Vivimos continuamente conectados, pegados al teléfono móvil y nuestro ocio fundamental se sustenta en la pantalla, pequeña o grande, que tenemos delante nuestra. Pasamos horas delante del ordenador hablando sin parar, pensando que eso nos hace seres más sociables y perdiendo el contacto directo con las personas; para que vamos a quedar a tomar un café y ver a un amigo si ya tenemos el Skype, ¿no? Dependemos de la tecnología y la tecnología a su vez se nutre de nosotros para su evolución; la tecnología controla muchos aspectos de nuestra vida, pero, ¿qué pasaría si esa dependencia llevará a una evolución mayor en la que la tecnología tomara la voz cantante y terminara por controlarnos a todos, como si de un régimen dictatorial se tratase?
Muchos de estos temas son tratados, de una manera brillante, en la excepcional serie británica “Black Mirror”; pero mucho antes que ella, en 1984, el desconocido y primerizo director James Cameron nos habló de estos temas bajo un punto de vista crítico y desesperanzador en su primer film, The Terminator, sin saber que con un presupuesto de poco más de seis millones de euros y escasos medios iba a cambiar el mundo de la ciencia ficción para siempre. La película se fue revalorizando con el tiempo hasta convertirse en un film de culto que, definitivamente, era un adelantado a su tiempo. En 1991 llego su segunda parte, que elevó el nivel del espectáculo, de la acción y los efectos visuales con ese T-1000, el Terminator de metal líquido, que supuso una absoluta revolución.
Ahora nos ha llegado recientemente a la cartelera la quinta entrega de la saga, después de una tercera y cuarta tan descafeinadas como insatisfactorias; una entrega que podemos considerar una secuela directa de la tercera (con otros actores) más que un reboot o un remake. Se trata de un film que sigue las pautas marcadas por la recientemente estrenada Jurassic World, es decir, se abusa de los guiños a los fans, las referencias a la cinta original, de escenas calcadas anteriormente vistas en la saga o repetición de fórmulas argumentales sin ningún atisbo de riesgo.
Terminator Genisys repite el planteamiento argumental de sus dos primeras partes pero también recupera, en cierta medida, el espíritu de la original, con esa acción y persecución continua, pero perdiendo la atmósfera de intriga, sobre todo, de la primera entrega. A falta de sorprender, al igual que Jurassic World, se aumenta el nivel del espectáculo (aparecen la mayoría de los villanos de la saga, desde el T-800 hasta el T-1000 e incluso un Terminator definitivo). Uno de los grandes aciertos del film es la inclusión de ese tono autoparódico, personificado sobre todo en el Terminator de Schwarzenegger, que es el auténtico dueño de la función, en uno de los mejores papeles de su carrera (que pena que no se pueda decir lo mismo de Jay Courtney o Emilia Clarke, que defiende su papel pero no llega a la altura de Linda Hamilton). No todo es positivo, las escenas de acción, aunque abundantes y variadas, no son bien resueltas ni vistosas, fallos de un realizador eminentemente televisivo que abusa de primeros planos y acusa una falta de soltura y estilo propio (la escena del puente, aunque espectacular, es tremendamente corta y la escena de los helicópteros sobra, por ejemplo). Se echa de menos mayor riesgo y originalidad en el plano argumental, además con tanto viaje en el tiempo el relato se torna confuso y tienes que hacer un acto de fe para creer lo que te están contando; por suerte no se limita a ser una copia exacta pues tiene varios giros argumentales interesantes y sorprendentes que habrían enriquecido la experiencia del visionado sino fuera porque el tráiler se encarga de destripar cualquier sorpresa posible. No, no es mala, pero el tema de Sarah Connor y los viajes en el tiempo para salvar a la humanidad y evitar el alzamiento del caudillo Skynet ya cansa y nos lo han contado mejor, por lo que esperamos cambios en las dos futuras entregas que se avecinan.
El blockbuster más flojo del año, debido a la enorme competencia, es un entretenimiento veraniego disfrutable pero que nunca llega a maravillar. Tiene acción y es sumamente entretenida, pero con una saga que antaño nos dio tanto debemos ser más exigentes, pues quien espere ver en la sala una reformulación de las claves de su universo, como en Mad Max, o el espectáculo de Vengadores, ya puede ir buscando la salida de emergencia.
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