin contar con el clímax final). Los momentos en los que la acción y el caos no dominan la película no se producen esos tiempos muertos que lastraban, en cierto modo, al filme de 2012, pues son mejor aprovechados tanto para escenas cómicas y guiños a los fans (magistral esa fiesta en la torre de los Vengadores) como para desarrollar mejor a los personajes (sobre todo a Viuda Negra y Ojo de Halcón, que se adueña de la película). La película tiene mejor ritmo y mejor desarrollo de personajes que la primera, pero las lineas de dialogo no alcanzan la genialidad de su predecesora, sacrificándolas por un tono más filosófico (personificado en Ultrón), reflexivo y sombrío. De la misma manera Ultrón está por debajo de Loki, es un villano más potente y temible pero no tiene el carisma del asgardiano. Con todo esto parece que no me ha gustado la película, al contrario, tiene más virtudes que la primera entrega, pues tiene más acción, diversión, profundidad, épica y sobre todo variedad de escenarios que le otorgan mayor vistosidad y agilidad a la cinta.
Whedon redefine las reglas del blockbuster de autor demostrando que es un guionista y director portentoso, además de un ávido lector de cómic desde pequeño, que sabe cómo colocar las piezas del puzle Marvel de su imaginario particular para que formen parte del imaginario colectivo. Esta segunda parte de Vengadores es una maravilla, es el Imperio Contraataca de Marvel y es música para los oídos de los fans marvelitas. La primera parte era una sonata excepcional, esta es una sinfonía completa.
Avengers will return.
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