Nach volvía a Murcia después de unos cuantos años sin dejarse caer por la capital del sureste y trajo consigo su último trabajo: A través de mí. Junto a él estuvieron Dj Joaking en la mesa y Tron Dosh a los coros.
Con la sala llena hasta los topes, abriendo por primera vez al máximo del nuevo aforo, el alicantino jugó en casa. La perfecta complicidad entre Fornés y el público era patente, lo que transformó el bolo en un baño de realidad tanto para los afines a Nach, que disfrutaron de un gran concierto, como para sus detractores, quienes cada vez tienen más difícil justificarse.
El concierto de Ignacio fueron dos horas de la historia del rap en España, por una doble motivación: todo estaba hilado, desde la primera canción hasta el final el concierto resultaba ser una historia, como Nach, quién es parte viva de la historia musical de este país. El ritmo del concierto, lento pero contundente desde el inicio, repasó gran cantidad de los temas clásicos para llegar a lo más actual en el momento cumbre y acabar cerrando con canciones coreados y conocidas por todos. Sin ser un concierto demasiado agitado, se permitió leves sprints donde sonó lo más eléctrico del repertorio del cantante.
Pero lo que realmente definió el bolo era el corte clásico del rap que ha acompañado a Nacho durante sus más de 20 años de música. El bombo caja parte cuellos que se asocia a los estereotipos de este género está más que presente y justificado en cada canción de Nach, a quién las tablas encima del escenario no se le pueden negar, aunque a veces se pasase con el monólogo, ralentizando innecesariamente el concierto.
Pero nadie se lo iba a echar en cara, porque en la sala no había nadie que no siente en Nach a un ídolo. La complicidad se veía reflejada en la cara de todos los asistentes, que sonreían al mismo ritmo que el ahora también poeta -publicará su primer libro: Hambriento– rapeaba sobre el escenario. Sorprendía observar como la edad media del público superaba los 20 años ampliamente, algo casi imposible de esperar en cualquier otro concierto de rap en la ciudad.
Con este baño de sudor, tsunamis y realidad, Nach tuvo que volver a Alicante muy contento, sabiendo que su gran trayectoria tiene el respaldo que merece en forma de un público entregado, pese a los detractores que le han abandonado por seguir haciendo ‘lo mismo de siempre’.
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