Recientemente un amigo y yo hemos dejado de trabajar para una agencia que nos pagaba por escribir artículos.
Si nos preguntáis por qué, se basa en una simple razón: queremos más tiempo para hacer y escribir cosas que (de momento) no nos van a pagar.
Creemos que no tenemos nada que perder y mucho que ganar a largo plazo. Me explico: vivimos una sociedad (la española) donde nos hemos malacostumbrado a hacerlo (y tenerlo) todo gratis. Una sociedad donde la población de entre quince y treinta y cinco años se descarga de manera ilegal todo tipo de documentos “culturales” y donde los fanzines empiezan a mantener relaciones endogámicas con artículos para generar “me gusta”.
Olvidaos de los inocentes «Metal Gear Solid», «Monkey Island» u «Ocarina of Time». Twitter y Facebook se han convertido en los grandes videojuegos de nuestro tiempo. Ganar atención es pasar de nivel a una nueva pantalla de información. Y nos hemos dado cuenta que ya no queremos jugar más.
Estamos locos. O quizás es otra cosa. Conforme nos hacemos más viejos (sabios), nos hemos dado cuenta que queremos tiempo. Tiempo para hacer las cosas que de verdad nos interesan.
Pedir tiempo en la era digital es un anacronismo. El ruido virtual asfixia. Creemos (con humildad) que quizás todo el mundo necesita dedicarle menos tiempo a hacer cosas que quizás tampoco le aportan demasiado (¡Series.ly!¡Torrent! ¡El nuevo móvil de Apple! la lista de chucherías y ocio que nos rodean e impactan todos los días es interminable) No hablo aquí de aficiones. Hablo de lo que verdaderamente a uno le gusta y quiere hacer o decir. Lo que en el fondo a cada uno le importa (y que entre tanto caos puede olvidar).
También hemos entendido otra cosa, una verdad tan contundente que asusta: si no hacemos ahora lo que queremos, nunca lo haremos. Es muy fácil conformarse con el primer trabajo, o el primer sueldo. Pero desde aquí os lo digo, aunque esto suene una locura en los tiempos que corren: no lo hagas.
Hacer cosas diferentes, colaborar con gente por el mero hecho de creer en ellas y apoyarlas. Nosotros vamos a emplear este camino. El dinero quizás llegue más tarde, o quizás nunca lo haga. Quizás nos equivoquemos y cada uno fracase de una manera total y estrepitosa. Pero tenemos claro una cosa.
Queremos estar ahí, en la brecha. Todos los canales que nuestros padres y profesores nos enseñaron han terminado convertidos en humo. El futuro no existe y no hay nada seguro o garantizado ni a corto ni a largo plazo.
Y eso, aunque dé miedo, a nosotros nos gusta.
No Comments