El viernes pasado Rosendo Mercado, el padre incuestionable del rock urbano, llenó la plaza del ayuntamiento de Molina de Segura en un concierto gratuito que reunió a un público heterogéneo en el que había representantes de al menos cuatro generaciones. Abuelos con sus nietos, padres con sus hijos, parejas recientes, heavys, punkys… todos conformaron una masa en la que estaba presente desde el veterano que se compró el primer LP de los Leño en su época hasta el chavalín que acaba de descubrir las maravillas de la discografía del de Carabanchel a través de spotify. Diferentes edades, diferentes trayectorias, pero la misma expectación por ver al maestro que en esta gira, «Mentira me parece», celebra sus cuarenta años de carrera.
Poco después de las once se apagan las luces, comienza una ovación generalizada, los músicos cogen sus instrumentos y comienzan a sonar los arpeggios de «Mala Vida». Un clásico «blues» impecable del que se respira la sombra del artista que más ha influido a Rosendo, Rory Gallagher. Esa manera de apretar las cuerdas, esos armónicos que chillan, ese torrente de electricidad que nace de su Stratocaster recuerda de manera inevitable a los grupos ingleses de los setenta que fueron su educación emocional, a power tríos como Cream, de los que ha heredado algo más que el formato de banda. Tras el tema da las gracias y saluda. Rosendo es agradecido pero no muy hablador, prefiere concentrar sus fuerzas en enfilar de manera ininterrumpida el aluvión de clásicos que ha firmado a lo largo de su carrera. En el repertorio hay temas presentes de todos sus discos y épocas: «corazón», «por meter entre mis cosas la nariz», «cada día», «vergüenza torera», «atajo de cobayas», «sufrido»… No le flaquean los dedos, ni tampoco la voz. Desprende autenticidad, y tema tras tema reafirma su talento tanto como guitarrista como vocalista. A sus 61 años no se esconde detrás de grandes montajes escénicos ni se apoya en una gran cantidad de músicos para ocultar deficiencias; no los necesita. Un bajista, un batería y él. La fórmula tiene la misma solvencia y la misma calidad que hace treinta años.
Uno de los grandes momentos del concierto fue sin duda cuando se arrancó con «El Tren». Si bien es cierto que en sus conciertos suele incluir algún que otro tema de Leño, este en especial llevaba tiempo sin tocarlo y provocó una catarsis entre los fans más veteranos. También la provocó en gente como yo; joven pero fan fatal de los Leño. La canción consiguió trasladar a los allí presentes al Madrid de finales de los setenta durante unos minutos. No faltaron, como cabía esperar, sus temas más conocidos: «agradecido» (quemada por Rock Fm), «pan de higo», «maneras de vivir», o la ultracoreada «masculino singular»; un tema de principios de este siglo que se ha convertido en un clásico más celebrado que muchos de los de los primeros discos.
Durante la actuación quedó patente el vínculo especial que une a Rosendo con su público. Para sus fans Rosendo es una figura entrañable. Un tío que creó las formas sobre las que se ha sostenido todo el rock español que ha venido después y que durante estos cuarenta años se ha mantenido fiel a sí mismo y ha forjado si carrera con trabajo y honestidad constantes. Y es que si Rosendo no hubiese cogido una guitarra hace medio siglo bandas como Extremoduro, Platero y Tu, Barricada, Marea o Los Enemigos no existirían hoy. Íconos que ahora se bañan en multitudes de estadios se han amamantado de la filosofía y de las formas del fundador de Leño; la primera banda que practicó un rock duro que bebía de los clásicos y que ofrecía una visión lúcida en sus letras de la vida y los problemas de la calle. Mientras que para ver de lejos la gorra de Fito o las ojeras del Robe es necesario dejarse mínimo treinta euros a Rosendo se le puede ver en cualquier pueblo, gratis o no, a un palmo de distancia. A sus 61 años sigue recorriendo prácticamente la península entera de manera infatigable, siguiendo de manera terca la misma fórmula que lo convirtió en uno de los pilares del rock en castellano. Se podría decir que lleva más de veinte años sin cambiar la fórmula de su música y de su directo. Que no lo haga jamás.
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