Desmitificando “El Guardián entre el Centeno” de J.D. Salinger
Es difícil decir ciertas cosas alguna vez. Afirmar determinadas frases en voz alta y rodeado de gente puede generar en miradas extrañas. Así que cuanto antes, mejor. No me gusta “El Guardián entre el Centeno”. De hecho lamento decirlo (de verdad que lo lamento) pero no me gusta nada. En mayúsculas ese nada. No me cae bien el autor pero puedo decir que soy imparcial al 100% porque cuando leí el libro no sabía nada salvo que era “un libro de los que hay que leer antes de morir”. Pues vaya. Me lo he pasado mejor viendo anuncios de antena 3. La historia no fluye al ritmo que debería para la extensión en la que se desarrolla. Aun así es bastante fácil de leer en una o dos sesiones, no más. Normal por otra parte, la historia no es muy complicada que digamos. Polémica por surgir en la américa (que no Europa, ojo) de los años 50 la novela nos guía a través de un fin de semana de un adolescente pijo que se ve obligado a abandonar el internado pijo en el que sus pijos padres le han confinado y decide pasar un fin de semana él solo en la ciudad. El libro es horrible en cuanto a describir a un adolescente real, de carne y hueso.
Lo leí cuando tenía prácticamente la edad del protagonista y me pareció un niñato soplapollas que sólo necesitaba que su padre le prestase un poco de atención. Un libro sobre snobs escrito por un snob. No capta en absoluto la esencia de la rebeldía adolescente a mi juicio aunque siempre os hayan dicho lo contrario. Todos los que fuimos niñatos de dieciséis que gritaban a sus profesores y se negaban a hacer exámenes simplemente porque despreciaban palabras como “profesores” y “exámenes” vamos a tener ganas de pegarle una colleja al protagonista del libro y quitarle muchas tonterías de la cabeza. Un joven rebelde de diecisiete años que no acepta el sistema que le han impuesto y quiere ser expulsado de él. Y sueña con ser “Guardián entre el Centeno” o como él dice en el libro “me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura”
No es una locura, Salinger, es una mariconada como la copa de un pino. Mis sueños de rebeldía a los 17 años incluían bastantes drogas y mujeres con cuerpos de escándalo. No niños que necesiten ser salvados. En resumen. Escritor pijo escribe obra pija sobre rebelde pijo que se harta de ser pijo. Una pijotada como la copa de un pino. Pero debéis leerla. O no. Eso lo dejo a vuestra elección. Otro día cuento porqué me cae mal Salinger.
1 Comment
Pues me alegro muchísimo de no haber sido un «adolescente real» como tú que grita a sus profesores. Holden Caufield es claramente un chaval contradictorio y eso no se esconde en todo el libro, es un tipo lleno de ira, pero aún así con una sensibilidad bastante especial. Obviamente, cada uno es un mundo, y pretender que Salinger haga un retrato perfecto de la adolescencia es pedir demasiado (NADIE ha conseguido hacer eso, simplemente distintos artistas han dado su visión), pero yo me sentí bastante identificado con este chico, lo que supongo me convertirá en un pijo y/o snob. Además es un gran reflejo de la época en la que está escrito, la posguerra americana, una etapa especialmente deprimente de la historia de Estados Unidos. Y no voy a decir más sobre el libro porque no recuerdo tanto como para hacer un comentario crítico consistente sabiendo que lo leí hace unos años…