No podemos obviar la triste realidad, esa que esta asolando salas de cine y taquilla por igual para disgusto de las majors y del espectador ávido de gran cine, y es que esta siendo un verano decepcionante a nivel cinematográfico. Por estas fechas siempre surgían un par de blockbusters veraniegos «algo más inteligentes que el resto» que no se limitaban a freírnos el cerebro, que ya de por si venía derretido por el continuo cara al sol playero y el modo off generalizado del mismo (solo durante la época estival, claro).
Por cosas como esta resulta extraño que una quinta entrega de una saga sea, hasta el momento, lo más interesante del verano. Misión: Imposible – Nación Secreta no solo es el mejor blockbuster de este verano, también es la mejor entrega de la saga, siendo más disfrutable que la de Brian De Palma. Me explico; el argumento de la primera entrega, más intrincado, acaba resultando un lio estimulante pero presenta algunas carencias a nivel de ritmo y manejo de la acción, apostando por un tono más serio y maduro. En esta quinta entrega el argumento es más simple y manido, pero sólido, además de que sabe manejar a la perfección tanto las escenas de tensión e intriga (ahí tenemos la escena del tanque de agua o de la Opera de Viena, digna de Hitchcock) como las setpieces de acción, esta vez abordadas desde una posición más física e intimista. El ritmo y la fiesta no decaen un solo segundo hasta llegar a un final anticlimático y que no concuerda con el resto de la cinta, una pena.
Una de las claves para que me parezca el mejor ejercicio de cine de espías, acción y evasión de toda la saga es el desarrollo y tratamiento de los personajes. Una parte imprescindible de la función es el villano, interpretado por un oscuro y soberbio Sean Harris, que se convierte en una de las mejores aportaciones en materia de némesis de Hunt desde aquel villano interpretado por el difunto Seymour Hoffman. También han acertado en darle más protagonismo al personaje interpretado por Simon Pegg, en un rol parecido al Q de la saga Bond, que funciona como el contrapunto cómico del protagonista desde una posición histriónica y de autoparodia, lo que hace que las escenas de acción sean más divertidas y el público no se tome en serio lo que ve en pantalla; no es necesario, creedme. La gran sorpresa del film es la actriz Rebecca Ferguson, que construye un personaje femenino potente y misterioso, libre de estereotipos y clichés, que confunde al espectador y a los propios protagonistas en ese juego intrigante de doble agente, que acaba siendo el conductor de la trama. Se trata del personaje femenino más interesante del cine comercial de este año junto a la Furiosa Charlize Theron, y eso es algo que se agradece y que echaba en falta en la saga, repleta de féminas flojas y desaprovechadas como la interpretada por Michelle Monaghan en la tercera entrega. No podemos olvidarnos de Tom Cruise, este es su festival, es su película y ha nacido para interpretar el papel. Tom, a sus 53 años, salta, corre, se engancha de un avión que esta a punto de despegar y conduce motos a velocidad de vértigo, porque aquello de los dobles es de nenazas y porque si, esta totalmente entregado a la causa. Quizás no sea el mejor actor del mundo pero es de lo mejor que le ha pasado al cine de acción en los últimos años, un actor comprometido que asume un riesgo tan grande como el cheque que cobra a la salida del rodaje, más merecido que otros compañeros de profesión, pues en tiempos en los que el cine de acción esta marcado por la artificialidad, es de los pocos que optan por la mayor veracidad posible. Se lo debe a su público; y el público responde.
En la situación que vivimos de continua crisis política, económica e institucional es valiente que McQuarrie haga una crítica sobre la ocultación de información a la sociedad, las asociaciones secretas o los bajos fondos de la CIA, aunque sea muy liviana, inspirado sobre todo por la saga Bourne y el Bond de Daniel Craig y Sam Mendes. McQuarrie nos brinda la mejor entrega de la saga: trepidante y arropada en su madurez por un guión solido y una dirección portentosa. ¿Podemos decirlo, no? Misión Cumplida.
Esta crítica se autodestruirá en 5 segundos.
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