Las expectativas estaban muy altas y no era para menos. Cuatro años hacía ya de aquella maravillosa anomalía que supuso su concierto en Santomera, y sus seguidores murcianos les teníamos ganas. El trio navarro Berri Txarrak es sin duda una de las mejores bandas de metal alternativo de la península, y todo un referente a nivel internacional. Que haya pasado tanto tiempo desde su última fecha en la Región es un síntoma evidente de los prejuicios y la ceguera que en ocasiones padecen las salas y promotores de conciertos locales, que temen arriesgarse con grupos como éste, en gran parte por que se expresan en euskera (admirable la labor de La Matriz Creativa a este respecto, que últimamente se está currando una agenda de conciertos muy interesante). Pero no voy a ahondar en consideraciones de este tipo, lo importante es que los navarros volvían a pisar tierras murcianas y la noche prometía ser inolvidable.
Tras devorar ávidamente unas hamburguesas tan precarias como gratificantes en una conocida cadena de comida rápida (como pista añadiré que cada una costaba 1 euro), nos desplazamos al parking de la Matriz a iniciar las obligadas labores de socialización con los que iban a ser algunos de nuestros compañeros una vez dentro. Cerca de las diez apuramos los últimos tragos de kalimotxo y nos acercamos a la taquilla, mis compañeros a pagar su entrada y yo a que me pongan la pulserita de los elegidos. Abrían el concierto los cartageneros El Callejón del Mico, grupo de rock castizo con influencias de nombres como Barricada, Leño, Los Suaves o Rosendo. Su repertorio consistió en temas propios entremezclados con versiones de algunos clásicos del rock patrio, como “Contra la pared” de los ya citados Barricada. Una vez finalizado su concierto y mientras los técnicos comenzaban a montar y probar los instrumentos de los navarros, terminó de entrar la poca gente que quedaba fuera, conformando una Matriz que, sin llegar al aforo máximo pero con un público nada desdeñable, aguardaba la salida de los tres músicos en un acogedor ambiente de “no somos muchos, pero somos fans”. Sobre las once y media aparecieron entre aplausos Gorka Urbizu (guitarra y voz), David González (bajo y coros) y Galder Izagirre (batería) e inmediatamente arremetieron con “Gelaneurria” y “Hil nintzen eguna”, a estas alturas ya dos clásicos del grupo. Si hasta ese momento a alguien le quedaba a alguna duda de la eficacia, el magnetismo y la fiereza del grupo en directo, estoy completamente seguro que dicha duda quedó completamente disipada tras la primera canción.
Con un público completamente entregado comenzaron a desgranar un repertorio heterogéneo que se sustentó en su último álbum de estudio “Haria”, pero en el que tuvieron cabida una gran cantidad de temas de anteriores discos; fundamentalmente de “Libre©”, “Jaio. Musika. Hil”, “Payola” e “Ikasten”. Así, entre los pesados riffs y la emotividad de la voz de Gorka, y la potente y consistente base rítmica que aportan Galder y David (este último no paró de moverse y animar al público), fueron enlazando temas de “Haria” (entre los que cabe destacar “Albo-Kalteak”, quizás la más efectiva) con canciones más conocidas como “Jaio.Musika.Hil”, “Onak eta txarrak”, “Ez naiz aldatuko (esan zuen kamaleoiak)” o “Zertarako Amestu”. Una de las sorpresas más gratificantes del repertorio fue el tema “Ez”, una reliquia de su segundo álbum “Ikasten” que hizo las delicias de los fans más veteranos.
Pese a que gran parte del concierto fue una sucesión frenética y sin tregua de canciones, muy a lo Ramones, también hubo lugar para que Gorka nos explicara el significado de alguno de los temas: “Lepokoak”, de su último disco, significa “Collares” y según nos contó, el mensaje fundamental “consiste en hacernos collares con vuestras dentaduras perfectas”. Otro de los temas cuyo significado esclareció fue “Maravillas”, perteneciente al álbum “Payola”, y que trata la tragedia de un pueblo navarro durante la guerra civil desde los ojos de una niña pequeña. El público también estaba hablador y soltó, aparte de los típicos “¡Berri, Berri!” o “¡Gorka, eres el puto amo!”, comentarios tan acertados como “¡Tócate una de Weezer!” en referencia a la estética y las influencias más melódicas que están absorbiendo los navarros. Un buen ejemplo de estas influencias fue la original manera en la que interpretaron “Oreka”, uno de sus temas mas pausados, la cual alargaron con una versión de “Sister” de los americanos The Black Keys para en cierto momento quedar completamente inmóviles sobre el escenario, cada uno atacando su instrumento, como si alguien del público hubiese tenido un mando y hubiese pulsado el botón de pause; hasta que en cierto momento Gorka comenzó a cantar los versos que faltaban de “Oreka” y la terminaron. Pero, por muchas influencias “suaves” que estén absorbiendo, nadie lo diría a juzgar por las ollas que se formaron cuando arremetieron con “Folklore” y “Gure dekadentziaren onenean”, en las que un servidor contribuyó de forma notoria.
La guinda del pastel la pusieron los bises. Tras un breve espacio de tiempo que duró lo justo para apagar las luces y sembrar el ambiente de expectación, volvieron a aparecer en el escenario los tres músicos para interpretar lo que sería el tramo final del concierto. Tras tocar otro tema de Haria, David nos pidió que nos agachásemos y esperásemos a las “órdenes” de Gorka, que mientras jugueteaba con su guitarra nos anunció que el próximo tema iba a ser uno de los más antiguos, el cual quiso dedicar a todos aquellos que estuvieron en aquella lejana noche en Santomera. El corazón nos dio un vuelco y casi nos caímos de culo (cosa fácil al estar de rodillas) cuando reconocimos el riff de “Ikasten”, la canción que da título a su segundo disco y que inmediatamente puso a toda la sala en pie, saltando con tal entusiasmo que parecía que la Matriz iba a entrar en órbita de un momento a otro. Sin darnos tiempo a recuperarnos arrancaron con la que sería la última canción de la noche, “Denak ez du balio”, en cuya versión de estudio colaboró Tim McIlrath (cantante de Rise Against) y en la que David hizo acopio de su buena voz cantando las partes del estadounidense. Esta canción fue sin duda el final perfecto para las poco más de dos horas de tormenta eléctrica que nos ofrecieron Berri Txarrak. Tormenta que para muchos de los asistentes será difícil de olvidar.
Crónica y fotos por Daniel Sánchez Parra.
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