Que el IBAFF es diferente no es una queja. La ilustre copia de Bella de Día de Luis Buñuel en 35 milímetros en la sala A de la Filmoteca parecía querer abarcar todas las miradas; el póster de una Catherine Deneuve rejuvenecida por obra y gracia del IBAFF, parecía destruir cualquier intento de competencia, pero de nuevo, había que estar a la altura del festival: tocaba ser radicales. Tras haber animado el alma con una tarde de cortos (excepcional 4,5,5, 1: Crónica Íntima de un Terremoto de de C. Latorre y S. Alarcón sobre el seísmo de Lorca) nos decidimos por la acogedora sala B. Las luces se apagaron nada más sentarse. Subtítulos en inglés. Público despierto, deliciosamente internacional.
Es precisamente la platea lo que al final resultó más entretenido de Ensayo final para Utopía de Andrés Duque. Tras un corto sólo apto (o no) para amantes de sadomasoquistas invidentes que escriben poesía a ritmo portugués (Film para Poeta Ciego) la película de Duque inició su descenso al origen de la imagen.
Bellísima exploración de la danza como expresión de la libertad, elegía al cuerpo roto, la película carece de banda sonora durante tres cuartas partes de la película. Las sombras de las butacas empezaron a retorcerse al poco tiempo. Murmullos ininteligibles rugieron en la oscuridad. Risas explotando en mitad de la sala, mujeres entrando y saliendo por la puerta de emergencia. A los treinta minutos sólo quedábamos una docena de valientes que asistimos a un insólito viaje por la memoria que rehúye cualquier convencionalismo. Un cine inclasificable., imposible al que acceder del todo, en otras palabras: cine valiente.
A las puertas de la Filmoteca algunos se reunieron para hablar de la película. Unos decían haber visto Venecia y Pisa en los minutos finales. Otros apenas podían hablar, hipnotizados aún por las imágenes en blanco y negro de 16 mm que parecían repetirse como un conjuro incandescente en nuestros ojos. Nadie supo decir con certeza si habíamos estado en la sala B de la Filmoteca dos horas o tan sólo treinta minutos. Aunque ya no importaba. Lo único que teníamos claro al dividirnos por una Murcia (apocalípticamente) desierta es que repetiríamos mañana. ¿Volverá el IBAFF a estar a la altura?
Jose Manuel Sala Diaz
No Comments