Foto por Diego Garnés
Pocos artistas tienen la capacidad de evocar tanta nostalgia y de refreír sonidos añejos con tanta sabiduría como Pike Cavalero. El pasado viernes en la Sala REM demostró porque es uno de los mejores artistas de la región. Aunque claro, se habla de él y se le elogia en unos círculos reducidos: melómanos varios y rockeros empedernidos. El jueves me dijeron que las nostalgias no eran buenas, y que no había que tener mitos, pero a mí me encanta escuchar a Aphex Twin a todo volumen, y gritar, joder esto es el futuro, a la vez que me pongo un disco de Pike y suspiro: Como me gustaría haber vivido esas épocas. El viaje que nos dimos en el Delorean del doctor Doc fué de agárrate y no te menees.
El nuevo disco llega tras “Torro” de 2014 y como éste último, editado con Sleazy Records. La gran diferencia con todo su arsenal rockistico anterior es que “Sin miedo a volar” está íntegramente en castellano, y no mezclándolo con el inglés como en otras ocasiones. El título es claramente, y tirando de manidas frases periodísticas, una declaración de intenciones. Sin hablar ortodoxamente, es como si el nuevo tirara más sesentas que cincuentas. De décadas, eh. A simple oreja, se encuentra uno con: Una mejor voz. Más bonitos y mejores coros. A un Cavalero aún más bailongo. Menos vacilón. Es el músico más divertido de escuchar y de bailar. Ante sus guitarrazos es como si te poseyera el ritmo ragatanga del aserejé. La sala esta repleta de tipos impolutamente y genuinamente vestidos. Veo un rockero auténtico con un parche de Sun Records tamaño fachada de catedral en la espalda. Zapatos de punta. Gomina. Más gomina. Parafernalia guapísima. Faldas del siglo pasado y chaquetas con más historia que el forraje de los asientos de un autobús.
Lo primero que no me gustó es que no hubiera al menos un telonero. Sobre todo por lo difícil que es para las bandas de estos estilos hacerse un hueco en las agendas de las salas del mundo, entre los conciertos de las músicas mayoritarias. Grupos como Babuino Condado o Son & The Sharks habrían sido un aperitivo genial. La espera se hizo bastante larga y aunque uno este de palique con gente de buen conversar, es acojonante lo tardones que somos con los conciertos en Murcia. Tras una intro misteriosa e inquietante empiezan con uno de los mejores estribillos: “My Misery” te hace cerrar los ojos y sentir la tierra norteamericana bajo los pies. Luego toca un boggie rítmico que hace que nos frotemos los ojos, a lo mejor Elvis se ha levantado del señor Roca que lo martirizaba y ha salido del camerino con unos zapatos azules de terciopelo a bailar y ni nos hemos coscao. Toca tanto el nuevo como de Torro. Con versiones y alguna de su primer disco largo, de 2011. A piñón y hablando escasamente. Se notan las diferencias entre los primeros temas que sacó, los de en medio y los de ahora. Se podría decir que está creando un sonido personal. Algo complicado para una música que tiene casi 70 años.
Por momentos parece que hay dos Pikes cantando, menudo chorrazo de voz. A veces empieza solo con la acústica y una cadencia lenta, y el guitarra solista le refuerza con punteos de chuckberrianos. Temas rápidos, otros menos, pero joder, parece que voy por una recta interminable, en un Cadillac blanco reluciente surcado la 66 entre Akansas y Tulsa. “Ahora que lo tienes” es el ejemplo de los que hace ahora: estribillo aplastante, estrofas bailonas y un solo exacto y certero. Sencillez y acompasamiento. Todo ello con un derroche de voz apabullante y un volquete de rock. Ya empiezan a sudar bajo sus trajes. No puedo evitar bailar música de hace 70 años. Se me van los pies. Simultáneamente escribo con un teléfono móvil inteligente. Malditas paradojas. A veces suben el reverb al máximo y cambian las baquetas. Para ponerse en modo baladita. Para acabar sonando medio surf. Joder, parece que estoy secándome el sudor por el downtown de Nashville… El sonido es fabuloso. Mi colega comenta que la acústica suena ratonera. Le digo que es así, para que se parezca a la época. Pike cambia un poco de tono con el idioma y Romu me comenta que a él también le ha pasado el hecho de que en español se canta más agudo y que ahora es esclavo de la cejilla. Es complicado subir los agudos y no desafinar. Las vicisitudes del idioma de Cervantes y del de Shakespeare, que tienen sus complicaciones y virtudes respectivas a la hora de entonar y cuadrar letras de canciones. Se hace menos rockanrollero por momentos. Apunta que hace temas fronterizos. Ahora no se si estoy en una película o en una pickup camioneta de camino a recoger al tío Josh para coger girasoles de la plantación de las afueras. La cápsula del tiempo esta engrasada y dispuesta a no parar. Cuando toca la versión de “Pecosita” vamos al México de los sesenta donde Los Rebeldes Del Rock, Los Sputniks, Los Silver Rockets, Los Teen Top y tantos otros grupos empezaban a descubrir el garaje haciendo blues agitado con asento asteca.
El tema de las tres guitarras me parece crucial. Se complementan y entrecruzan muy bien. El contrabajo golpea el instrumento como el que sacude al tipo que le intentase robar. La banda es genial. Quiero decir, que Cavalero es soberbio compositor y como cantante es arrollador. Pero la banda ayuda mucho a empacar la propuesta. Y también sus looks, tienen un rollete vacilón autentico de época con el chicle los anillos y la gomina. Tienen un aura viejuna hasta inquietante comparado conmigo y mis zapatillas canis de correr y mis vaqueros chusqueros. Tienen un aura viejuna hasta inquietante comparado conmigo y mis zapatillas canis de correr y mis vaqueros chusqueros. Pike y el contrabajista parecen amigos de don Vito Corleone y dan un poco de miedo. Romu comenta que por lo visto era militar… un curro muy rockabily apostilla. ¿Veis lo que os decía del viaje en el tiempo? Luego hacen que van a los bises pero Pike confiesa, soy muy facilón y presenta a sus compañeros de trayecto: Juanny López y Francis Beard a las guitarras, Pepe Lee al contrabajo y Jesús López a la batería. Lo primero que se nos viene a la cabeza es que son nombre muy castizos. Hay que hacer algo, tenemos que meterles un Johnny o un Jack, decimos entre risas. Porque que es la vida sino un trayecto. En limusina, en Seat Ibiza o en un Chevy o en un Buick o en un Lincoln.
Lo del viernes fue una lección de lo que es el rock’n’roll para todos. Casi 30 cancionacas con un ritmo de tren de alta velocidad. Que leches, no fue un concierto, fué un auténtico trayecto por un género que está muy vivo gracias al talento y el tesón de un cabezota como Pike y sus secuaces. Por sus huevos morenos que íbamos a bailar y pasarlo bien. A mí me flipó y no hay duda de que la gente nos lo pasamos en grande. ¿Sobre la cuestión de si hacen falta nostalgias y viajes en el tiempo? Puff, yo que sé, si fuiste a la Sala REM el pasado viernes y no bailaste con Cavalero, es que estas muerto o tienes sangre de horchata compadre.
Mario L. Amigo
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