¿Está usted pensando en comprarse un libro?, ¿quiere regalar uno y no sabe cuál elegir?, ¿cree que la biografía de Belén Esteban no le aportaría conocimiento alguno?, ¿confiaría en un redactor de C´mon Murcia para aconsejarle qué leer estos días de frio y manta? Si la respuesta a todas las preguntas que le he formulado son afirmativas, entonces continúe leyendo.
Un regalo muy común por estas fechas es un libro, nunca se falla –casi nunca-. Hay tantos donde elegir y de tantas temáticas que nos perdemos en un mar de letras, historias y escritores. Para comenzar es posible que queramos ser arriesgados, jugar a pasear en el filo del cuchillo y comprar un… clásico. Estamos tan empecinados en leer los últimos galardonados con el Premio Planeta que nos olvidamos de aquellas obras que hicieron grande la palabra literatura. Créanme si les digo que algo interesante habrá aunque ese clásico lleve escrito más de 50 años.
Quizá quieran sumergirse en las aventuras de Ernest Hemingway y conectar su lado emocional a la vida de aquel pescador de El viejo y el mar o preguntarse Por quién doblan las campanas.
Le diagnosticaron demencia y su mano ha dejado de escribir, pero sus obras están cargadas de historias que ni usted ni yo imaginaríamos vivir. Desde aquel realismo mágico, desde el existencialismo y las nuevas gotas vanguardistas que impregnaron aquellas novelas hispanoamericanas de mitad de siglo XX, Gabriel García Márquez quizá le puede ayudar. Memoria de mis putas tristes o El coronel no tiene quien le escriba son libros, cortos, que no dejarán de sorprenderle. Y si nos vamos hasta comienzos del Siglo XX y nos adentramos en toda esa renovación de la narrativa europea y norteamericana, surcaremos las corrientes del surrealismo, existencialismo de Sastre y aquella inhóspita influencia del psicoanálisis de Freud. La mansión y El ruido y la furia de William Faulkner o En busca del tiempo perdido de Marcel Proust profundizan en un pozo de emociones, historias cargadas de narrativa y grandes monólogos interiores. Y si se les queda corto, por la estantería de al lado seguro que se asoma el intrépido Ulises de James Joyce o El Proceso de Kafka. Hay decenas de miles de clásicos y esto no son más que simples recomendaciones que aguardan en una estantería de alguna feria de libros antiguos a que alguien los desempolve para recordar que antes también se escribía bien.
Abandonando los clásicos nos meteremos en algo más espinoso para regalar, la poesía –si no ha dejado de leer, se lo agradezco-. Arriesgado regalar poesía, desastroso presente para un amigo, un familiar, que probablemente nunca se haya interesado por este género y nunca tenga pensado interesarse. Le haré dos recomendaciones. Hablemos primero de un escandinavo que no hace mucho ganó el Nobel de Literatura, sus versos bailan entre describir la realidad lo más exacta posible e impregnar sus palabras de misterio y melancolía –mezcla rara-, cada estrofa es un pensamiento, cada poesía una locura desestructurada que acaba dejando un buen sabor de boca. Detalle de psicólogo, Tomas Tranströmer abarca un mundo de sensaciones y de imágenes vivas en muy pocas palabras.
Mi otra recomendación viene desde los entresijos de la poesía –más reciente- española. Jose Manuel Caballero Bonald publicó recientemente su autobiografía escrita en verso, Entreguerras, y dejó en silencio su mano hasta que la muerte lo reclame. Hermética, con el carácter del escritor en cada rincón de sus versos, la poesía de Bonald la podrá leer quien le guste lo barroco y recargado.
Pero quizá lo mejor sea recomendar aquellos libros o autores, actuales o no tan actuales, que de verdad pueden aportar algo si son leídos.
Khaled Hosseini nos mostró en el trasfondo de sus novelas la vida en Afganistán, sus costumbres, sus tradiciones, sus guerras. Con Cometas en el cielo saltó a la fama y recientemente ha publicado Y las montañas hablaron, novela que abandona el estilo individual y protagonista que le daba a sus historias y decide abarcar múltiples puntos de vista para conocer las situaciones complicadas de esas personas que más difícil tienen decidir sobre sus vidas, los niños.
Intemperie de Jesús Carrasco ha enamorado a los críticos literarios el pasado año, pero aquí no colocamos los libros que les gusten a los críticos, sino los que merecen la pena. Sin muchos sobresaltos, la novela de Jesús Carrasco destaca por su estilo narrativo, su omisión del tiempo y el lugar, su sencillez arrastrada al mundo rural.
El lienzo de Tintoretto de Thierry Maugenest no es más que dos historias paralelas en el tiempo ensombrecidas por el misterio de asesinatos, sociedades secretas y el arte.
El caravaqueño Luis Leante ha cultivado todos los géneros literarios habidos y por haber. La recomendación de este año es para Cárceles imaginarias, su última novela nos habla de un periodo histórico muy de moda últimamente. Hablamos de los complicados principios del siglo XX donde el anarquismo, los conflictos internacionales y el descontrol institucional abundan miles de páginas novelescas. Misterio e investigaciones se llevan el protagonismo de este libro.
La última recomendación va para el francés Jean-Marie-Gustave Le Clézio. Yo que personalmente he desaconsejado toda literatura francesa excepto las novelas de Víctor Hugo y los poemas de Baudelaire, encontré en Le Clézio otra forma de ver las novelas históricas: lineales y sobrias, lentas como solo Muñoz Molina sabe, encantadoras. La música del hambre, su última novela, puede o no puede defraudarle, pero por lo menos habrá leído algo más de la “literatura francesa”.
Me dejo muchas recomendaciones por el camino, pero incluso preferiría que fuese usted a su librería más cercana y eligiese aquel que más le haya llamado la atención. Las historias pueden ser buenas o malas, pero un libro, en cierto sentido, nunca falla, siempre enseña algo, siempre deja algo de experiencia.
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