Hace más de dos años que Morodo hizo sold out en Garaje Beat Club presentando Regge Ambassador. Ahora, ha vuelto a hacer lo propio en Sala REM, alargando el fin de una gira que concluirá tras pisar Chile, Uruguay o Argentina. Lleno tras lleno, el nombre de Morodo ha quedado repartido por miles de hogares en forma de entradas y boletos, gracias en parte al soporte que predispone de su propia promotora, agencia y sello, MAD91.
Este imperio, creado por Morodo para reunir a artistas de la música urbana nacional tiene su piedra angular en una masa de público complice. Todos los artistas tienen una influencia o relación directa con el ganjaman, y esto es uno de los motivos que ha permitido expandir el funcionamiento del sello por el mundo, creando una relación aún más directa entre artistas y público. Por si fuera poco, la hermandad de Morodo con Murcia Tropikal es más que conocida por todos, y en el enésimo concierto del madrileño aquí, volvió a rodearse de amigos entre bambalinas, y de conocidos en la sala.
Faltaron algunos. Hubo quién se conformó con el primer concierto de la gira, pero por cada uno de ellos aparecieron otras 10 personas haciéndo cola en taquilla para conseguir las últimas 20 entradas. No llegó a ser el mismo concierto. Faltó la chispa y sintonía del primero, pero las comparaciones son odiosas y lo cierto es que nadie se fue decepcionado tras el directo del Nyabinghi Man. Nadie puede dudar del tiron de Morodo. No se agota. Es el Rey del género para cuatro o cinco generaciones diferentes; público que se dio cita en Sala REM para vitorear la mayoría de clásicos de Morodo en hora y media de concierto, sin bisses, pero con mucho protagonismo de la banda. Potencia y alegría desmedida por su parte que sirvieron de colchón sonora a la noche y a los coros de gran parte de la sala.
Antes de que Morodo arrasase Babilonia, subieron al escenario los locales T.R.K., que mostraron de nuevo parte de sus próximos proyectos y se acompañaron de Lorny Honey, y Kasta & Jimboman con DJ Cec a los platos.
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