“Kids, watch and learn”, dijo Nick Caveen el concierto que, al frente de susBad Seeds, ofreció hace unas semanas para presentar en Berlín Push the sky away,decimoquinto álbum de la banda. La frase puede parecer trufada de una vanidad insoportable. Pero nada más lejos de la realidad. Cave es humilde al decir “kids, watch and learn” y no “world, watch and learn”. Porque se lo puede permitir. Esa es la razón de todo lo que ha hecho Cave últimamente. Hace décadas que se situó por encima del bien y el mal y ahora se sienta en las nubes y, enfundido en su traje a medida, bebe whisky, fuma un puro y nos cuenta lo que le viene en gana. Se lo puede permitir todo. Otra cosa es que Cave sea su mayor crítico y baje de ese (su) cielo. De unos años a esta parte, trabaja de las 8 de la mañana a las 9 de la noche en su arte. Libros, guiones o lo que sea. Sabe donde meter su pluma y su huella de licántropo.
Push the sky away es un álbum hipnótico, sus 42 minutos se convierten un suspiro. Un sueño. Las canciones se enlazan y forman un tejido brillante en forma y fondo. Cave declaró a El País que el disco cuenta la historia de “un tipo demacrado que se consume mientras mira la vida. Además de contar una historia, incorpora al observador de los acontecimientos”. Las nueve canciones que le dan forma son magníficas, pero perderían si las sacamos del disco y las insertamos en una play-list para decirle al mundo que sabemos quién es Nick Cave. Para disfrutar con Push the sky away hay que escucharlo de arriba a abajo. En ese sentido, se puede entender como un disco no apto para el oyente que no tiene tiempo para respirar. Si quieres reproducir 200 canciones al día no lo intentes con este álbum. Ni con nada que haya hecho Nick Cave. Su música exige una reflexión. Es uno de los autores que más esfuerzo pide al oyente. Sus textos han sido siempre brillantes y su voz no ha dejado de poner pelos de punta desde que nació, pero hay algo más. Cada gesto, cada yeah que ha musitado en su carrera es una parte de su obra. Y su obra es su personaje. “De joven me miré al espejo y vi algo que no quería ser. Y me convertí en alguien diferente. Eso es lo bueno de ser una estrella de rock, que te permite ser otra persona”, declaró a El País en la misma entrevista.
We know who u r fue el primer single del disco y es la canción que inaugura el festival. El texto recupera aromas propios de Leonard Cohen, el gran ídolo de Cave. Ese Tree don’t care what a little bird sings / We go down with the due in the morning light/the tree don’t know what the little bird brings (Al árbol no le importa lo que cante un pequeño pájaro /nos hundimos con la deuda en la luz de la mañana/ el árbol no sabe lo que trae el pequeño pájaro) es un gran homenaje que Cave rinde al canadiense. Además está la atmósfera que crean los Bad Seeds, esos sicarios (musicales) que acompañan al gran jefe. Aunque se nota la ausencia de Mick Harvey, Warren Ellis, Martyn P. Casey, Conway Savage, Barry Adamson,Thomas Wydler y Jim Sclavunos forman un escuadrón temible. En el estribillo aparece el sello de Cave: And we know who you are/and we know where you live/and we know there’s no need to forgive (Y sabemos quién eres/ y sabemos dónde vives/ y sabemos que no hay necesidad de perdonar). Ese tratamiento del nosotros es muy usual en toda la obra de Cave. Se siente seguro con su banda y sabe que le seguirán al fin del mundo. Sabe que intimida y le gusta. Banda, por cierto, en todas acepciones del término.
El comienzo de Wide love eyes también recuerda al Cohen más contemplativo. A través de su melodía y sus coros de redención, llegamos a Water´s Edge donde emergen sonidos del Cave más desquiciado. Pero solo al principio. Este es un disco reposado y Cave no anuncia, a estas alturas de disco, ningún alarido. Sin embargo, su dicción es la de un cuentacuentos, transmite tensión sin tener que forzar. Eso es estilo. Pero si hablamos de estilo no podemos olvidar que el australiano firma en la siguiente canción,Jubilee street, una biblia de la elegancia. Esta canción solo se puede cantar en traje. Y si quieres andar, solo puedes hacerlo como lo hace el licántropo en el vídeo de la canción (segundo single). En el concierto de Berlín, el frontman se refirió a la canción como un clásico. Quizá estuviera bromeando. Pero sí. Jubilee street es un clásico. La calle es fruto de su pluma, no tiene nada que ver con la Jubile Street deBrighton, que a partir de ahora será conocida por no ser la calle de la que habla Cave. El maestro da una palmada y nos tiene hipnotizados. Deja un hilo de nuestra mente para que pensemos algo por nosotros mismos. Y lo único que somos capaces de pensar es que esto es una lección. Apabullante.
We real cool es otra definición de elegancia. Es ser cool. Cave es el único que se atreve a soltar una pequeña risa cuando sus secuaces están articulando una apisonadora a sus espaldas. Pero siempre con su consentimiento. El único rato en el que se quejará es Higgs Boson blues (¿la canción con mejor título del siglo XXI?). Y se enfada porque la canción habla del presente. Well here comes Lucifer/ with his canon law/ and a hundred black babies runnin’ from his genocidal jaw/He got the real killer groove/Robert Johnson and the devil man/don’t know who’s gonna rip off who (Bien, aquí viene Lucifer/ con su ley canónica/ y un centenar de críos negros corriendo desde su mandíbula genocida/ Él tiene el surco del asesino/ Robert Johnson y el demonio/ no saben quién va a rasgar a quién), canta el australiano. Y luego mete a Hannah Montana (Hannah Montana does the African Savannah; Hannah Montana hace la sabana africana). Ahora pensemos: ¿quién puede meter a Robert Johnson, a Lucifer y a Hannah Montana en una canción y hacer que suene creíble? Y si suena creíble es porque la voz de Cave nos está diciendo que le creamos. Él ha visto lo que nos está contando.
El disco termina con la canción Push the sky away. Otra maravilla. Cave se vuelve a ajustar la corbata después del genocidio de Higgs Bosson blues. Y pronuncia con cuidado cada palabra. Los coros infantiles le han dado esperanza. Se apiada de nosotros. You’ve got to just /keep on pushing/ push the sky away (Solo tienes que que seguir empujando/ empuja el cielo afuera). Otro símbolo de perfección. El álbum es una obra anacrónica, se podrá escuchar dentro de 50 años y seguirá sonando genial. Nick Cave dijo a Radio 3 que es consciente de que “las malas canciones mueren pronto”. Lo lleva tatuado a fuego.
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