Cuando algunos estudiantes de un instituto de Murcia te dicen que de mayor quieren ser políticos, tómatelo en serio.
Cuando algunos niños de una academia te dicen que de mayor quieren ser Bárcenas, preocúpate.
No te asustes.
Pregúntales lo que quieren.
No saben qué contestarte. Lo quieren todo y nada al mismo tiempo. Quieren lo que les dejamos que vean cuando encendemos el televisor. No quieren trabajar (al fin y al cabo, sus padres y sus amigos no pueden; al fin y al cabo trabajar no sirve de nada si luego te quitan el dinero y lo usan como quieren)
Quieren ganar dinero porque sus familias no tienen. Quieren dinero porque saben que no da la felicidad pero ayuda. Lo quieren de la forma en la que lo consiguen ahora, es decir, sin hacer nada. Porque ellos pueden.
Toma aire. Entiéndeles. Sus padres se parten la espalda trabajando. ¿Y qué han conseguido?
Nada. Deudas. Protestar sin que los escuchen.
Ellos aprenderán a montárselo de manera diferente. A ellos no los van a coger.
Y si les cogen, ¿qué importa? Nada cambia nunca. Los ciclos se repiten. Un gobierno cae, otro se levanta y coge la batuta del poder. La rueda sigue girando. Soy hay que estar alerta.
Esperar el momento. Y ellos lo saben.
Trata de comprenderles: parece fácil. Tú también tuviste la edad de ellos. Quién no colgó un póster de “Scarface” en su cuarto.
¿Tú no? Vale.
¿El Padrino?
Refúgiate en la nostalgia. Piensa que nuestra generación era diferente. Quizás lo fue, después de todo. Al menos los antihéroes que aspirábamos tenían un falso glamour impostado. Pacino. De Niro. Gandolfini. Las generaciones futuras están engendradas por nuestros anhelos más egoístas e ingenuos: no trabajes, roba todo cuanto pueda una vez consigas un buen puesto.
No escuches a los que te dicen que hay que estudiar y esforzarse. ¿Estudió Tony Soprano para llegar a dónde llegó?
Descojónate de los que quedan por Twitter frente a delegaciones oficiales.
Ríete en la cara de los idiotas que no tienen tiempo para manifestaciones y se levantan temprano para ir a trabajar.
Idiotas.
Todos.
Los niños quieren ser Bárcenas. Son mucho más cínicos de lo que nosotros fuimos. Los ídolos que tan infelices hacen a sus mayores son sus maestros . Fantasmas corruptos sin la silueta de grandes actores pero con los bolsillos igual de llenos. Los niños saben lo que de verdad importa. Ahora twitteen tonterías con el móvil de nueva generación que te han comprado tus padres, ahora se dejan llenar la cabeza con los letreros de los telediarios. Y esperan.
Esperan porque lo saben.
Tarde o temprano, el mundo es suyo.
José Manuel Sala Díaz
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