¡Madura, coño! Madura rápido, no esperes demasiado. ¿Recuerdas cuando te decían que la peor edad es la pubertad? Eso lo decían los mismos que te dicen “yo a tu edad tenía treinta hijos, tres casas, dos trabajos, cuatro piernas y rayos láser que salen disparados sin control cuando me quito las gafas especiales que me dio Xavier”… ¡AAAAYYY, PÁJARO! Que tú lo escuchabas a los veinte y te partías el ojete, ¿a que sí? Ahora te ríes menos. Y lloras más.
Más vale que madures rápido. En serio, no tienes mucho margen si estás en esa edad en la que no sabes muy bien qué cojones hacer con tu vida. Sé que duelen las pasiones esas que te piden tiempo y ganas cuando, precisamente de lo que careces en estos momentos, es de tiempo y ganas. Pero si duelen y gritan es por algo. Y no creas que se van a callar, porque no se callan nunca. No se callan ni a palos. Antes te matan ellas que dejar que tú las mates. Y no queremos que nadie muera.
Pero…
¡Madura de una puta vez! Que te acercas inexorablemente a la treintena. A los diez años por tres. A la tercera parte de noventa, que es a la máxima esperanza de vida a la que aspiras (con demasiadas expectativas, ya te lo digo yo). Yo me pregunto cómo nos afectará esto de acabar madurando a los cuarenta años y, mientras tanto, inflarnos a cubatas con la excusa de la juventud. Lo mismo y no lo sabemos y ahora la esperanza de vida es de 60 como mucho. Y ENTONCES TREINTA AÑOS ES COMO LA MITAD. QUE CUNDA EL PÁNICO POR DIOS.
¡MADURA! Madurar es, al final, aceptar que hay que hacer cosas que no te gustan, que los sueños, sueños son. O aceptar que no vas a llegar a ser tan guay como creías. Porque hasta ahora pensabas que la vida era una balanza, ¿eeeeh? No te hagas el tonto, pensabas “ya llegará mi momento y entonces todos me daréis la razón” o “dame collejas, dame collejas, ya veremos quién es el puto amo después”. Muchacho, que te lamentabas del matón ese que no te dejaba tranquilo. Que mientras te acariciabas la cabeza en el chichón, producto del hostión que te había metido con el puño cerrado justo al salir al recreo, pensabas con tono maquiavélico «no pasa nada, porque yo voy a triunfar y tú te vas a dar a las drogas muajajajaja». Y resulta que ahora tienes un porrón de años y no has hecho NADA. NADA. NAAAAADAAAAA. Bueno sí, te has drogado un poco.
Mirad, os insisto en que maduréis por algo. Cada día me dirijo al centro donde trabajo sin remuneración para “continuar mi formación” a la espera de un POSIBLE contrato. Antes me levantaba triste por los estudios, pero al fin y al cabo, suponían un límite temporal tras el cual solo había un abismo negro. Y helo aquí, el abismo negro. Y al ver la realidad es aún peor. No se madura y se convierte uno en padre. No trabajas muchos años y te mueres. No hacemos eso, no, nos negamos porque resulta que aspirábamos a más. Yo quería ser escritor y dibujante de cómics. Y no soy ni una cosa ni otra. Pero la gente que está cobrando un sueldo, que supuestamente es mi sueño a alcanzar, no parece haber logrado alcanzar ningún sueño. A veces parecen haber alcanzado a una pesadilla. Y el abismo negro se hace más y más grande a mi alrededor.
Y más y más grande.
Y más y más negro.
Y estoy madurando a pasos tan agigantados que me sale la madurez por los putos poros.
Y llego a mi casa desesperadamente maduro.
Y pienso, “ya no soy un niño”.
Y lo que hago está claro.
ME PONGO NARUTO.
Estoy en la saga de la destrucción de Konoha. Qué guapérrimo y guapísimo y papichulo está PAIN. Tíos, tenéis que ver esa mierda. Usa una técnica todopoderosa que concentra tanto chakra que puede ser mortal y BOOOUUUUMMM. KONOHA A TOMAR POR CULO. Brutal.
Cuando llega Naruto y ve el percal, no veas la movida. Se pone delante del puto PAIN y PAM, PIM, PAM. SOMANTA DE PALOS. Pero al final Pain frena a Naruto con tuberías. Y entonces, antentos…
¡HINATA SE LANZA A SU RESCATE! Y yo agarro el ordenador y pego la nariz a la pantalla y doy saltos y digo “¡PERO HINATA, TÚ NO ERES RIVAL PARA PAIN. VAS A MORIR!” “¡MADURA, HINATA-CHAN!”.
Y entonces Pain la mata.
Y yo lloro. Capitulón.
Estooo… ¿de qué estábamos hablando?
¡¡¡AAAAHHHH!!! Sí, que os estaba diciendo que madurar es aceptar que uno NO puede ser dibujante de cómics ni escritor.
Pero hace poco gané un accésit en el Creamurcia, en la categoría de cómics.
Y esto… esto es que estáis leyendo… con letras y tal… ¡esto es un escrito!¡Sorpresa!
En serio, no perdáis el tiempo en perderos en el puto abismo negro. Da igual que seáis cajeros en el mercadona, profesores o prostitutas. Si os gusta pintar, y pintáis, seréis felices toda la vida. Si os gusta escribir, y habéis escrito libretas enteras, ya sois escritores hasta que os muráis.
Y que madure su puta madre. Me vuelvo al capítulo. Adeu.
“¡Hinata, lo haces por amor y eso te honra, pero debes huir! ¡Cuán profundas son las lecciones morales de los animes, DIOS BENDITO!”
No Comments